Con la firma de un comunicado conjunto, se anunció este viernes en Pekín la reanudación de las relaciones bilaterales entre Irán y Arabia Saudí.

Fundamental ha sido para el acuerdo alcanzado la mediación de China, cuyo presidente Xi Jinping, reelecto por tercera vez en la conducción del país asiático, luego de su visita al país árabe en Diciembre, se reunió el mes pasado con su par de Irán, Seyed Ebrahim Raisi.

Las negociaciones habrían sido precedidas por conversaciones entre las partes en Irak y Omán durante 2021 y 2022, a quienes se agradece en la declaración junto al liderazgo y al Gobierno de la República Popular China por acoger y apoyar los diálogos.

Fruto del acuerdo, se reanudarán las relaciones diplomáticas y se espera la reapertura de embajadas y representaciones en un plazo máximo de dos meses.

Por otra parte, se reafirmó la voluntad mutua de implementar el acuerdo de cooperación de seguridad rubricado en 2017 y dar pasos firmes en la colaboración económica, comercial, de inversión, técnica, científica, cultural, y en materia de los asuntos de deporte y juventud.

Las hostilidades entre ambos países recrudecieron con el rompimiento de las relaciones diplomáticas en enero de 2016,  luego de que manifestantes chiítas atacaran la embajada saudita en Teherán y protagonizaran protestas en otras ciudades por la ejecución del clérigo chií, el sheij Nimr Baqer al-Nimr, un prominente crítico del gobierno saudí. El mismo día, fueron asesinadas por el régimen otras 46 personas, condenadas a la pena capital, informó Amnistía Internacional, en una flagrante vulneración de derechos humanos que despertó el repudio internacional.

Irán y Arabia Saudí son considerados rivales históricos en Medio Oriente, debido a las diferencias derivadas de los mismos inicios del Islam, por lo que éste puede ser un hito trascendente para disminuir los conflictos en la zona y promover una posible reconciliación entre las respectivas comunidades chiítas y sunnitas.

En particular, puede beneficiarse de ello el proceso de paz encaminado en Yemen entre los hutíes – apoyados por Irán – y la alianza pro-occidental encabezada por los saudíes, que defiende al anterior gobierno yemenita de Abdo Rabu Mansur Hadi, exiliado precisamente en Riad.

Asimismo, una verdadera vocación de paz y entendimiento, podría ser determinante para adelantar el fin de los enfrentamientos en Siria e Irak, incluso permitiendo una salida negociada para la emancipación del pueblo palestino.

Del mismo modo, un cambio radical en la orientación de expansión salafista, podría ser de mucha ayuda en la disminución de los conflictos en el Sahel africano, donde operan numerosos grupos armados islamistas que, bajo banderas fundamentalistas, aterrorizan a la población.

No hay duda que China puede constituir un factor clave en este avance, de continuarse la senda iniciada por esta exitosa mediación.

De momento, en un mundo atormentado por la escalada bélica creciente en el Este europeo, esta señal de distensión es muy bienvenida.