Este sistema hace agua es sólo una de las múltiples interpretaciones que podemos dar de la obra del artista visual chileno Máximo Corvalán-Pincheira que inaugurará en el Centro Cultural La Moneda (Santiago de Chile) el próximo sábado 17 de diciembre a las 12 hs.

La exhibición, titulada “Adversativa”, reúne obras de los destacados artistas Bernardo Oyarzún, Pamela Iglesias y Máximo Corvalán-Pincheira quien presentará “Hacer agua”, una obra inédita que
estaba dirigida a representar a Chile en la Bienal de Vancouver del 2021 y que por complicaciones de Covid no se pudo realizar.

Nos acercamos, a través de una entrevista, a este artista chileno contemporáneo y a su recorrido artístico de más de 20 años, a partir de lo significativo que es para un artista visual crecido en el
exilio poder conmemorar los 50 años del Golpe de Estado a través de su obra.

Máximo, como artista, cómo te ves de cara a los 50 años del Golpe?
Como artista siempre ha sido una preocupación dentro de mis trabajos poner el tema de la violencia de Estado, instalando preguntas en relación a la forma en cómo la sociedad se sana de estos problemas que no tienen una solución concreta.

Qué rol debería jugar el arte en relación a estos acontecimientos?
El arte plantea preguntas y pone de manifiesto algunas cosas que desde otros lugares más tradicionales no es posible visualizar. Desde mi punto de vista, el arte es capaz de atravesar, desde la construcción poética de instalaciones, y puede llegar a ser más poderoso que cualquier informe que se haga público, porque de alguna manera sublima y permite leer no sólo un hecho concreto y
específico, más bien permite moverse en el tiempo, en el pasado y en el futuro. Esto es lo que ocurre cuando una obra te hace penar y cuestionarte: te hace sentir.

Una crítica que a menudo se le hace al arte conceptual es que se queda demasiado en la élite. Estás de acuerdo con esta afirmación?
En parte sí; el arte contemporáneo más conceptual pertenece a un mundo bastante intelectual. Pero creo que no se trata de hacer una obra mucho más fácil de leer. El arte que yo hago, por ejemplo, no tiene por qué ser masivo y, sin embargo, en otras partes del mundo hay trabajos de artistas visuales que son muy masivos. Tal vez tiene que ver con otras problematicas: con la educación, con la importancia que le da un país a su propio trabajo artístico y, por tanto, es otra la visualización que tienen esos artistas. Se convierten en artistas que son muy visibles, que la gente riconoce como parte de su patrimonio cultural. Lo complicado de hacer una obra “popular” es el riesgo de que se pueda llegar a banalizar el mensaje y a convertirse en algo más envasado, digerible, fácil de consumir. Creo que por esa razón considero el trabajo de mediación muy importante, porque además es un trabajo que contextualiza la obra en el lugar donde se sitúa. Y el el arte hay que ir a buscarlo, a investigarlo, si a alguien le interesa. No es un programa de televisión, no es una publicacion en instagram.

Volviendo al tema de la conmemoración de los 50 años del Golpe y, más allá de esto, al tema de la memoria, desde cuándo ha cruzado tu historia, como artista?
El trabajo sobre la memoria está presente desde el inicio de mi carrera. Desde el 2000 vengo trabajando con temas que tienen que ver con memoria. Especificamente las últimas obras se conectan en una serie llamada “Proyecto ADN” que se inicia en 2009. Esta serie trabaja la idea de la memoria desde un lugar mucho más abstracto y que tiene que ver con la idea casi metafórica, por ejemplo, de una elipse de ADN cortada, quebrada, en términos escultóricos, donde la presencia del agua y la electricidad siempre ha estado muy presente y muy potente.

Estamos hablando de temas y mensajes con una carga muy potente. Qué provocan en el público las obras de esta serie?
Para mí son obras que no dejan indiferente al espectador; de alguna forma lo atrapan, como la poesía. Hay una construcción de una cierta belleza, a partir del horror inicial de esta temática que
tiene que ver con los desaparecidos, con la búsqueda; pero la forma en que está construida la obra es un poco una trampa, es una forma de atrapar al expectador. Por ejemplo, hay un juego entre la
seducción que produce el sonido del agua, que termina siendo muy importante para la obra en términos de reflexión, tanto en términos formales como espejo y a la vez en términos de contenido.

Exponer la electricidad en mis obras es tensar este elemento con el otro que es el agua. Este trabajo puede dar cuenta de lo problemático, delicado y complejo que es trabajar con esta temática. A nivel metafórico, en cualquier momento puede provocarse un cortocircuito que apague todo o que arreviente todo. Esta sensación que no necesariamente tiene por qué estar conceptualizada, sino es una sensación que el espectador percibe como tal, ayuda a construir una escena que es muy contradictoria. En términos sensitivos, es navegar entre algo que no sabes si es bello o si te da miedo, si te produce seducción o descomposición. Hay distintos procesos que van pasando en la obra.

A medida que fue avanzando esta investigación, fue tomando distintas formas y también has ido abarcando problemáticas relacionadas a la naturaleza, incorporando elementos vivos. Cómo se ha dado este proceso?
Desde el trabajo en las artes visuales, hay muchas cosas que se mezclan en términos teóricos y visuales y esto siempre ha estado en mi trabajo. Por ejemplo, en relación a lo vivo, casi todos mis
trabajos han tenido una manera performática de presentar la obra. Puedo mencionar “Bestia segura” (2015), donde hay seres vivos dentro de la obra y, por lo tanto, el comportamiento que se
produce dentro de la misma es imposible de manejar por completo. Cuando trabajo en Proyecto ADN está el agua que yo considero elemento vivo, que circula como una fuente en constante
movimiento, circulando y seduciendo a otro elemento que es la electricidad en una sensación de movimiento o de colapso constante.

Estas obras donde la naturaleza está directamente involucrada, sientes que son capaces de llegar también a otro público?
No sé si me interesa que le hablen a otro público. Me interesa presentar problemáticas interesantes en términos visuales y en términos conceptuales. Me parece que la problemática que se ha ido
generando últimamente es el cambio climático; es posible verla representada por muchos artistas que la trabajan hoy en día como una preocupación. Se trata de instalar preguntas que están
reflejando los tiempos actuales.

Cuál es tu mensaje?
Cada uno nace en un punto determinado del mundo y de la historia y, desde mi biografía, me tocó vivir cosas que me permiten tener un punto de partida, desde un lugar donde miro el mundo y un
lugar desde donde propongo. Y lo que me ha tocado, lo que me ha interesado visualizar tiene que ver con la forma con que el ser humano abusa de otro. Y a partir de esa idea general me interesa
producir subjetividades que permitan reflejarte y distanciarte y tomar conciencia de algunas situaciones que podríamos evitar, de las cuales podríamos aprender, de las que podríamos y deberíamos hacer memoria.

Cuáles son tus planes para el 2023?
En principio, realizar 3 instalaciones: “Hacer agua” que parte en 2022 y termina en 2023 y que abre para mí el proceso de conmemoración de los 50 años del Golpe. Luego en abril se inaugura una muestra en el Museo de Arte Contemporáneo sede Quinta Normal, en el hall central. Y en el segundo semestre una instalación en el hall central también en Bellas Artes. Y posiblemente, aún no está confirmada, una expo internacional fuera de Chile a finales de año. De alguna manera todas estas exposiciones están relaiconadas una con otra.

Más información sobre la próxima exhibición: https://www.cclm.cl/exposicion/adversativa/
Más información sobre el artista: https://maximocorvalan-pincheira.com/