Akira Sakano: Contextualizando la Basura Cero

por Marco Sumayao

En los días tranquilos en que no está ocupada promoviendo políticas de Basura Cero en Japón, uno podría encontrar a Akira Sakano en la recóndita cima de una montaña, buscando avistar especies raras de aves. Siempre ha sentido fascinación por los animales, y estas pequeñas escapadas le ayudan a reconectar con la naturaleza y consigo misma. Fueron una de las primeras razones por la que comenzó a cuidar el medio ambiente. Después de aprender a una edad temprana que el kakapo, el mayor loro no volador del mundo, era una especie en peligro de extinción, se volvió consciente de la necesidad de que haya iniciativas de conservación.

Sin embargo, cuando se trata de su activismo por el medio ambiente, está rodeada de gente.

Akira es la fundadora de Basura Cero Japón y fue Presidenta del Consejo de Directores de la Academia Basura Cero. A través de Basura Cero Japón, Akira y se equipo ayudaron a los gobiernos y empresas locales a desarrollar políticas de Basura Cero dentro de sus áreas de responsabilidad respectivas. En vez de recomendar soluciones  «válidas para todos», se especializan en diseñar políticas adaptadas a las personalidades únicas de las comunidades con las que colaboran. Sus proyectos de base social se tratan como estudios de caso en los que otras comunidades se pueden basar y en los que las autoridades puedan inspirarse.

Es un enfoque que aprendió durante su estancia en la Academia Basura Cero, donde pasó cinco años ayudando a la pequeña ciudad de Kamikatsu a establecerse como el primer municipio japonés con Basura Cero.

Kamikatsu es un remoto pueblo de montaña, y su ubicación presenta varios problemas en lo que se refiere a la gestión de residuos. La incineración no puede hacerse sin sobrepasar los límites de emisiones, mientras que transportar la basura a ciudades mejor equipadas es ineficaz y costoso. La política de Basura Cero era la opción más lógica para Kamikatsu, y así fue como el gobierno local declaró su ambición de llegar a la Basura Cero en 2003. Sin embargo, cuando Akira llegó en 2015, el avance de la ciudad en este respecto se había estancado.

«Kamikatsu ya era muy eficiente en la segregación de residuos y el reciclaje, y luego empezaron a implementar la reutilización y a tratar de hacer circular las cosas dentro de la comunidad. Pero la cantidad de residuos producidos no había cambiado. Se sentían un poco atascados en sus actividades de Basura Cero», explica.

«¿Cómo podemos ir más allá? Por lo general, la gente consigue tal vez un 70% [de reducción de residuos], pero si pensamos en Basura Cero, podríamos llegar al 90%. Ese es el tipo de mentalidad que veo en el concepto de Basura Cero, así que la pregunta clave era: «¿Cómo podemos llevar esa mentalidad a la realidad?»

Basándose en su experiencia, Akira calcula que sólo el 10% de la población de una comunidad empieza con un alto nivel de compromiso con la sostenibilidad. Otro 10% está en contra de la idea o la considera una molestia. Lo que Akira aprendió, sin embargo, es que llegar al 80% de la gente que en general se muestra ambivalente sobre el asunto puede hacer maravillas. Para ello, es necesario tomarle el pulso a la comunidad.

«Se trata más bien de cómo podemos crear el seguimiento adecuado dentro de la propia comunidad», afirma. «Cuando solo hablamos del medio ambiente y decimos  ‘esto es importante’, el mensaje no les llega». Al menos en el caso de Kamikatsu, el compromiso con la comunidad es un tema totalmente distinto del de la Basura Cero o el compromiso medioambiental».

«La gente se siente más motivada a contribuir a su comunidad o de aportar algo a su vida cotidiana. Por eso nos decantamos por involucrarla en el tema de ‘¿Qué significa realmente la separación de residuos en tu vida diaria?'».

Comunicar la importancia de la Basura Cero era solo la mitad de la ecuación en Kamikatsu. Para alcanzar sus objetivos, Akira y su equipo tenían que ayudarles a contextualizar el valor de las políticas de la Basura Cero a nivel personal.

Para Kamikatsu, había que mostrar a los residentes los beneficios económicos directos de la segregación de residuos. En los centros de segregación de la ciudad, cada cartel que etiqueta un contenedor de segregación también muestra cuánto dinero ahorra el gobierno local por cada residuo que se clasifica correctamente. En el caso de los reciclables y reutilizables, los carteles también dicen además adónde van y en qué se convertirá cada artículo.

