A muchos les sorprende la repentina y violenta reacción de Rusia, que es de esperar si se presta atención a los procesos y no sólo a los detalles. Ya en 2007, en la declaración de Europa por la Paz, se dijo que Europa se vería inmersa en un grave conflicto si seguía apoyando la política de Washington.

Y hoy, en este momento de la crisis ucraniana, sólo vemos un ganador, Estados Unidos, que ha conseguido varios objetivos:

1. Nuevas sanciones contra Rusia
2. Bloquear el gasoducto Nord stream2 y sobre todo detener una de las cosas que más temen, la colaboración entre Europa (Alemania) y Rusia.
3. Proponerse ante Europa como proveedor alternativo de gas.
4. Validar la narrativa de que Putin tiene objetivos expansionistas.
5. Aumentar el control sobre Europa
6. Hacer la guerra en Europa enviando sólo armas y no soldados. La guerra contra Rusia la libran los europeos, especialmente los ucranianos y los países de Europa del Este en general.

Lo que estamos presenciando es la consecuencia de 30 años de agresión de Estados Unidos contra Rusia con el apoyo de Europa. El incumplimiento de los acuerdos con Gorbachov en 1990, basados en el compromiso de no ampliar la OTAN a los países del Este, fue un momento crucial. La agresión continuó entonces con el llamado escudo de estrellas y la instalación de bases militares en Polonia y Rumanía. El avance estadounidense continuó con el golpe de Estado dirigido por Occidente en Ucrania, que llevó al país a un gobierno de oligarcas cercanos a Washington. Luego, en 2015, la Cabalgata de los Dragones llevó a las tropas estadounidenses a través de Europa del Este, hasta las fronteras con Rusia; las maniobras militares fueron acompañadas de una campaña de discurso de odio contra los rusos y contra Putin en particular y, lo que es más importante, de numerosas sanciones económicas y financieras diseñadas para debilitar una economía ya en dificultades.

Por su parte, Rusia ha dado el «paso en falso» que Estados Unidos provocó y esperaba para justificar nuevas sanciones. Desde el comienzo de la crisis, Moscú ha intentado llegar a un acuerdo explicando claramente sus exigencias: que Ucrania no se incorpore a la OTAN, ya que no podría aceptar instalaciones militares estadounidenses con misiles nucleares a 500 kilómetros de Moscú. Estas exigencias fueron calificadas de inaceptables, como si fueran aceptables unos hipotéticos misiles rusos en México o Canadá en la frontera con Estados Unidos.

Con esto, por supuesto, no justificamos el uso de la violencia o la guerra, pero entendemos el contexto general en el que se tomó esta decisión.

Quien pagará el precio más alto de esta crisis será Europa. No sólo subirán las facturas y muchas empresas se verán obligadas a cerrar, sino que también subirá el precio de todos los productos y dejarán de ser competitivos en el mercado mundial. Esto también frenará las exportaciones. En esta situación, los gobiernos europeos, en una especie de hara-kiri, aceptan el diktat de Washington, sacrificando inexplicablemente sus propios intereses, cuando deberían hablar con todos los actores en el terreno y encontrar una solución pacífica y razonable para todos.

Ni Rusia, ni Europa, y mucho menos la población ucraniana se beneficiarán de esta guerra. Por eso la declaración de Europa por la Paz de 2007 decía: Europa no debe apoyar ninguna política que arrastre al planeta hacia la catástrofe: está en juego la vida de millones de personas, está en juego el futuro mismo de la humanidad.

La gente quiere vivir en paz, aspira a la cooperación entre los pueblos y empieza a darse cuenta de que todos formamos parte de una gran familia humana. El desarrollo de la ciencia y la tecnología puede garantizar una vida digna para todos, pero la codicia de unos pocos está frenando el camino de la evolución humana. En ese momento, sólo una gran presión de los ciudadanos sobre sus gobiernos podría ayudar a cambiar el rumbo de los acontecimientos.

Si no se quiere la guerra, hay que dejar de hacerla. Los dirigentes europeos son incapaces de detener la avalancha, mientras que harían bien en escuchar las demandas de los pueblos. En lugar de alimentar esta guerra, tienen que reanudar el diálogo ahora.

Sin embargo, sea cual sea el punto de vista, las interpretaciones y los análisis de cada uno, esta guerra debe detenerse inmediatamente. La guerra pertenece a la prehistoria. ¡Construyamos la paz!

Europa por la Paz
www.europeforpeace.eu