ENSAYO

Debemos salvaguardar la red de la vida y preocuparnos por las demás especies vivas con las que compartimos este planeta. Los tarseros pigmeos comen y hospedan bichos que hemos visto en casa: insectos, arañas, lagartijas, chinches, piojos, pulgas, ascárides y tenias.  La vaquita marina es la presa de grandes tiburones y orcas, motivo por el cual está lejos de nosotros. Pero sólo quedan 10 vaquitas y, en su ausencia, la dieta de tiburones y ballenas podría cambiar. Un tigre en estado salvaje indica que la selva que habita está sana y es muy diversa. En la actualidad, hay 3.900 tigres en estado salvaje en todo el mundo, y más del doble de ellos (8.000) se encuentra en estado de cautividad. Al proteger la red de la vida, construimos un mundo más educado para todos.

El kiwi, sin alas ni cola, es el ave nacional de Nueva Zelanda. Aunque a veces lo escuchan por la noche, realmente muy pocos neozelandeses lo han visto.

La conversación comienza dos horas al caer la noche, y se reanuda dos horas antes del amanecer.  Hablan de su hogar. Los kiwis son territoriales, y las amenazas a su hogar pueden dar lugar a choques de patas y garras, y como resultado, hay grupos de plumas caídas.

¿Cómo llegó el kiwi a Nueva Zelanda?

La llegada de los kiwis se remonta a varios millones de años atrás, cuando unas pequeñas aves llegaron volando al país. Existían pocos depredadores y había mucha comida. Poco a poco, las aves perdieron su capacidad de volar, ya que no la necesitaban. Esta mutación es común en las aves de todo el mundo, según un estudio de Natalie Wright, de la Universidad de Montana. Estudió 868 especies de aves, entre ellas el loro kakapo, las fochas, las pollas de agua y algunos patos no voladores. También observó aves isleñas que podían volar, pero que poco a poco preferían no volar, ya que no lo necesitaban.

Hay cinco especies de kiwi: el kiwi marrón, el gran kiwi moteado, el tokoweka, el rowi y el pequeño kiwi moteado, el más pequeño, manso y amable.  Los kiwis sólo existen en Nueva Zelanda.

El más pequeño tiene un pelo esponjoso, grueso y desgreñado, apropiado para vivir en el suelo. También tiene grandes bigotes. Su largo pico es de color marfil. Su visión es muy limitada. Por la noche se desplaza a través del oído y el olfato. Durante el día, habita en: una madriguera oscura, dentro de un agujero en un tronco, o debajo de hojas gruesas.

Los kiwis moteados se mantienen monógamos durante décadas, criando uno o dos polluelos al año. Por la noche, ambos padres escoltan al polluelo para protegerlo. Si una pareja no logra reproducirse, es posible que se separe.

Una historia de extinción

Los científicos dicen que los kiwis se volvieron nocturnos con la introducción de los depredadores. Los kiwis prosperaron en las islas principales de Nueva Zelanda hasta que llegaron los polinesios, que trajeron las kiori (ratas), su fuente habitual de proteínas. Las ratas se multiplican rápidamente y se convirtieron en el primer depredador de los kiwis.

Hace unos 700 años les siguieron los maoríes. Despejaron los bosques, plantaron cultivos y trajeron perros, que también se alimentaban del kiwi. Pero el mayor daño lo hicieron los europeos, que trajeron perros, gatos, comadrejas, hurones y cerdos. Los depredadores son la principal amenaza para todos los kiwis. La segunda causa es la destrucción de su hábitat, y la tercera, el ser humano.

El pequeño kiwi moteado se extinguió en la Isla Norte de Nueva Zelanda a finales del siglo XIX. En 1912, sólo quedaban cinco kiwis moteados en la Isla Sur. El gobierno del país trasladó a los cinco pequeños kiwis a la isla de Kapiti. Este es un santuario sin depredadores, que cuenta con una gran variedad de árboles, agua y un suelo sano con criaturas que viven en él, lo cual produce una dieta apropiada para el kiwi.

En la isla de Kapiti, los cinco pequeños kiwis manchados prosperan. Su tamaño es mucho mayor porque no tienen mucha competencia por la comida. Salen muy despacio por la noche, usando sus picos delgados y alargados para golpear el suelo. Su sentido del olfato es fuerte y se alimentan de lombrices de tierra, escarabajos adultos, orugas, cigarras, larvas de escarabajos de la cresta, larvas de moscas de la fruta, moscas, polillas, arañas, algunas frutas pequeñas y hojas caídas. Cuando detectan su presa, excavan con sus garras y su pico para ablandar el suelo. Luego introducen sus picos en la tierra y se dan un festín.

La isla de Kapiti puede albergar un máximo de 1.200 kiwis moteados. Cuando ese número aumenta, los ejemplares sobrantes se envían a otros santuarios de aves que pueden acogerlos.

A mediados de la década de los setenta se intentó la cría en cautividad, pero pasaron más de 14 años antes de que naciera y se criara con éxito un pequeño kiwi moteado. Los mejores resultados se obtienen al proporcionar un santuario seguro para el kiwi.

Hace treinta años, otro grupo de pequeños kiwis moteados se estaba extinguiendo en el continente. En consecuencia, se les envió a otros tres santuarios del continente en islas de alta mar, multiplicando su número hasta 700, con una población total de 1.900 ejemplares de esta especie en 2019.

