La renuncia, sin su  correspondiente reemplazo, de los convencionales constituyentes, ¿ha de considerarse una nueva agresión a las que permanentemente recibe la Convención Constitucional?

PRELIMINAR

La Convención Constitucional es, a no dudarlo, ‘el’ problema de la ‘élite política’ nacional. En el funcionamiento de esa instancia parece estar situado el gran problema de los sectores dominantes y, en consecuencia, el de su representación política, tanto natural como espuria.

Esta situación no pudo dimensionarse en los primeros seis meses de funcionamiento, sino solamente hasta ahora, con la apertura de la segunda parte (y final) del trabajo de la corporación, fase en la que deberían quedar delineados los principales principios sobre los cuales se va a asentar la nueva institucionalidad chilena.

El período por el que atraviesa la Convención Constitucional no puede, en consecuencia, calificarse de tranquilo. Por el contrario, hay una manifiesta agresividad hacia sus integrantes, descalificaciones e imputaciones antojadizas, descréditos. Lo más notable, a diferencia de la fase anterior —en que podría decirse que las agresiones a la misma tuvieron un marcado sesgo ‘confrontacional’—, esos ataques parecen hoy obedecer a un plan: se advierte la concertación de algunos sectores interesados en llevarlos a cabo, en primer lugar; luego, no se trata solamente de meros insultos o descalificaciones sino propuestas determinadas o temores claramente expresados; además, los protagonistas no son solamente tres exóticos convencionales constituyentes sino reconocidos personajes de la política nacional. Más exactamente, sujetos que integran la ‘élite política nacional’. Se trata, por consiguiente, de una fase que supera a la anterior y en la que el actor principal de la oposición a la CC es, directamente, ese sujeto, algo que no ocurre por casualidad:  la ‘élite política’ es la única que puede comenzar a ordenar las piezas del juego hacia el ‘rechazo plebiscitario’.

DE LA CRÍTICA ‘CONFRONTACIONAL’ AL ‘RECHAZO’ PLEBISCITARIO

En la actual fase, a diferencia de otros momentos en la evolución del trabajo constituyente, la censura al mismo ha sido encabezada por el propio presidente de la República de ese momento, Sebastián Piñera, quien, hasta ese momento, jamás había incursionado en tan resbaladizos terrenos.

“Con el inicio de la votación de normas constitucionales por el pleno de la Convención, los cuestionamientos en torno a las iniciativas que levanta el grueso de los y las convencionales se han exacerbado. Desde el llamado movimiento ‘Amarillos por Chile’ hasta las figuras del actual parlamento se ha puesto en duda la legitimidad o el modo de proceder de la Constituyente y a eso se ha sumado en más de una oportunidad durante la última semana el Presidente de la República, Sebastián Piñera, quien en entrevista con El Mercurio extendió su preocupación sobre el ‘afán refundacional’ que a su juicio, hay al interior del órgano redactor”[1].

En efecto, cuando el martes 15 de febrero pasado se aprobaron 14 artículos del primer informe proveniente de la Comisión de Sistema de Justicia y el miércoles 15, 28 de los 36 artículos del informe de la Comisión de Forma de Estado, alcanzándose el quórum de los 2/3, la situación no fue del agrado del primer mandatario, quien señaló a la prensa el jueves 16 de ese mes:

“Tengo la impresión de que en el diálogo que se está desarrollando en la Convención Constitucional falta mejor voluntad, falta comprender ese aspecto trascendental de proyección, porque si terminamos con una Constitución que nos sigue dividiendo, no vamos a haber resuelto el gran desafío que tenemos de encontrar una Constitución que sea el gran marco de unidad, de estabilidad, de proyección, y dentro de ese marco poder procesar nuestras legítimas diferencias”[2].

La crítica de Piñera no fue confrontacional, como la que hasta ese momento habían empleado los que hemos denominado ‘convencionales exóticos’. Por el contrario, adoptó el carácter del consejo que un buen padre de familia entrega a sus hijos díscolos. Fue, en otras palabras, una ‘recomendación’. Cinco días después, en un ‘punto de prensa’ realizado el martes 22 de febrero pasado a propósito de la llegada de un cargamento de vacunas anticovid del Laboratorio ‘Moderna’, volvió Piñera a aconsejar a la Convención señalando que

«Llevamos 40 años dividiéndonos y enfrentándonos por la Constitución del 80, no queremos pasar los próximos 40 años dividiéndonos y enfrentándonos por la Constitución que esperamos que surja de la Convención».

