Por Diego Ancalao G.

¿Cuál es el precio que debemos pagar para el reconocimiento y respeto de nuestros derechos humanos o por la devolución de nuestros territorios?, el precio es la muerte, así se constata hoy, con el asesinato por parte de la policía y la armada, de nuestro hermano, Jordan Liempi (23) e Iván Porma (44) que fue baleado y se bate entre la vida y la muerte, es lo que Patrick Henri[1] quiso decir en su frase “libertad o muerte”, seguramente es lo que nuestros hermanos pensaron en su último aliento.

Es la voz de un pueblo, que aún intentan asesinar, en nombre de la paz, al mejor estilo de Cornelio Saavedra, que hace 140 años bajo el eufemismo de “Pacificación de la Araucanía”, asesinó a nuestros abuelos. Tiempo en que expoliaron nuestras tierras, que hoy están en manos de las forestales y empresarios agrícolas, protegidas por las fuerzas policiales y militares, bajo el Estado de excepción, promulgada por el presidente Piñera y sostenida por todos los sectores políticos del Congreso. Esto no es casualidad, porque ahí donde la excepción se arraiga, surge la incertidumbre y total indefensión de la vida que queda desnuda sin derecho que la abrigue.

De hecho, el mapuche de Wallmapu no vive en democracia; vive en un estado policíaco, el que se caracteriza por la brutalidad de carabineros y militares, tienen la forma y la fuerza de un ejército de ocupación, cuyo fin no es protegernos; ni cuidar nuestro bienestar; su único objetivo y causa es proteger los intereses de empresarios, aquellos que ni siquiera viven allí.

Son las mismas condiciones que prevalecían en Argelia, Irlanda y el País Vasco, los que encausaron a esos pueblos hacia la noble tarea de sacudirse del yugo, recurriendo a las medidas recesarías contra el invasor. Estas condiciones, prevalecen hoy en comunidades mapuche junto a la rabia y el resentimiento del pueblo que crece, cuando vemos que para el gobierno, sus asesinatos, no son violencia, son actos por la “paz”, en cambio cuando un mapuche se defiende, es tratado de terrorista y criminal. Esto ocurre porque las reglas del juego, las leyes, son hechas por los opresores, a la medida de sus privilegios.

Yo no sería humano si me parara aquí a decirles que los mapuche que viven en esas comunidades y en esas condiciones, están dispuestos y resueltos a permanecer sentaditos y sin violencia, buscando paciente y pacíficamente alguna buena voluntad que cambie las condiciones existentes, esperando el maná que caiga del cielo. El desarrollo histórico de todo lo que está pasando actualmente nos hace pensar en un nuevo y gran levantamiento mapuche.

Pero nunca un levantamiento mapuche, que trata la solución del conflicto en términos profundos, debería llevar los valores, que las hegemonías políticas de izquierda y derecha han utilizado para destruir la ñuke mapu (madre tierra), bajo el nombre de civilizar y el crecimiento económico, porque esto es la excusa centenaria para la segregación indígena, y el empobrecimiento de las grandes masas sociales en todo el continente.

Pues, la cultura chilena derivada del cristianismo europeo, que es capitalista e imperialista, ergo, colonialista, por ello la filosofía y forma de vida mapuche del Buen Vivir (Kume mongen) choca con aquellos ligados a esa conducta represora histórica. Por ende, la integración, que se aplica a sectores sociales más bajos, siempre se ha planteado en términos de asimilación.

Mi voz, no es más que una de tantas, pero ninguno creemos en los filibusteros de la política chilena, que proclaman la grandeza mapuche y al mismo tiempo aprueban o guardan silencio ante leyes que día a día van socavando la dignidad del pueblo mapuche, esa doble moral es irresponsable, porque ha transformado la causa mapuche, en un negocio personal, empresarial y político. Espero esta vez, no ver utilizar la muerte de nuestros mártires para seguir sobreviviendo su liderazgo trasnochado.

¿Podrá haber paz, mientras no nos devuelvan nuestros derechos territoriales?, ¿mientras sigan asesinando inocentes? No, mientras no nos devuelvan nuestra autonomía política, territorial y económica, que permita vivir con dignidad.

Antes de seguir, quisiera aclara algo con respecto a mí, escribo en un momento en que he pagado un alto precio por desafiar al poder y mi conciencia no me permite guardar silencio ante las atrocidades que siguen cometiendo los mismo que intentan silenciarme. Soy mapuche nagche, con conciencia política y de pueblo, que vive la realidad, no soy un seguidor de opiniones, por lo que mi conciencia me obliga a preguntar ¿Qué rumbo seguimos?, a mi humilde manera de entender la cuestión en un momento electoral, es el voto o la toma con control territorial.

