Desde el balcón del Palacio de La Moneda y ante una plaza completamente desbordada de gente, Gabriel Boric, el Presidente más joven de la historia de Chile, dio su primer discurso en el que hizo un llamado a la unidad y al reencuentro, reafirmó su compromiso con el proceso constituyente, su respeto a los Derechos Humanos y a abordar las crisis que el país vive por las migraciones en el Norte («recordemos que se trata de seres humanos, no olvidemos que son seres humanos») y el conflicto en el Sur entre el Estado chileno y un pueblo que tiene derecho a existir, diciendo entre otras cosas:
«Asumo hoy con humildad, con conciencia de las dificultades del mandato que me han dado (…) sé que en cuatro años más el pueblo de Chile nos juzgará por nuestras obras y no por nuestras palabras». «Hoy era necesario hablar, mañana todos juntos a trabajar».
«Como dijo hace algunas décadas el Presidente Allende, hoy se abren las grandes alamedas por las que pasa el hombre libre, por las que pasan el hombre y la mujer libres, para construir una sociedad mejor».
«Vamos a apoyar decididamente el trabajo de la Convención (…) necesitamos una Constitución que nos una (…) a diferencia de la que nos fue impuesta a sangre, fuego y fraude, una Constitución que sea para el presente y para el futuro».
«El reconocimiento a existir de un pueblo, con todo lo que eso implica, será nuestro esfuerzo».
«Vamos a recuperar la economía y el medio ambiente, nunca más zonas de sacrificio donde el Estado también es responsable».
«Es central que ustedes se hagan parte de este proceso (…) desde este lugar quiero hacerles un llamado: que nos acompañemos en este camino y construyamos el cambio hacia un país digno y justo». «Venimos de las movilizaciones, no lo olvidemos». «Nos vamos a necesitar todos: gobierno y oposición». «Quiero que sepan que como presidente de Chile y nuestros equipos, no le haremos el quite a los problemas. Vamos a hablar con ustedes y les vamos a contar el porqué de nuestras decisiones (…) las autoridades no pueden ser inalcanzables».
«Nos sentimos profundamente latinoamericanos, sí, lo somos. Tenemos que trabajar juntos con nuestros pueblos hermanos en América Latina para salir adelante, trabajar juntos».
«Necesitamos redistribuir la riqueza que producen los chilenos y chilenas, porque cuando la riqueza se concentra solo en unos pocos, la paz es muy difícil».
«Tenemos que abrazarnos como sociedad, volver a querernos, volver a sonreír (…) qué importante es cuando no desconfiamos y apoyamos al trabajador del lado, apoyamos al vecino del barrio, nos queremos y apoyamos. Es importante la reciprocidad (…) eso tenemos que construir».
El nuevo Presidente fue reiteradamente interrumpido, aclamado, aplaudido por una multitud que gritaba «Gabriel, amigo, el pueblo está contigo», «El pueblo unido jamás será vencido» o «Revolución», moviendo sus banderas que llenaron de color la atmósfera de esta primera tarde de un nuevo período.