La increíble muestra sobre la guerra organizada por Ucrania en la capital checa.

Cuando leí la noticia sobre la muestra, tuve la esperanza hasta último momento de que fuese una fake news. Una de esas noticias inventadas por algún gracioso con el único objetivo de desencadenar una reacción de indignación, o quizás el experimento social de un sociólogo excéntrico.

Y en cambio no. Llegando a la explanada de Letna, frente al estadio de Sparta Praga tuve que admitirlo. Es todo verdadero, aunque sea algo increíble.

La Municipalidad de Praga aceptó la propuesta de la embajada de Ucrania en República Checa para organizar una muestra de armamentos rusos destruidos por el ejército ucraniano en estos meses. En plena guerra, el gobierno de Ucrania organiza un convoy de camiones para transportar al exterior los equipos destruidos al enemigo y mostrarlos al público en una exposición gratuita.

Allí, frente a mí, alineados uno tras otro como una columna militar fantasma, campean diversos vehículos militares blindados, tanques destripados por un cohete y grandes medios de tracción a oruga con el techo desfondado por una bomba o hechos saltar por los aires por una mina. Las compuertas se han dejado abiertas para permitir al público de admirar mejor los interiores devastados por las llamas, y ver el siniestro espectáculo de las chapas abiertas, desde donde surgen horrendos haces de vísceras mecánicas.

Amontonados frente al vehículo más grande e imponente, hay una serie de misiles sin explotar, partes de cohetes y grandes fragmentos de bombas.

La surrealista exposición es observada por un pequeño grupo de personas, entre las cuales algunos niños llevados por sus abuelos, que pasean curiosas entre los restos. Las personas se mueven en silencio y algunos sacan fotos.

Cerca de cada vehículo se pusieron carteles ilustrativos que describen los detalles del mismo y el modo en que fue aniquilado, y al inicio de la columna truena un imponente póster azul y amarillo que recita en caracteres cubitales, en inglés, el eslogan “Se valiente como Ucrania”!

Es una verdadera operación de marketing global y no un hecho aislado. Es el marketing de la guerra. La cosa más impresionante que noto, y que me hace estremecer, es que esta operación no está concebida con el fin de hacer percibir a las personas el horror de la guerra, sino exactamente con el objetivo contrario.

Aquí la guerra es exaltada. Se quiere transmitir el orgullo de haber batido al enemigo. La bestial excitación por haber destruido, humillado y matado a quien ha osado desafiarnos. Se quiere compartir la satisfacción y el honor de haber logrado derrotar y humillar a los malos.

La escena parece un salto atrás en el tiempo y recuerda la macabra práctica de algunos pueblos del pasado, entre los cuales existía la costumbre de colgar o empalar los cuerpos de los enemigos muertos en batalla en las puertas de la ciudad para infundir temor y respeto y para que esto sirviese de advertencia.

Al mismo tiempo, está el intento de llevar el terror, de hacer sentir el peligro, de involucrar en la furia de la confrontación a otras personas, otros países, otras fuerzas. Ucrania no parece moverse con la intención de pedir ayuda para apagar las llamas que se extienden dentro de sus confines, sino para hacer de modo que el incendio se propague a todos lados.

Más allá de lo que se pueda pensar sobre este conflicto. Más allá de las razones que se puedan querer ver de un lado o del otro, el dato más evidente que se observa es la total ausencia de voluntad de hacerlo terminar. Se percibe, casi físicamente, el empuje del poder para hacer que se supere un límite. Que se sobrepase esa sutil línea más allá de la cual nuestra humanidad se esfuma, dejando lugar a nuestra peor parte.