«Una Constitución tiene que ser de todos y debe ser reconocida, respetada y que todos se sientan incorporados y protegidos por esa Constitución. Si es de un grupo y no del otro grupo, no es una solución como Chile necesita y merece. Además, una Constitución debe defender ciertos valores fundamentales».

«[…] no es bueno debilitar, por ejemplo, el concepto de la relación entre el Estado y los ciudadanos. El Estado está al servicio de las personas y no al revés. Una Constitución debe darle poder a las personas y no sólo a los políticos, pero además me parece preocupante debilitar la independencia y la separación de los poderes del Estado, debilitar la independencia y la autonomía del Poder Judicial o Legislativo»[3].

Pocos días más tarde, el 26 de ese mismo mes, la crítica hacia la Convención Constitucional, que llegó de labios de otra autoridad, adquirió otros ribetes más agresivos. El presidente del Servicio Electoral Andrés Tagle, en carta enviada al director de El Mercurio y publicada el sábado 26 de febrero pasado, en ese rotativo, bajo el título de ‘La igualdad del voto en la nueva constitución’, afirmó que

“[…] todos hemos tenido un solo voto en las elecciones en Chile. Ha valido lo mismo en los plebiscitos y en las elecciones donde se elige un candidato. Pero no ha valido lo mismo cuando se eligen las cámaras del Parlamento o para la Convención Constitucional, violando así un derecho humano esencial”[4].

La crítica de Tagle, abiertamente ‘descalificatoria’, afirmaba que la Convención

“[…] fue electa con desigualdades graves en el voto que ponen en duda su origen democrático”[5].

Ante la ola de críticas en su contra, se excusó Tagle, más tarde, indicando que el sentido de su observación no fue denunciar la ilegalidad de la corporación, sino entregar

«[…]  una opinión personal, que no compromete a los demás miembros del Consejo Directivo del Servicio Electoral».

“Adicionalmente debo señalar que jamás he tenido la intención de cuestionar la legitimidad de la Convención Constitucional. Sólo he querido señalar que la existencia de elementos de desigualdad en el voto con que fue electa, reproducen la dispar representación de otras elecciones. Por lo demás, los convencionales no son responsables de la forma en que fueron electos y el Servicio Electoral, cuyo Consejo presido, fue el responsable de organizar dicha elección con total transparencia y con apego a los términos que dispuso la Constitución”[6].

Que haya existido una evolución en materia de críticas hacia el órgano constituyente no implica en modo alguno que el tono confrontacional haya quedado en el olvido. Por el contrario. En ese sentido, la más conspicua representante de esa corriente ha sido la senadora Ximena Rincón quien, en una entrevista que le hiciera Radio Pauta, señaló, al respecto:

“Si este texto camina en la línea de lo que ha ido dibujándose públicamente, obviamente yo al menos no voy a estar por aprobarlo”.

“Mis palabras son claras y no requieren más explicación. Vamos a tener que ver como camina todo el texto de la Convención. Esto no se trata de que haya o no haya Senado ni amenazas respecto de votaciones legislativas, tiene que ver con un texto que represente a toda la ciudadanía”[7].

Las expresiones de Ximena Rincón no han ido en dirección opuesta a las aprehensiones que su camarada Ignacio Walker manifiesta, en cuanto a defender las tesis socialdemócratas de Anthony Blair y Anthony Giddens, y afirmar que el ‘refundacionismo’ y el ‘populismo de izquierda’ constituyen el ADN del Frente Amplio y, en consecuencia, de la Convención Constitucional[8].

Esta posición no puede separarse de la que muestra el senador Jorge Pizarro, cuando defiende la existencia del Senado, ni de la que esgrimen las sanitarias cuando advierten que no es broma la recuperación del agua. Y es que, en general, las demás posiciones defienden abiertamente intereses económicos, tanto personales como corporativos, también, ampliamente compartidas por la ‘élite política’.