Martin Luther King tenía razón cuando decía, que la protesta es la voz de los no escuchados, por las vías institucionales, no cabe ninguna duda que los políticos solo escuchan la voz del dinero que les financia sus campañas y partidos. Justamente nuestro adversario es ese pequeño grupo de poder político y económico, que legalizó la usurpación y explotación de las tierras mapuche, son quienes empobrecieron por decreto al chileno. Entonces, no somos anti chilenos, pero si somos anti pobreza, anti segregación, anti saqueo y anti desigualdad.

No es posible resolver nuestros problemas, sin atender la hegemonía política que ha secuestrado el estado y la democracia para sus fines mezquinos. Que cada vez que son enfrentados, eliminan la protesta, no el problema, sus privilegios son más importantes que los dolores de Chile. Aun así, el pueblo Mapuche es el único actor que los ha enfrentado por más de 200 años.

En cuanto al voto, cuando la sociedad chilena está dividida y los indígenas tienen un bloque de votos propios, pueden determinar quien irá a parar a La Moneda, este es un miedo patente en sectores fundamentalista de la política de todos los colores. Lo que deben evitar por cualquier medio, la unión de los “indios con los patipelaos” es inaceptable para la casta.

En efecto, fue el voto mapuche y de los demás pueblos los que contribuyeron en varios gobiernos a poner presidentes, por ello en cada programa de campaña viene la promesa para el indígena, y hasta cada candidato tiene su propio mapuche para ponerlo de florero en algún lugar. Es el voto ignorante el que ha puesto administraciones que han hecho leyes para perjudicarlo a ud. mismo, y los lideres de sus partidos andan por ahí aplaudiendo diciendo “qué buen presidente o presidenciable tenemos”.

Sin embargo, como dicen en el campo, hoy no hay por quién votar, por la ausencia de estadistas, junto a la asimetría de poder existente, donde el mapuche es el último eslabón de la cadena de distribución de poder, ¿devolverán nuestros territorios para creer en la vía democrática?. ¿Será posible armarse de palabras cuando el estado ofrece balas?, necesitamos hechos, no palabras, se trata de recuperar el tratado de Trapihue y devolver el corazón a un pueblo a través de su demanda territorial, de recuperar la capacidad de reconocer los acuerdos entre pueblos, se trata de la dignidad y la paz, es este el primer diálogo y gesto para defender la vida, en una escena que hoy presenciamos como mortuoria.

Además, como nación originaria, me atrevería a plantear la necesidad de darle cuerpo a un programa nacionalista mapuche, cuya pretensión sea que el mapuche controle la política y los políticos de su propio pueblo, para que asegure lo que la política debería darle, derechos y libertad. Ya que el voto es como la bala, si no tiene un objetivo a su alcance, este se perderá. Bajo esta bandera nos uniríamos con cualquiera, en cualquier lugar, siempre que sea para eliminar los males políticos, económicos, sociales y territoriales, que afligen nuestras comunidades.

La filosofía que lo sustente, debe comprender un programa que implique lo territorial, el control de la economía y suprimir los males sociales, como el alcoholismo y todo tipo de drogas y males que podrían destruir la fibra moral de nuestro pueblo, y que son introducidos por los invasores, como estrategia de control social. Este nacionalismo, jamás amenazará la existencia de ninguna organización, ni apelará jamás a la supremacía de unos sobre otros, sino más bien tendrá por norte rescatar y promover la filosofía ancestral y unirse con los movimientos no indígenas que permitan cambiar Chile.

La meta primaria y llamado a los candidatos, es que aprueben un estatuto de autonomía del pueblo mapuche en la macro zona sur, Wallmapu, en cuya mesa de negociación los movimientos nacionalistas, autonomistas y comunidades (lof) presentarán una propuesta de estatuto.

Durante el proceso, es imperante un congreso mapuche cerrado, donde se acuerde la conveniencia de crear un brazo político propio, me refiero a un partido, que se instale paralelamente en el epicentro del poder, si es necesario organizar un ejército de activistas políticos y otro territorial, bajo una sola bandera, así será real el poder del voto y el poder de la protesta territorial. La flecha tan afilada como la palabra.

En las actuales condiciones diría “Álzate poderosa raza, podrás conseguir todo lo que quieras” (Malcom X)”, no veo otra opción.

 

[1] Patrick Henry fue una figura prominente en la Revolución estadounidense, conocido y recordado principalmente por su discurso «Give me liberty or give me death» («dadme la libertad o dadme la muerte»). Junto a Samuel Adams y Thomas Paine, fue uno de los más influyentes (y radicales) defensores de la Revolución americana y del republicanismo, especialmente en sus denuncias de la corrupción de los oficiales del gobierno y su defensa de los derechos del hombre. Fue Gobernador de Virginia durante dos mandatos, de 1776 a 1779 y desde 1784 hasta 1786