El primer dato de las elecciones políticas italianas es el récord de abstención: un 64% de los votantes, confirma la desconfianza de los electores hacia el sistema político dañado por los cambios de programas y alianzas, por un sistema electoral incomprensible que premia a unas regiones del país en detrimento de otras (un voto en Calabria vale menos que un voto en Trentino, por ejemplo) pero sobre todo por la sensación de que no es la política la que decide realmente lo que se necesita hacer. Nunca en Italia se había tenido una abstención tan alta.

Así, un partido, Fratelli d’Italia, que tiene ya en su símbolo una clara referencia al fascismo y un programa decididamente nacionalista y conservador, gana por primera vez y lo hace con el 26% de los votos de una coalición de centro-derecha en la que los otros 3 partidos juntos no alcanzan el 40% del resultado y, por tanto, estarán en una posición muy minoritaria. Será la primera vez que una mujer, Giorgia Meloni, sea Primera Ministra en este país.

Cabe señalar que Fratelli d’Italia fue el principal partido de la oposición al gobierno de unidad nacional de Mario Draghi; las fuerzas de oposición de la izquierda que se habían unido en Unione Popolare no superaron el umbral, mientras que Sinistra Italiana, aliada con los Verdes y en la alianza de centro-izquierda, obtuvo el 3,5% y apenas logró llegar al Parlamento.

Desde el punto de vista de la paz y la no violencia, observamos en primer lugar que las cuestiones del desarme nuclear, la solución pacífica y rápida de la guerra en Ucrania, el aumento de la violencia y la peligrosa crisis climática y ecológica quedaron al margen de la campaña electoral; en segundo lugar, las listas que intentaron interpretar estas inquietudes no tendrán representación en el Parlamento, salvo algunos diputados de la Alianza Izquierda-Verdes y unos pocos elegidos en las listas del Movimiento 5 Estrellas, que, a pesar del transformismo que lo ha hecho aliarse con todos y participar en los tres últimos gobiernos, ha sido percibido sobre todo en el sur de Italia como la única alternativa a los partidos tradicionales.

Se establece así una gran distancia entre las personas que se manifestaron en las plazas sólo el viernes pasado por la Huelga Climática Global, los comités y asociaciones que luchan por los derechos humanos, por el medio ambiente, y las personas preocupadas no sólo por su vida sino por la de toda la humanidad.