La historia de la humanidad, desde las pinturas rupestres a nuestros días, nos habla de luces que se observan en el firmamento, de seres parecidos a los humanos, de posibles contactos con entes que pudieran proceder de las estrellas. Dibujos que datan de miles de años nos muestran que algo pasaba en los cielos y que nos visitaban  seres  con las cabezas grandes como si tuvieran algún casco. Relieves en piedra que muestran posibles naves nos hacen pensar que nada ha cambiado al día de hoy. El misterio continúa porque nadie ha querido oficialmente investigar con seriedad que hay detrás de todo ello. Solo investigadores de gran renombre, como Jiménez del Oso, Juan José Benítez, Javier Sierra… se han atrevido a decir lo que pasa y poseen estudios científicos  interesantes que nos pueden al menos indicar que es lo que ocurre aunque lo veamos a veces con un poco de escepticismo.

Pero la realidad no se puede ocultar y algo ocurre en nuestros cielos que no sabemos a ciencia cierta lo que es y que por desgracia para muchos de los denominados “científicos” no quieren oír hablar de ello o se ríen ante la evidencia y claridad de miles de casos de avistamientos y encuentros. Sin embargo si han sido estudiados por los investigadores llamados “ufólogos” a veces de forma despectiva, pero que en realidad son los verdaderos científicos que  buscan lo que ocurre en nuestros cielos. La ciencia no puede cerrar los ojos ante tal cantidad de casos inexplicables, debe estar abierta a cualquier teoría por muy descabellada que sea.

Ya estuve exponiendo en “Vida en el universo” mis razones y la opinión de astrofísicos de gran renombre que sin tapujos y abiertamente, aseguraban la existencia de vida en otras galaxias. De hecho ahí están los mensajes que hemos lanzado en satélites o la cantidad de proyectos como SETI que buscan señales de vida inteligente fuera de la Tierra. Por ello, ya no debemos tomar el tema de forma burlesca, sino como un tema más que entra dentro de los razonamientos  y búsquedas del ser humano en el presente siglo.

Hemos pasado de la guasa y del escepticismo, a la seriedad y preocupación por parte de las grandes potencias mundiales. En 2022, se han triplicado los avistamientos de los OVNIS, llamados ahora FANI (Fenómenos Aéreos No Identificados). El pasado 12 de enero se divulgó un nuevo informe del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, en el que informaban que en sólo 17 meses se habían recibido 247 informes de sucesos, posteriores a los 144 que tenían recopilados a lo largo de 17 años. La mayoría de ellos procedentes de pilotos y miembros de las Fuerzas Armadas. Dichas observaciones se realizaron cerca de lugares sensibles de estrategia militar o energética, por lo que la preocupación del Pentágono es máxima. En dicho informe no lo relacionan con naves procedentes de otro planeta. Las agencias de inteligencia y la NASA lo enfocan más en un espionaje desconocido de países rivales. Pero se da la circunstancia, que en todos los países del mundo y sobre todo en los importantes como Rusia y China, les ocurre lo mismo y han creado sendas agencias espaciales para detectar de dónde proceden los ahora llamados FANI.

Es impensable, que una potencia rival a  Estados Unidos, se atreviera a realizar este tipo de espionaje con naves que pudieran ser derivadas y  ocasionar conflicto bélico por violación del  espacio aéreo al poner en peligro la seguridad del Estado. Más bien, es una disculpa para efectivamente realizar una exhaustiva investigación y saber de dónde proceden. El propio informe indica que algunos casos observados parecen haber demostrado características de vuelo o capacidades rendimientos inusuales que requieren un análisis más profundo.

Por lo tanto, el tema ha pasado a ser desde hace ya tiempo Alto Secreto. Reconocer que nos están visitando en naves u objetos no terrestres, es reconocer el fracaso de la seguridad aérea de las naciones. Sin embargo, como bien refleja el informe del Pentágono, las observaciones y contactos visuales siguen produciéndose. Por lo tanto algo pasa en nuestros cielos que está siendo ocultado a la sociedad. Puede que tal vez si se reconociera su existencia extraterrestre, muchos pilares filosóficos o espirituales, además de científicos, podrían hacer tambalear el pensamiento humano. Pero si ya muchos científicos reconocen que en todo el universo puede existir muchos planetas con vida… ¿por qué no pudiera ser que esos OVNIS o FANI procedieran de una civilización más avanzada que la nuestra? La duda debe quedar abierta. La ciencia no puede cerrarse a lo que desconoce. Pero claro, en el supuesto que se reconociera su procedencia no terrestre, deberíamos reconocer entonces que nosotros estaríamos a merced de sus objetivos debido a su gran avance tecnológico.

El informe aclara que continúan produciéndose incidentes en espacios aéreos  restringíos o sensibles, por lo que supone una enorme preocupación por la seguridad. Si con todas las técnicas disponibles hoy en día, satélites de alta definición, armas antiaéreas sofisticadas, vigilancia aérea de los cielos, radares de alto seguimiento, no saben quién está detrás de estos objetos, nos enfrentamos a algo desconocido  qué viola todos los sistemas de seguridad y que no procede de este mundo. De pertenecer a alguna potencia terrestre, sin duda ya lo sabríamos.

El gran científico Carl Sagan (1934-1996), en su gran libro Cosmos, ya en el capítulo 1 nos advierte: “Una galaxia se compone de gas y polvo y de estrellas, miles y miles de millones de estrellas. Cada estrella puede ser un sol para alguien. Dentro de una galaxia ay estrellas y mundos y quizás también una proliferación de seres vivientes y de seres inteligentes y de civilizaciones que navegan por el espacio […]¿cuál sería la probabilidad de que una estrella ordinaria, el Sol, vaya acompañada de un planeta habitado? ¿Por qué seríamos nosotros los afortunados, medio escondidos en un rincón olvidado del Cosmos? A mí se me antoja mucho más probable que el universo rebose vida.”

La Agencia aeroespacial estadounidense (NASA), ha creado paralelamente a la oficina del Pentágono para los FUNAI, un grupo de trabajo independiente multidisciplinar de 16 personas para que estudie a fondo estos fenómenos y que a mediados de este año 2023 publicarán un informe con sus conclusiones.

Llegados a este a este punto, ya hay astrofísicos que piden que no se manden mensajes indicando nuestra ubicación o señales de radio desde los radiotelescopios, ya que aunque puedan llegar a una civilización avanzada, no sabemos si pueden ser hostiles. Si entre los humanos nos matamos en guerras, en asesinatos masivos, a otros seres humanoides  fuera de la Tierra les puede ocurrir lo mismo.

No es descabellado ante tales hechos, que las Naciones Unidas deberían crear un organismo de seguridad aeroespacial que se encargaran en la defensa de la Tierra ante posibles intervenciones hostiles no terrestres o colisiones con meteoritos que pusieran en peligro la vida de nuestro planeta. Es cierto que de hecho ya estamos poniendo a la Tierra al borde de un cambio climático sin precedentes, pero también no  es menos cierto que desde ahí afuera, también nos pueden llegar sorpresas en las que deberíamos estar preparados.