Hace 41 años, la Asamblea General de la ONU estableció el 21 de septiembre como el Día Internacional de la Paz. Sin embargo, repasando un poco la historia internacional y cómo ha evolucionado hasta nuestros días, es difícil discernir un día en el mundo en el que prevalezca la Paz. Y así ha sido al menos durante los últimos 200 años.

Por Nikos Stergios – Mundo sin guerras y sin violencia

Evidentemente, una fecha tan importante está ahí, en el calendario del mundo, para recordarnos que la Paz es una realidad cotidiana inexistente para miles de millones de personas. Pero también está ahí para recordarnos los hermosos sentimientos más profundos que nos embargan con sólo pensar en ella.

La paz como palabra, describe una condición que no existe en el mundo, y puede ser la única. Incluso en las zonas del mundo donde no tenemos un conflicto armado, el coste anual de los gastos militares es inmenso. Bastaría con un 10% para mejorar las condiciones de vida de millones de nuestros semejantes. Y sin embargo, la mayor parte del poder político moderno sigue sirviendo a los intereses de la industria militar, incluso invocando el sentimiento «patriótico» o inventando futuros «enemigos». Los métodos tradicionales de marketing. Y el coste, el coste real, no es de 2 billones de dólares (datos del SIPRI 2021). Es ese coste incuantificable e insoportable de las vidas humanas perdidas y de la degradación global del medio ambiente y de la calidad de vida en el planeta.

A lo largo de la historia de la humanidad, la evolución se ha producido porque hemos sido capaces de imaginar una condición que no existía. Una condición para la que no teníamos memoria histórica previa. Fue este salto trascendental, pequeño o grande, local o global, el que abrió nuevos horizontes y mejoró nuestras condiciones de vida. Y cuando lo inexistente se hizo real en nuestra imaginación, nos enamoramos de ello y trabajamos con intención para crearlo.

Hay esperanza, no hay que dar lugar al pesimismo, al contrario. El movimiento por la paz está avanzando, ICAN (Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares) es actualmente el mejor ejemplo y afortunadamente no el único. Tenemos que trabajar como movimiento para cambiar los valores normativos de nuestra sociedad. Colocar al ser humano como valor y preocupación central, rechazar toda forma de violencia. Y al mismo tiempo, este movimiento, esta acción popular organizada, debe trabajar en conjunto para crear políticas de voluntades que se logren concretar. Políticas que acerquen lo inexistente a la realidad.

Estamos enamorados de la Paz, de esa condición inexistente, y somos nosotros quienes la haremos realidad. Comencemos.