LA DESPEDIDA DE PIÑERA

Hubiere constituido un desatino suponer que la despedida de Piñera iba a dejar de advertir el peligro que significa para el bloque dominante el funcionamiento de la Convención Constitucional.

“Me preocupa el excesivo afán refundacional e identitario de amplios sectores de la Convención Constitucional. Chile no nace con esta Convención, Chile tiene una historia y nuestra Nación es mucho más que la suma de sus partes”.

“También me preocupa debilitar al Poder Judicial, debilitar la igualdad ante la Ley, suprimir al Senado de la República que siempre ha cumplido un rol muy fundamental (…) Tampoco es bueno restringir las libertades de las personas como la libertad de conciencia, la libertad de religión, la libertad de expresión o la libertad de los padres de formar y elegir la educación de sus hijos. También, no es bueno debilitar la libertad de emprendimiento o el derecho de propiedad”[9]

Últimamente, el afán de descalificar el trabajo de la corporación constituyente se ha visto también fortalecido con las recomendaciones que el periódico norteamericano ‘Financial Times’ ha querido hacer llegar al presidente Boric referidas a la labor de la misma, la que ve

«[…] dominada por la izquierda radical y los independientes inconformistas. Las propuestas debatidas hasta ahora (aunque no aprobadas) incluyen la creación de 11 sistemas distintos de justicia para diferentes grupos indígenas, la abolición de la separación de poderes burgueses y la nacionalización de la minería”.

“Boric tiene una rara oportunidad de demostrar que Chile puede nuevamente marcar tendencias a nivel mundial, esta vez mediante la creación de una sociedad más justa y ecológica, al mismo tiempo que preserva el crecimiento y la inversión privada. Ese podría ser un nuevo modelo, tanto para América Latina como para el mundo en desarrollo. Pero será necesario que Boric controle las payasadas de la asamblea constituyente”[10].

MOTIVOS O RAZONES TRAS LOS ATAQUES

El momento en que el ex presidente Piñera tomó la iniciativa de dirigir los ataques a la Convención no fue casual. Como ya lo señaláramos, se produjo cuando las proposiciones sometidas al pleno de la Asamblea comenzaron a ser aprobadas con una votación que iba más allá de los 2/3 de los convencionales constituyentes, algo que parecía imposible de ocurrir. Porque se suponía contar con el tercio necesario para evitar los acuerdos. La ‘estrategia’ de los sectores conservadores dentro de la Convención Constitucional parecía no dar resultado haciendo necesario que el propio ex presidente de la República —y quienes quisieran involucrarse en ello— volcase sus esfuerzos a preparar la campaña del ´rechazo’. Así, la ‘élite política’ volvería, a tomar las riendas de la defensa de sus ´propios intereses. Y era tan fuerte esa convicción que el diputado de Renovación Nacional RN Diego Schalper la asumió como propia en una reunión secreta realizada el lunes 28 de febrero recién pasado en el Hotel Best Western Premier Marina, de Las Condes, donde dijo a los miembros de su colectividad:

“Hay que quitarle fuerza moral a la Convención. ¿Cómo se le quita fuerza moral? Contándole a la gente que todas las iniciativas populares de normas las habrán discutido en promedio una hora las comisiones. Se han juntado 50 mil firmas para terminar durando una hora de conversación.  Eso le quita fuerza moral, porque ellos dicen que son participativos”.

“Tenemos que hacer competir a la Convención Constitucional con el Parlamento Constitucional. ¿Cómo? Con una alternativa, y nuestra alternativa no puede ser del partido ni de la derecha. Tiene que ser una alternativa mayoritaria y eso se llama el proyecto de Michelle Bachelet”[11].

EL RECHAZO PLEBISCITARIO

Las clases dominantes son dominantes porque dominan, y dominan porque tienen conciencia de su rol social. Cuando una estrategia falla, debe construirse otra; y si esta también falla, otra. Y otra. Y así sucesivamente. Por eso, hasta revivir un proyecto como el de la ex presidenta Bachelet puede ser posible para esos sectores. Si el descrédito confrontacional había fallado, si fallaba, igualmente, la formación de un grupo destinado a bloquear las proposiciones al interior del pleno e impedir los acuerdos, quedaba la preparación del rechazo plebiscitario, vía que requería del trabajo conjunto de la ‘elite política’. Una ‘élite’ que

“[…] se oponga a la nueva Constitución y llame a votar rechazo. Para ello, qué duda cabe, no escatimará recursos, de ningún tipo. Además, lo hará en nombre de lo que a ‘Chile le conviene’, lo que ‘Chile quiere’. Ya que quién mejor que ella para interpretar los deseos y necesidades de ‘su’ pueblo”[12].

