Este artículo forma parte del número 0 de la recién lanzada revista humanista Ciclos.

 

Múltiples análisis se han hecho respecto de la elección presidencial del pasado diciembre en Chile, donde Gabriel Boric se impuso en las urnas con un histórico apoyo popular que desborda incluso lo que los propios partidarios del candidato hubieran imaginado. En ese sentido, una variable importante para el triunfo fue sin duda la participación de las y los jóvenes frente a la disyuntiva entre la candidatura de Boric y el otrora candidato Kast, siendo este último el representante de la derecha más conservadora del país.

Pero ¿a qué se debe esta reacción de la juventud al llamado de votar por Boric y dejar atrás la amenaza de Kast? Porque en simple llama la atención que fue una reacción a los resultados de la primera vuelta, donde el escenario fue verdaderamente adverso para el próximo Presidente de la República. En ese escenario, el candidato Kast ganó la elección, aunque de forma estrecha sobre Boric, demostrando que las encuestas y proyecciones sobre un crecimiento importante de la ultraderecha se demostraba de forma contundente en votos. Ante este resultado se desató de forma importante un apoyo masivo al candidato de Apruebo Dignidad, un apoyo que iba más allá de quienes auténticamente apoyaban al candidato, pasando de forma no menor por aquellos que ante la amenaza de Kast se plegaron de forma inmediata a la campaña de Gabriel.

Frente a este escenario, ¿qué rol cumplió la juventud? A mi juicio, la juventud cumplió un rol acorde a lo que históricamente las y los jóvenes han significado para los procesos sociales. Un rol propio de la dialéctica generacional de avanzar hacia los cambios o mantener el estatus quo, de abrazar las ideas de profunda transformación y de respeto a todas las personas, sin importar género, orientación sexual, procedencia, etc. Una juventud, que en el caso chileno participó fuertemente de la revuelta popular de 2019, pero también en la lucha estudiantil de 2011 y 2006. Con esto quiero llegar a la idea de que existe una generación, la sub-35 años, que tiene conciencia de las distintas luchas que en el tiempo reciente se han levantado. Aquí sobresale de manera importante el movimiento feminista, que en su última ola ha transformado de forma importante aquellas formas y tratos que el patriarcado históricamente ha empapado a las sociedades. Y así, pasando por la lucha ecológica, de las disidencias sexuales, animalistas, entre otras.

La reacción se fortalece pues aquellas libertades ganadas y aquellas con las que esta generación ha nacido -gracias a la lucha de las anteriores- estaban en peligro. Era casi imposible imaginar vivir bajo un régimen que menosprecia el rol de la mujer de la sociedad, que discrimina de forma directa o solapada a las disidencias sexuales, y así, en definitiva, un régimen de terror para el futuro de una generación acostumbrada a vivir con estas libertades personales que estaban en cuestionamiento por un sector político.

Podríamos pensar que tal vez no interesaba tanto quién fuera el candidato en oposición a la ultraderecha. Sin embargo, no debemos restar importancia sobre el símbolo de Boric y del conglomerado que lo levantó como candidato, pues más allá de las legítimas diferencias que se puedan tener con ese sector, supieron interpretar en términos electorales el proceso político y social que se había desencadenado post revuelta popular. Y entre las características de la candidatura de Gabriel resaltaba de forma importante su juventud, la cual fue criticada por sus opositores; sin embargo, este aspecto no hizo eco más allá que a los sectores más conservadores.

La juventud de Gabriel y del equipo que lo acompañó en su campaña fue un gran valor frente a una sociedad cansada de las mismas caras de siempre, donde las y los jóvenes habían sido postergados. Apruebo Dignidad representa entonces no solo un recambio a nivel político, sino que también generacional, aunque dentro de esta no convive exclusivamente una generación, pero que no cabe duda acompaña un proceso levantado fundamentalmente en el último tiempo por jóvenes.

El desempeño de Gabriel en su campaña de segunda vuelta y el posterior resultado que dio la victoria del magallánico, fue impulsada fuertemente por la juventud que a través de distintos medios se involucró en la campaña, ya sea en el territorio, como así a través de redes sociales; siendo este último un espacio donde la creatividad y estímulo del mundo digital aportó de forma importante a la divulgación de la campaña, pues en el momento que la gente se apropió de la campaña y esta se descentralizó, se logró generar la mística que en primera vuelta no había resultado.

El fenómeno de Gabriel Boric será seguramente de interés de estudio de muchos y muchas analistas, pues el manto de expectativas que la ciudadanía lo ha cubierto representa una gran responsabilidad para el próximo gobierno, pero también de una generación que por primera vez desde los albores de la patria se hacen cargo de los destinos del país. Será un momento de gran esperanza, pero que traerá dificultades, y aquí la duda cae sobre si aquella juventud que apoyó a Gabriel tendrá el mismo ímpetu de defender su gobierno y propuestas en un escenario de previsible complejidad política. Por ahora, podemos concluir que el interés de una generación en particular pudo dar vuelta la aguja en una elección que se esperaba ajustada, pero que sin embargo terminó siendo un rotundo triunfo de las propuestas progresistas frente al conservadurismo radical al que se oponía.

Oscar Oyarzo Hidalgo

22 años

Ex Secretario General Centro de Estudiantes de Derecho de la Universidad de Chile

Vocero de Acción Humanista

Coordinador Estudiantes Humanistas

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