Latinoamérica es un continente donde la magia se mezcla con la realidad permanentemente, desde las calles de Macondo en los «100 años de soledad» de García Márquez, los cuentos y novelas de Cortázar, o los de Horacio Quiroga y tantos otros, hemos reflejado una realidad mágica que se ha convertido en un estilo literario, el realismo mágico, y esta realidad mágica muchas veces se expresa en nuestras vidas, en los sueños y materializaciones que suponemos ocurrirán, en nuestros países, nuestros gobiernos, en fin en nuestras sociedades.

Chile acaba de elegir a su nuevo presidente quien, con su equipo de gobierno, tienen la gran tarea de poder iniciar los cambios profundos que se ha propuesto para nuestra sociedad, dentro de los elementos que sin duda son positivos en el inicio, está el gran apoyo popular que ha tenido, la mayor votación que ningún presidente haya tenido en la historia, la mística que se ha generado en el país el presidente más joven de nuestra historia al momento de asumir, donde la esperanza se ha instalado como un nuevo motor después de mucho tiempo. Antes de la elección estábamos en un estado de depresión general en el país, atizado por la pandemia y el estallido social a fines de 2019, donde por esta larga noche, todo el 2020 y buena parte del 2021, todo estaba mal y la sociedad en general veía todo con un prisma de tonos grises, hoy ha llegado a mi modo de ver, el color a la sociedad.

Mágicamente se han despertado los mejores augurios, todos sentimos que hay un universo de nuevas posibilidades que hoy se despliegan para nuestra sociedad, es lo mejor que nos puede pasar. Lo primero para lograr cambios es visualizar un horizonte, un punto de llegada como algo posible, por tanto muy bien que esto aparezca en el imaginario social chileno. Es posible una sociedad distinta, es posible un respeto medioambiental donde confluyan los intereses ambientales y económicos en el uso de los recursos naturales, es posible un estado que proteja a todos sus miembros en sus necesidades básicas como salud, educación y pensiones básicas, es posible una sociedad donde el respeto mutuo se haga una realidad entre sus miembros.

La realidad es porfiada y siempre nos despierta de nuestros sueños, “el hombre es Dios cuando sueña y un mendigo cuando cuenta” dice el dicho y por tanto este adagio es algo que nos debe ahora orientar, cuando este posible mágico mundo futuro, lo empecemos llevar a la acción y al ver la realidad donde hoy estamos, veamos como transitamos desde hoy a nuestro horizonte deseado.

La realidad nos muestra que tenemos un aumento importante en la pobreza en todo Latinoamérica, donde más de 5 millones de personas han entrado en condiciones de extrema pobreza, lo mismo ocurre en Chile, donde esta realidad tan brutal ya había casi desaparecido. Cepal indica de Latinoamérica ha retrocedido casi 30 años en la lucha contra la pobreza extrema. Latinoamérica nos importa en Chile, dado que miles de personas migran hacia Chile anualmente, dada la desesperada búsqueda de mejores condiciones que las que tienen en sus países de origen. La cantidad de campamentos en Chile ha llegado a su máxima expresión, estos campamentos, que a principios de 2022 ya superan las 969 unidades y reúnen a más de 81.643 familias, aproximadamente 400.000 personas. Las listas de espera de la salud para atenciones de especialidad supera los 2 millones de personas, la cifra más alta desde que hay registros. El sistema financiero Chileno y los fondos de ahorro de las personas han perdido más de 50.000 millones de dólares y otra cifra similar se estima que ha salido del país en busca de otros destinos, ya sean paraísos fiscales o inversiones en otros lugares, ya sea por razones de los temores que se han sembrado de nuevos tributos, o inseguridad política futura que se presume ocurrirá en Chile, somos definitivamente un país más pobre que al inicio de la pandemia, pero también podemos decir que en virtud de lo expuesto, al parecer tenemos la esperanza bastante más cierta de poder ser más felices.

La última faceta y muy prioritaria a la luz de la ciudadanía de la porfiada realidad, es la violencia que se ha instalado en Chile, en una forma nunca antes vista, algo que al parecer hemos importado es un estilo de violencia asociado a prácticas usadas con el narcotráfico, estas hoy empiezan a ser más comunes y muy sorprendentes para los estándares chilenos. Nuestra sociedad tiene en los barrios más pobres un fértil terreno para la llegada de la delincuencia, barrios muy mal preparados, con pocos servicios, plazas y espacios de esparcimiento muy escasos y mal equipados, poco desarrollo del deporte, hacinamiento de personas en viviendas sociales. Todo esto ha disparado las cifras de violencia y percepción de inseguridad ciudadana a valores muy altos y bastante inusuales para la tranquila sociedad chilena del siglo XX.

Hay esperanza, el programa de gobierno del Presidente Boric trae consigo medidas que apuntan a mejorar estas múltiples demandas y muy sentidas mejoras sociales y económicas, pero se deben hacer gradualmente de modo que sea posible, equilibrar la magia deseada con la realidad actual, para llegar con esperanza al futuro que nos imaginamos.

Los barrios deben ser más seguros y para eso equilibrar los presupuestos comunales en base a tener un valor per cápita relativamente similar, de modo que los alcaldes puedan equipar y apoyar a sus comunidades de infraestructura en calidad y cantidad adecuada al número de habitantes que tiene, hoy eso no es así y las diferencias entre comunas pobres y ricas en su presupuesto per cápita, son de un orden de magnitud, o sea 10 veces. Lo mismo con la seguridad o al menos en la dotación policial, esto también debe mejorarse en el corto plazo, dado que también existe una diferencia muy importante entre comunas, todo criterio inicial de justicia es que exista una dotación policial que guarde relación con la población (número de personas) que están bajo su vigilancia. Ambos aspectos están en el programa de gobierno.

Entregar las viviendas faltantes, recuperar los niveles de ingreso de la población para rescatar de la pobreza extrema a mucha gente, tener las coberturas de salud y educación y mejorar el nivel de las pensiones básicas, al igual que los niveles de empleo, requerirá de la generación de empleo y dinamismo en la economía local, eso va de la mano con la confianza, la innovación, el desarrollo del sector privado, la eficiencia del sector público en la buena asignación de los recursos y la recaudación de los tributos, al igual que la asignación de los subsidios que se determine necesarios de otorgar. El sector privado Chileno que se ha desarrollado de una manera muy importante en los últimos 50 años debido a las políticas públicas que le permitieron crecer ocupando todos los espacios de la economía, tiene ahora la gran oportunidad y deber de retribuir adecuadamente con trabajo, innovación, competitividad, impuestos y rectitud al desarrollo de sus empresas y de Chile, dado que cuando ellos crecen Chile crece y es lo que todo el País desea, que nos vaya bien a todos y que se genere una sociedad donde el mérito se premie y se contribuya activamente a que las comunidades vivan en un ambiente limpio y tranquilo, con progreso local y armonía.

Tenemos por delante en estos años del siglo 21 un gigantesco desafío y se requerirá de muchas buenas políticas públicas y de muy buena fe y participación activa y decidida del sector privado y público en lograr mejorar los múltiples desafíos que tenemos ante nosotros, el tiempo es la esencia y usando un viejo adagio patagón del sur de Chile, “vamos con calma, porque tengo prisa”. Lo que interpreto como, es tanto lo que hay que hacer que, debemos cuidar los detalles, priorizar y actuar ahora, en forma inmediata para lograr la mayor cantidad de avances, en el menor tiempo posible, de modo que la realidad sea superada con magia y esperanza.