Esta proposición crítica se prepara, desde ya  —sin esperar, siquiera, conocer el proyecto que presentará la corporación a la comunidad nacional—, para llamar a la ciudadanía a votar por el  rechazo del proyecto de constitución de la Convención Constitucional pues, de acuerdo al art.142 de la constitución pinochetista reformada,

“Comunicada al Presidente de la República la propuesta de texto constitucional aprobada por la Convención, éste deberá convocar dentro de los tres días siguientes a dicha comunicación, mediante decreto supremo exento, a un plebiscito nacional constitucional para que la ciudadanía apruebe o rechace la propuesta”.

“Este plebiscito deberá celebrarse sesenta días después de la publicación en el Diario Oficial del decreto supremo a que hace referencia el inciso primero, si ese día fuese domingo, o el domingo inmediatamente siguiente”.

Ese domingo ‘inmediatamente siguiente’ es el 11 de septiembre de 2022, por lo que podemos suponer que ese día debería realizarse el plebiscito dirimente.

Cristián Valdivieso, de la encuesta Criteria, rotundo opositor a la corporación, señala sobre el particular:

“[…] la gente no sabe qué hacer o más bien tendería a aprobar. Rechazar aparece como una decisión poco atractiva, porque no hay otra opción sino volver a la Constitución de 80.

Dicho eso, la foto que uno ve no es positiva para la Convención. Y tampoco es positiva para el plebiscito de salida. Porque se ve una foto que va a terminar muy polarizada. Una elección donde las minorías movilizadas van a hacer una diferencia, pero la mayoría de la población va a quedar al margen, sintiendo que es una Constitución disputada por los poderes políticos. En ningún caso va a terminar como una constitución aplaudida o abrazada por ser una Constitución de todos”[13].

Pero… ¿esa es la única opción que tienen los sectores dominantes? No nos parece que una acción política encaminada a neutralizar el trabajo de la Convención Convencional se agote en la sola vía de esperar la realización del plebiscito. Sería conceder una muy baja estima a la conciencia que del cumplimiento de su rol tienen las clases dominantes.

RENUNCIAR SIN REEMPLAZAR

En septiembre de 2021, una investigación del periódico ‘La Tercera’ reveló que el convencional constituyente Rodrigo Rojas Vade no sufría de cáncer, como había afirmado, sino de otra enfermedad. Para el colmo, el convencional constituyente había realizado una rifa en beneficio propio para ayudarse en el pago de su tratamiento. Un engaño a la comunidad, excusa que necesitaba la ‘èlite política’ para provocar un escándalo de proporciones. Poco o nada importó que Rodrigo Rojas no vaciara las arcas fiscales (como los altos mandos de las Fuerzas Armadas) ni hubiere sacado los ojos a 500 personas (como las autoridades gubernamentales). Debía separársele de la Convención e, incluso, enviársele a la cárcel.

Sin embargo, la ley que había modificado la constitución no contemplaba que los miembros de la misma pudieran renunciar a ella. El Parlamento debía resolver tal situación lo que provocó el envío de un nuevo proyecto y la consecuente dictación de la Ley Nº 21.432 de Reforma Constitucional sobre renuncia de convencionales constituyentes, de 09 de marzo de 2022, cuyo único art. señala, al respecto:

Artículo único.- Agrégase, en el inciso primero del artículo 134 de la Constitución Política de la República, a continuación del punto final que pasa a ser punto y seguido, el siguiente texto: «Sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 60, los convencionales constituyentes podrán renunciar a su cargo cuando hechos graves afecten severamente su desempeño o pongan en riesgo el funcionamiento de la Convención Constitucional, y así lo califique el Tribunal Calificador de Elecciones”.

