Profesionales médicos instan a emprender esfuerzos diplomáticos para evitar un desastre humanitario

Los médicos y otros profesionales sanitarios en Europa se toman muy en serio su responsabilidad de realizar acciones preventivas para salvar vidas. La pandemia ha demostrado cuánto esfuerzo están dispuestos a hacer para lograr esta tarea. En Europa se está gestando otra emergencia médica que debe evitarse. Si se toman las medidas correctas ahora, podemos evitar la guerra -y el desastre humanitario que inevitablemente traerá- eligiendo la diplomacia en vez de una escalada de tensiones.

Rusia es parte del continente europeo y su cultura. La gente de toda Europa albergaba grandes esperanzas cuando acabó la Guerra Fría y se disolvió el Pacto de Varsovia. La promesa de una Europa unida parecía posible. Sin embargo, la OTAN no se disolvió y la relación entre Rusia por un lado y la OTAN y la UE por el otro ha empeorado constantemente en los últimos veinte años, alcanzando una etapa aguda de antagonismo en los últimos años, lo cual es extremadamente preocupante.

La ruptura total de la confianza en el control de armamentos y el retirarse de tratados, como en el caso de Ucrania, han exacerbado la situación.

La costosa expansión de la OTAN y el cambio forzoso de las fronteras de Ucrania no han mejorado la probabilidad de lograr la seguridad común ni la paz. Mantener las fuerzas militares y mantenerse en la carrera armamentista conllevan un alto costo tanto para Europa como para Rusia. Esos recursos económicos los necesitamos ahora todos nosotros para mitigar los efectos del cambio climático y de la actual pandemia.

Las políticas de confrontación nos están llevando al borde de la guerra y ambos bandos se culpan mutuamente por la escalada. Es contraproducente que la OTAN y Rusia aborden este conflicto echando leña al fuego y dándoles municiones a los intransigentes de ambos bandos para una mayor confrontación. Enviar más armas y soldados a las fronteras de ambos bandos se suma al efecto balancín que aumenta el peligro de guerra y crea un peligroso impás, tal y como ocurrió con Berlín en 1958 o Cuba en 1962. Hace sesenta años, estuvimos al borde de una guerra nuclear y fue únicamente gracias a actos heroicos individuales, a la toma de decisiones valientes y a la buena suerte que fuimos salvados. No volvamos a eso.

Necesitamos dar un paso atrás y mirar este impás a través de los ojos del otro. Eso no significa que tengamos que aceptar la opinión del otro o adoptar su perspectiva como nuestra. Debemos escuchar sus necesidades y tratar de comprenderlas. Aprovechemos la sabiduría de nuestros antepasados que enfrentaron circunstancias similares durante la confrontación global en la década de 1950 y que lucharon por la reducción de armas y una zona libre de armas nucleares en el centro de Europa.

No hay soluciones fáciles a los conflictos, pero se debe encontrar una solución diplomática y pacífica. La alternativa es impensable: la muerte a gran escala y la destrucción de infraestructura que sustenta la vida, de centrales nucleares y el posible desplazamiento de millones de personas dentro de Europa. A esto, además, se suma la amenaza nuclear, siempre presente, que acompaña a cualquier guerra entre naciones nuclearmente armadas. En este conflicto, cuatro Estados poseen armas nucleares y cuentan con políticas de «primer ataque».

Instamos a todas las partes del conflicto a:

  • cesar las amenazas y renunciar a la escalada militar
  • retirar todas las tropas y armas de todas las fronteras de Ucrania
  • impedir que otros estados participen directamente en conflictos militares
  • conversar sobre las medidas para el fomento de la confianza y las necesidades fundamentales de ambos bandos y cómo abordarlas
  • dejar de culparse unos a otros por iniciar el conflicto y partir de cero
  • comenzar conversaciones sobre el desarme nuclear con el objetivo de la eliminación verificable de las armas nucleares en todo el mundo
  • comienzar los preparativos para unirse al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN).

Hacemos un llamado a todos los países de Europa a que ayuden a evitar la guerra y un desastre humanitario proponiendo y apoyando medidas para reducir la tensión.

Nuestro llamado a un esfuerzo diplomático continuo para resolver la crisis política no implica que estemos de acuerdo con ciertas posiciones políticas. Buscamos prevenir un conflicto potencialmente incontrolable que podría incluso llegar a convertirse en una guerra nuclear.

»Firme el llamamiento médico aquí

Ver la lista de firmantes aquí.


Traducido del inglés al español por Angélica Sacán.

 

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