Resultados e impactos en la política presente y futura

Es muy improbable que no se dé un giro hacia el fortalecimiento del modelo neoliberal, en los ámbitos de poder político.

En este escenario, la incógnita es si esta situación de derechización en el poder, será un elemento suficiente que permita que surja un fuerte y verdadero intento de articulación, en las distintas fuerzas antineoliberales, populares, feministas, ecologistas, disidencias y humanistas en la base social; paradojalmente, no se veía tampoco como algo seguro que tal acercamiento se diera, si hubiera triunfado el Apruebo.

La única certeza evidente, es el vaciamiento de personas que participan orgánicamente de las instituciones políticas y sociales, situación que se viene concretando en la última década, lo que pareciera dejar en manos del poder de los medios de difusión y las plataformas virtuales, la creación de realidad.

Quienes creímos en el despertar inorgánico de 2019, y sus posibilidades de incidir políticamente, más allá de lo que dicta un análisis medianamente vigílico, la experiencia hasta este momento, nos alerta sobre lo que supimos, pero optamos obviar.

Otro tanto en el mismo sentido, fue la sorprendente cantidad de gente llenando la Alameda en el cierre del Apruebo, contrastado con el resultado del plebiscito.

Entonces, por más difícil que aparezca la empresa de lograr que avancen los cambios positivos por los intereses de las mayorías, no existe posibilidad distinta a que el cambio venga desde las bases organizadas, esclarecidas y con imagen de futuro compartido.

Los Movimientos sociales y las orgánicas políticas antineoliberales, requieren desarrollar su capacidad de generar ámbitos de encuentro, para trabajar sobre direcciones comunes y elementos concretos de convergencia, que permita una articulación y desarrollo organizacional y de proyecto político.

En lo inmediato y urgente, necesitamos profundidad para ver a quienes votaron Rechazo con compasión y ternura. Somos a todas luces una sociedad dañada, tratando de procesar ese daño que hemos sufrido por décadas.

No todo es desgracia, perder también nos recuerda que siempre fuimos minoría, además seguir lamentándonos es una falta de respeto para las 4.8 millones de personas, que creen que Chile puede y requiere ser distinto.

Al parecer, algunos partidos tienen la mirada puesta en incidir en aquellas mesas de negociaciones que se están instalando en estos días, leyendo la votación como apoyo a estas instancias, sin preguntarse ¿qué podría decirse en esos espacios, que genere eco en la gente que votó en contra de los cambios propuestos, pensando en una sociedad diferente?

Mientras en las calles las nuevas generaciones se levantan en el día después, hablando nuevamente de una Asamblea Constituyente Soberana. Allí existe otra mirada, una nueva concepción de la realidad.

La tarea impostergable de la buena gente, será colaborar para que nuestra sociedad supere el miedo y el individualismo, que es proclamado concertadamente por toda la prensa y medios masivos de difusión en manos de las derechas. Su dinero mal habido ha sido puesto a raudales a trabajar en las mentiras y en las herramientas de creación de realidades, en que las mayorías son inhabilitadas para participar protagónicamente.

Se requiere, dicho de otro modo, apostar a la renovación del poder político con participación vinculante y redes sociales, No Virtuales sino, de afecto y proyección futura, que aporte a la recomposición del tejido social.

Ante esta democracia representativa, la salida será democracia real y participativa, la que permita concretar políticas públicas, de cambio rápido y sustantivo, en los temas concretos que tienen precarizadas a amplias capas de la sociedad chilena.

 

Redacción colaborativa de Angelica Alvear, Guillermo Garcés, César Anguita, Natalia Ibáñez, Odel Soto, Natalia Canto, Sandra Arriola Oporto y Elizabeth Bravo. Comisión política.