A pesar que, hubo una fuerte discusión en torno al reemplazo de los convencionales que renunciaran, el Parlamento no aprobó la posibilidad de reemplazarlos, como era de suponer. No existe explicación oficial a este vacío legal. Decir que no hubo acuerdo no es una razón. Lo que sí está claro es que no se trató de un simple olvido sino de una acción consciente y deliberada de los miembros del Parlamento. Y de la presidencia de entonces. La pregunta que nos acosa, en consecuencia, es qué sucedería si todos los convencionales de ‘derecha’ renunciaran. O ¿qué sucedería si también lo hiciesen otros? ¿Qué ocurre si los miembros de la corporación dejan de ser los 155 primitivos? ¿Qué señala la ley en esos casos? ¿Se consideraría abortado el trabajo de la Convención Constitucional? ¿Se estimaría viciada toda la corporación?

‘Honi soit qui mal y pense’ dice un viejo proverbio francés. Debemos ser ‘bien pensados’. Sin embargo, otro proverbio, muy chileno, nos enseña ‘Piensa mal y acertarás’. Porque está claro que no ha sido un simple olvido del legislador permitir la renuncia de los constituyentes y no pronunciarse sobre su conveniente reemplazo. Lo que nos hace preguntarnos: ¿está resolviendo de antemano y de esa manera el Congreso una amenaza a sí mismo para entregar, además, un arma formidable a quienes quieren destruir la Convención Constitucional, permitiendo renunciar a quien lo desee sin que pueda ser reemplazado?

No lo sabemos. Pero en una época en que la confianza en la representación política y en las instituciones del Estado sufre un franco deterioro, no está demás explicar qué sucederá con el trabajo de la corporación si la totalidad de los convencionales constituyentes ‘de derecha’ anuncian su retiro de ella.

 

[1] Cisternas, María Luisa: “Claudio Salinas: críticas contra la convención constitucional ‘van en la misma cuerda que la campaña de Kast’”, Radio Universidad de Chile, 28 de febrero de 2022. Con negrita en el original.
[2] Martínez, Catalina: “Presidente Piñera: ‘En el diálogo que se está desarrollando en la Convención Constitucional falta mejor voluntad y comprender ese aspecto trascendental de proyección’”, ‘La Tercera’, 17 de febrero de 2022.
[3] Redacción: “Presidente Piñera y trabajo de la Convención Constitucional: ‘No queremos pasar los próximos 40 años dividiéndonos’”, ‘El Mostrador’, 23 de febrero de 2022.
[4] Redacción: “Andrés Tagle: ‘La Convención fue electa con desigualdades graves en el voto que ponen en duda su origen democrático’”, CNN, 26 de febrero de 2022. Con negrita en el original.
[5] Redacción: Id. (5). Con negrita en el original.
[6] Claro, Hernán: “Andrés Tagle: ‘Jamás he tenido la intención de cuestionar la legitimidad de la Convención’”, ‘El Dínamo’, 27 de febrero de 2022.
[7] Lozano Perafán, Diana: “La presidenta del Senado no estaría hoy por aprobar la nueva Constitución: ‘Mis palabras son claras  y no requieren más explicación’”, ‘El Libero’, 04 de marzo de 2022.
[8] Walker, Ignacio: “Refundacionismo y populismo de izquierda: el ADN de Apruebo Dignidad”, ‘El Mostrador’, 04 de marzo de 2022.
[9] Vera, Diego: “’Chile no nace con esta Convención’:Piñera critica a la CC en su última cadena nacional”, Radio Biobío, 09 de marzo de 2022.
[10] Meza, Cristián: “El consejo sincero del Financial Times a Boric: que controle las payasadas de la Convención”, ‘El Dínamo’, 10 de marzo de 2022.
[11] Redacción: “Diego Schalper pidió quitar ‘fuerza moral’ a la Convención y ‘atrofiar’ gobierno de Boric”, ‘El Desconcierto’, 01 de marzo de 2022. Con negrita en el original.
[12] Fernández Darraz, Enrique: “La Convención Constitucional y el dolor de la elite”, ‘El Mostrador’, 03 de marzo de 2022.
[13] Redacción: “Cristián Valdivieso, director de Criteria: ‘La foto del plebiscito de salida no se ve positiva’”. ‘Ex -ante’, 04 de marzo de 2022.