POEMA

 

 

 

 

 

Tormentas, vientos huracanados arrasan la esperanza en la guerra callada. Olor a sangre. Miedo  cada mañana y cada noche ante misiles asesinos que buscan venganza en una ofensiva alimentada por el odio, la incomprensión y los intereses geopolíticos. Gritos en la noche ahogada. Llamas que abrasan las luces que con vida se esconden bajo la tierra maltratada.

Injusticias mil. De uno y otro lado. Ira y rencor que alimenta con cobardía lo que otros avivan a escondidas  el fuego que destruye corazones inocentes y vidas rotas que caen bajo la metralla alimentada por el desprecio a la vida, al amor y a la paz.

¿Es así la nombrada dignidad que nos diferencia del resto de las especies? ¿Cómo hemos llegado a destruirnos a nosotros mismos sin pudor ni vergüenza?.

El silencio ha dado paso al ruido ensordecedor de drones asesinos que llevan marcados la muerte. Horror. Tambores siniestros tocan las venas derramadas, ríos ensangrentados y niños que portan en sus mejillas lágrimas que caen, formando arroyos donde se ahoga la humanidad olvidada.

 

La tierra tiembla…

engullida,

sombras calladas

y miedos del silencio

tras la mañana.

 

Tanques siniestros

por el camino avanzan

sembrando miedo

en cada esquina sagrada.

 

Fuego, humo y gritos

rompen la madrugada,

llantos inertes

de un mundo que llora

ante la paz aplastada.

 

¿Dónde se encuentra 

la sabiduría humana?

 

¿Dónde la dignidad

atrapada?

 

La historia se repite

con sangre derramada.

La ciencia acosada

escondida calla.

 

Y mientras, la Tierra

busca nuevas miradas,

manos que se unen

en cada esquina pintada.

 

Miro al cielo

y no encuentro respuesta.

Cierro los ojos

y solo deseo

que las armas se conviertan

en bellos textos

y de sus bocas escupan

flores con mil versos