El número de desplazados internos en todo el mundo alcanzó la cifra récord de 59,1 millones a finales de 2021, frente a los 55 millones del año anterior.

Según el informe mundial anual del Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC, por sus siglas en inglés), esta cifra sin precedentes es el resultado de nuevas oleadas de violencia y de situaciones de conflicto prolongadas en países como Etiopía y Afganistán, pasando por Siria y la República Democrática del Congo (RDC).

«La situación actual es vertiginosamente peor incluso de lo que sugiere este dato histórico, ya que no incluye a los casi ocho millones de personas que se han visto obligadas a huir de la guerra en Ucrania.

Los dirigentes mundiales deben hacer un esfuerzo titánico para prevenir y resolver
los conflictos y poner fin a esta escalada de sufrimiento humano», afirmó Jan Egeland, secretario general del Consejo Noruego para Refugiados.

En 2021, se registraron alrededor de 38 millones de desplazamientos internos, o movimientos, la segunda cifra anual más alta de la década después del récord histórico de 2020 en desplazamientos por desastres. Los conflictos y la violencia provocaron 14,4 millones de movimientos, lo que supone un aumento de casi un 50 % respecto del año anterior.

El África subsahariana fue la región más perjudicada, con más de cinco millones de desplazamientos registrados solo en Etiopía, el dato más alto registrado para un solo país. La República Democrática del Congo, Afganistán y Myanmar también alcanzaron cifras sin precedentes en 2021.

En Oriente Medio y el Norte de África se registraron los datos más bajos en una década, debido a una
reducción en la violencia en países como Siria, Libia e Irak, aunque el número total de desplazados internos de la región continuaba siendo preocupante a finales de año.

«El desplazamiento prolongado jamás podrá resolverse si no se procuran unas condiciones sostenibles para que los desplazados internos puedan retornar a sus hogares, integrarse a escala local o reasentarse en otro lugar», afirmó Alexandra Bilak, directora del IDMC. «Para resolver los factores subyacentes que retienen a las personas desplazadas en ese limbo, se necesitan iniciativas de consolidación de la paz y de desarrollo».

Los desastres siguieron causando la mayoría de los desplazamientos internos en todo el mundo, con 23,7 millones en 2021. Las amenazas relacionadas con el clima concentraron un 94 % de estos desplazamientos, muchos de los cuales fueron evacuaciones preventivas por las alertas de ciclones e inundaciones que afectaron a zonas densamente pobladas de la región de Asia-Pacífico.

China, Filipinas y la India alcanzaron sus datos más altos de los últimos cinco años, con 6 millones, 5,7 millones y 4,9 millones respectivamente.

En muchos países, el conflicto y la violencia se sumaron a los desastres, provocando diversas oleadas de desplazamientos. En Mozambique, Myanmar, Somalia o Sudán del Sur, el solapamiento de diversas crisis causó graves efectos colaterales en la seguridad alimentaria e intensificó la vulnerabilidad de millones de personas. Por su parte, la Covid-19 contribuyó a agravar las desigualdades y la
precariedad de vida de los desplazados internos.

Aproximadamente 25,2 millones de desplazados internos a nivel mundial son menores de 18 años, y los impactos de su desplazamiento trascienden su seguridad, bienestar y educación inmediatos.

Si bien se necesitan más datos para entender mejor estas repercusiones en toda su amplitud y a más largo plazo, no cabe duda de que proteger y apoyar a los niños y jóvenes desplazados no solo contribuye a salvaguardar sus derechos, sino también a crear un futuro más estable para todos.

«Los niños, niñas y jóvenes son catalizadores de cambio, y reconocerlos como tal es fundamental para proteger los avances del desarrollo y reducir el riesgo de futuras crisis», añadió Alexandra Bilak. «Para construir el mundo del mañana hay que empezar con su participación y su liderazgo».

Con información proporcionada por el Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC)