Salía de dejar a un amigo en la estación de Atocha en Madrid. Me encontraba esperando a que el semáforo cambiara de rojo a verde; veo una señal grande con una flecha blanca sobre fondo azul me indicaba la obligatoriedad de seguir recto. Arranco deprisa. Frente a mí, un agente de movilidad haciendo señas para que siga recto y yo, todo chulo, giro a la derecha pasando por delante y, por ende, bloqueando el paso a cuatro filas de coches que también esperaban para salir. El agente me ve, me para y me dice que me va a sancionar. Yo le digo, intentando hacer el típico chantaje emocional, “No me haga eso, por favor”. El agente, lógicamente muy enfadado, me responde que no, que me lo he hecho yo… “Solo ha faltado que me hagas un corte de mangas. Me has faltado al respeto, ¿no te das cuenta?”. Y me sanciona.

Tenía que ir a la derecha y no pensé en que podía hacer el giro en la siguiente glorieta aunque me retrasase, iba a hacer perder 5 minutos pero, ¿qué significa el tiempo cuando se trata de seguir las normas de circulación y respetar a los agentes de movilidad?.

La gran lección, respeta las señales de tráfico pero respeta más a las personas. Detrás de un uniforme hay un ser que está haciendo su trabajo lo mejor que sabe y que muchas veces, dependiendo de la gravedad de las circunstancias, hace la vista gorda para no sancionar, puede que suelte una reprimenda para que todo quede en un mero aviso y así se aprenda de forma más suave.

Los agentes de movilidad no son malas personas que se dedican a fastidiar a los demás, sencillamente intentan mejorar el tráfico para que todos los conductores podamos llegar a nuestro destino lo mejor posible.

Lo que yo hice ese día, me di cuenta en el momento en el que me miró a los ojos muy enfadado, fue una falta de respeto a una persona que estaba intentando mantener el tráfico fluido para que el resto de conductores no se vea afectado por los actos tan chulescos de conductores como yo ese día. Tan soberbio: “yo hago el giro por mis santos colchones”… y multa que pago con gratitud como si me hubiese sacado un título de un máster universitario.

Las mejores enseñanzas se aprenden en la calle cuando tienes la humildad suficiente para darte cuenta, ser consciente plenamente de los errores cometidos y, por supuesto, no volver a repetirlos.

Desde aquí pido disculpas a ese agente que me detuvo en un momento de mi vida, en el que iba muy deprisa intentando pasar por encima de los demás y me frenó para ponerme en mi lugar.

Observar significa ver las opciones que tenemos en la vida para hacer lo correcto sin molestar al prójimo. Conducir sin molestar es hacer que nadie sepa que hemos pasado por aquí.

Gracias, Universo, por permitirme aprender de cada situación de la vida.