Cada cinco años, los científicos estudian a los kiwis más pequeños en todos sus diferentes santuarios. Para ello, los rastrean y los llevan a la luz del sol.  Quieren saber por qué las poblaciones crecen o por qué disminuyen, qué aves se reproducen y cuál es la extensión de su territorio. Estos estudios proporcionan la información vital y necesaria para que los pajaritos puedan prosperar y sobrevivir.

Todavía queda mucho por aprender. Los científicos aún desconocen en qué momento el kiwi alcanza la madurez sexual y también cuánto tiempo pueden vivir. Se estima que pueden vivir 100 años.

El riesgo de extinción tras la recuperación del tamaño de la población

Es una historia feliz, pero también una historia de prevención. En la década de los ochenta, un análisis genético de varios kiwis manchados que fueron llevados a Long Island reveló que las aves no lograron reproducirse. No nació ni un solo polluelo.

El estudio concluyó que todos los kiwis moteados de Nueva Zelanda procedían de las cinco primeras aves que se llevaron a la isla de Kapiti en 1912. Es evidente que la mayoría de ellos nacieron de una sola pareja, demostrando que tienen una baja varianza genética.

Las otras cuatro especies de kiwi tienen una rica diversidad genética. Pero si, como en el caso del kiwi moteado, hay una baja diversidad genética, bajas posibilidades de sobrevivir a: nuevas enfermedades, factores de estrés ambiental, cambios de hábitat, incendios, calentamiento global o a la invasión humana, un gran número de ellos puede desaparecer de un solo golpe.  La diversidad genética es fundamental para la evolución. Permite a un animal responder al cambio y seguir sobreviviendo a pesar de él.

Por ello, el Departamento de Conservación de Nueva Zelanda (DOC) considera que el kiwi moteado se está recuperando, pero se mantiene en estado de riesgo. En otras palabras, el kiwi moteado puede correr el riesgo de extinguirse incluso después de que su población se haya recuperado.

Una caída repentina de la población

Esto les ocurrió a los pequeños pájaros que se encontraban en la isla Red Mercury y en la isla Tiritiri Matangi entre 2011 y 2017. Se consideraban lugares seguros para el pequeño kiwi moteado porque están libres de depredadores y tienen comida y agua.

Sin embargo, un estudio de población realizado por el DOC descubrió que en las islas mencionadas se produjo un repentino descenso del 20% de su población entre 2011 y 2017.

Esta pérdida se atribuye a una sequía ocurrida en 2013. Esto hizo que los científicos se dieran cuenta de que el kiwi es mucho más vulnerable a los cambios climáticos de lo que habían estimado inicialmente.

Con la sequía de 2013, las precipitaciones alcanzaron apenas el 10% de su nivel normal. El suelo se secó, y los insectos del suelo murieron o se ocultaron bajo tierra.

La falta de lluvia dejó a los pequeños kiwis moteados deshidratados, y la ausencia de los insectos los dejó hambrientos. Sus picos no eran lo suficientemente largos como para excavar profundamente en el suelo, donde algunos bichos podrían subsistir aún. Como no pueden volar, les resultaba más difícil encontrar lugares alternativos para conseguir agua e insectos.

La sequía duró dos meses y medio. Los habitantes de los santuarios de aves observaron que los kiwis nocturnos salían durante el día, y muchos murieron de deshidratación a pesar de su tratamiento en el zoológico de Auckland.

De 2012 a 2017, el número de kiwis moteados en la isla de Tiritiri Matangi se redujo, de una cifra de 80 a 100 aves, a una cifra entre 60 y 80 aves. De 2011 a 2016, su población en la isla Red Mercury descendió de 70 – 80 aves, a una cifra de 60-70 aves.

Hugh Robertson, asesor científico principal del DOC, dijo que los kiwis que sobrevivieron a la sequía reanudaron su vida normal cuando volvió la lluvia.  «La mayor preocupación sería, en caso de que las sequías ocurran con una mayor frecuencia, que estos lugares no puedan albergar tantas aves como se espera», dijo Robertson.

Se prevé que el cambio climático aumente la frecuencia y la duración de las sequías en algunas partes de Nueva Zelanda, lo que causará una disminución de las precipitaciones anuales. Los animales como el kiwi moteado se verán afectados, debido a que con el aumento de las poblaciones, los lugares más adecuados a los que pueden recurrir para que puedan reproducirse pueden reducirse, especialmente con el aumento de la temperatura.

¿Y si no existieran los kiwis moteados?

El kiwi moteado forma parte de un hábitat en el que desempeña un papel fundamental que beneficia a otras especies vitales para el ecosistema. También es una especie de ave carismática. Mediante su conservación, el kiwi moteado puede seguir desempeñando el papel de proteger su hábitat e impulsar el ecoturismo.

En cuanto al impacto económico del pequeño pájaro, su conservación se realiza a costa de la tala de árboles. Sin embargo, los beneficios que se derivan para la investigación, el ecoturismo y un ecosistema rico y diverso, pueden compensar los efectos negativos para la industria maderera.

En cuanto al estado de conservación, la UICN dice que el kiwi moteado está «casi amenazado». Sin embargo, el DOC dice que, de todas las especies de kiwi, es la más amenazada.


Traducido del inglés por: Alanissis Flores