Ver cosas como el valor monetario de una lata de aluminio reciclada, por ejemplo, acabó teniendo un efecto sorprendentemente profundo en la motivación de los ciudadanos. La tasa de reciclado aumentó hasta en un 81%, incluso con la asombrosa cifra de 45 categorías de residuos diferentes en las que clasificar la basura. El principal centro de recogida de residuos se convirtió en un lugar de reunión, donde los ancianos podían relacionarse entre sí en sus rutinas diarias. La Basura Cero ya no era sólo un objetivo noble; era un esfuerzo social de colaboración para mejorar su ciudad.

Kamikatsu se convirtió rápidamente en una de las historias más inspiradoras del movimiento de Basura Cero. Fue tal el interés que despertó, que agencias internacionales de noticias viajaron a Japón para averiguar cómo un pequeño pueblo de montaña había sido capaz de lograr resultados tan sorprendentes. Y para Akira, toda esta atención repentina supuso un mundo de oportunidades.

«Hacer algo muy especial y que luego se convierta en una estrella en el cielo oscuro es importante, que era más o menos lo que Kamikatsu intentaba hacer. Fue una estrella [que inspiró] a otros a decir: «Lo podemos lograr».

«Pero eso no fue suficiente para que todo el mundo empezara a hacerlo», continuó. «Por eso pensé, bueno, mi reto sin duda es primero crear más estudios de casos y que digan: ‘Fenomenal, todo el mundo puede hacerlo’. Cuantos más elementos de éxito tenga para la causa, más gente podrá verlo. El concepto de Basura Cero es el mismo, pero, por supuesto, los enfoques pueden ser distintos en comunidades y lugares diferentes».

Akira llegó a la conclusión de que la gente estaba más dispuesta a adoptar políticas de Basura Cero si sentía que se adaptaban a las necesidades de sus comunidades. Era más importante contar con múltiples estudios de casos con prácticas que la gente sintiera que podía imitar, en lugar de un único ejemplo que prescribiera una solución que no podían imaginar que funcionara para ellos».

Akira fundó Basura Cero Japón para ayudar a desarrollar más estudios de este tipo. La idea era que, si más y más ciudades podían ser la prueba viviente de que lograr la meta de generar cero residuos es factible y eficaz, las diferentes lecciones aprendidas de estas ciudades podrían influir en la política a escala nacional. Y sus esfuerzos no acaban ahí; Akira trabaja actualmente en un enfoque multidimensional para hacer realidad los objetivos de Basura Cero Japón. Y, como en el caso de Kamikatsu, todo empieza por las personas.

«Hay dos cosas que estoy haciendo ahora», señala. «Una es formar personas que puedan asumir mi papel en diferentes comunidades. Es lo que estoy haciendo con una nueva organización, llamada Green innovation (Innovación verde). Dirigimos la Academia de Innovadores Verdes, un programa de cuatro a seis meses para formar a jóvenes profesionales y estudiantes, impartirles conocimientos básicos y enseñarles a elaborar políticas y modelos de negocio. Después se les puede formar para enviarlos a comunidades rurales de determinados lugares. Pueden ser la persona que sirva de puente con alguien que apoye desde fuera, y empezar a mover las cosas en el terreno local».

«Al mismo tiempo, también estoy creando una plataforma para que distintas organizaciones presenten los resultados o éxitos que ya tenemos, y que que se traduzcan en cifras claras del impacto de las políticas de Basura Cero. Ahora estamos implicando a grupos pequeños y grandes en varios lugares de Japón que están evitando la incineración de residuos orgánicos. Estamos recopilando todos los datos. De hecho, podemos hablar con los responsables políticos del gobierno nacional sobre cómo acelerar el impacto de evitar la incineración de los desechos orgánicos», explica.

Todos estos esfuerzos, según Akira, pretenden contribuir a un movimiento a largo plazo en favor de la Basura Cero en Japón. Entiende que los cambios políticos tardan años, incluso décadas, en establecerse y que los objetivos de Basura Cero Japón pueden no alcanzarse ni siquiera durante su vida. Formando junto a ella a personas que puedan impulsar el movimiento, el número de comunidades que adopten políticas de Basura Cero puede crecer exponencialmente, convirtiéndose en más estrellas que inspiren a otras. Juntos, Akira está convencida de que pueden construir los cimientos de un verdadero futuro de Basura Cero para su país.

Tal vez en ese futuro los pájaros de Japón vuelen en cielos más limpios y estrellados.

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El programa VISION & GRIT (VISIÓN Y DETERMINACIÓN) es una iniciativa de la organización GAIA para reconocer el activismo de mujeres por el medio ambiente en los distintos países de la región del Asia-Pacífico.

 

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen