Ciudad de México, 4 de mayo

Por Amina Mezdour, miembro del Colectivo Internacional de Jóvenes Francófonos en el FSM 2022

Algunos temas requieren tiempo de reflexión para absorber la información recibida, comprenderla y ponerla en diálogo con nuestros conocimientos. Este fue el caso de este panel compuesto por seis ponentes de diferentes países (Guatemala, El Salvador, México, Honduras, Euskeria [País Vasco, España] y Túnez). Esta diversidad de contextos dio un perfil internacional muy interesante a los intercambios entre los panelistas y los participantes. Aunque cada uno de los ponentes sólo dispuso de diez minutos para exponer los efectos nocivos del empleo informal en sus respectivos países, las presentaciones fueron muy enriquecedoras.

Hay muchas similitudes en la experiencia del trabajo informal en todo el mundo. Este tipo de economía informal y no oficial constituye una parte importante del sector económico nacional en varios países. Por ejemplo, el sector informal representa el 70% de la actividad económica en El Salvador y el 60% en Honduras. La economía informal está presente en un amplio abanico de sectores como la agricultura, la industria, el comercio y la minería.

La economía informal es un sector de actividad predominantemente femenino, lo que convierte a las mujeres y a las niñas en protagonistas de un empleo económicamente precario y, en muchos aspectos, peligroso:

  1. Las mujeres y las niñas sufren de inseguridad física debido a su continua inseguridad financiera. Según los panelistas, muchas de ellas subsisten satisfaciendo sus necesidades del día a día.
  2. Las mujeres y las niñas realizan trabajos que afectan gravemente su salud. Estas trabajadoras desarrollan graves enfermedades debido a la exposición a sustancias químicas peligrosas en el lugar de trabajo, incluidos los pesticidas en los campos agrícolas.
  3. Las mujeres y las niñas trabajan en espacios insalubres (por ejemplo, fábricas, mercados) y en espacios inseguros en caso de emergencia (por ejemplo, incendios), lo que aumenta su estrés por la falta de seguridad.
  4. Las mujeres y las niñas corren el riesgo de sufrir accidentes mortales de camino al trabajo por la falta de un transporte público seguro.

Los panelistas coincidieron en que las repercusiones del trabajo informal en las mujeres no son aleatorias, ya que se derivan de las desigualdades sociales. En la sala de conferencias hubo consenso en que se trata más bien de un contexto social sexista y discriminatorio para las mujeres y las niñas. Más allá del contexto nacional, es innegable que el trabajo informal es el resultado del sistema patriarcal neoliberal dominante que no se preocupa por el bienestar de las personas y mucho menos de las mujeres. Las mujeres y las niñas pagan el precio de este sistema desigual en términos de su inseguridad financiera, su salud e incluso su vida.

La pregunta es: ¿hasta cuándo seguiremos viviendo así? ¿Cuándo el movimiento de resistencia a nivel local, nacional y mundial abolirá este doble sistema económico que mantiene a las mujeres y niñas en la precariedad?

Para concluir, los ponentes compartieron las iniciativas locales de movilización de Down-up para mejorar las condiciones de trabajo de las mujeres y las niñas, empezando por la formalización de sus actividades económicas. Esto les permitirá salir de la inseguridad económica y les proporcionará derechos básicos de los trabajadores, como el salario mínimo, la seguridad social, el seguro de accidentes laborales y las vacaciones pagas. La resistencia adopta la forma de organización y creación de sociedades civiles, asociaciones, colectivos y sindicatos que hacen visibles a estas mujeres y niñas, que han permanecido en la sombra durante demasiado tiempo.