Aprendí a leer en la Biblia. Para mí, la Biblia era un libro negro gigante con la imagen grabada de la Sagrada Familia en la portada. Me encantaban las palabras impresas allí con letras muy derechas. Sus paginas brillaba con la escarcha dorada en sus bordes Al pasarlas, encontraba los cuadros de Miguel Ángel, Leonardo DaVinci, Goya. Lo que más me gustaba era acariciar con las manos las páginas vidriadas. Eran tan suaves. Un día soñé que era la propia Biblia. En lugar de leerme, mi madre, que era analfabeta, se limitaba a deslizar sus dedos por las páginas como si me hiciera cosquillas al tocar la planta de los pies. No recuerdo haber tenido otro sueño como ese, y tampoco he leído la Biblia en años. Y aunque mi narrativa tiene una fuerte influencia bíblica, no escribo con un propósito espiritual y tampoco escribo en mi español nativo sino en inglés.

Por Jhon Sánchez

La revista británica ‘the other side of hope’ publicó On WriNting, uno de mis ensayos, donde trato de encontrar las razones que me llevan a escribir en inglés. Escribo en un idioma que no domino, sino todo lo contrario, me tropiezo con cada frase. Pero cada vez que me resbalo, encuentro todo un nuevo mundo a mis pies. Cada falta de ortografía, cada error de pronunciación, significa entrar en el terreno de lo profano, lejos de las reglas dogmaticas. Cuánto me he alejado del reino de lo sagrado y lo correcto. Ya no quiero ser la propia Biblia. Probablemente, soy, en cambio, el cuaderno que descansa junto a mi inodoro. Mis palabras hacen manchas en la página. Cada frase se vuelve única por mis pecados y mis errores gramaticales. Disfruto acariciando las páginas de mi cuaderno. La letra no es recta; las palabras se estrujan unas contra otras. Aun así, me encanta frotar mis dedos contra los patrones que forman, imaginando el mensaje que entendería de ellos si fuera ciego.

Hablo de los motivos de mis escritos porque Ihan me hizo pensar en ello durante la anterior entrega de esta entrevista. Ilhan escribe: «La mía es una poesía persistente. He perseverado de la mano de la poesía. Esperamos juntos pacientemente a que acabe viendo la luz». Cada escritor se pregunta siempre: ¿por qué escribo? Ilhan encuentra cierta libertad en el pasado, cuando era verdaderamente libre.

El pasado, con todos sus recuerdos y experiencias, es una parte esencial de mi conexión con la poesía. Aunque mi poesía es un lugar donde hablo del futuro en el contexto de los deseos y anhelos, siempre se basa en los recuerdos y en los sentimientos que han existido desde el momento del recuerdo hasta el presente, cambiados y transformados a lo largo de los años. Sin duda, esto es algo que tengo que hacer.

Ilhan Sami Çomak nos seduce con sus palabras, contándonos su lucha por encontrar la poesía en la memoria desde su celda. Si quiere leer las tres entregas anteriores, haga clic aquí.

JS: Has dicho que te niegas a entrar en el terreno del sufrimiento, que tu poesía toma un camino diferente. ¿Es este camino la resiliencia? ¿Es este camino un camino de el deleite? ¿Es este camino el anhelo de lo que falta? ¿Qué es el sufrimiento? ¿En que encuentras gozo ahora?

ISC: El sufrimiento, el dolor y los sentimientos que se desarrollan en relación con ellos pueden ser muy satisfactorios, en el sentido de que ofrecen justificaciones que pueden utilizarse en todos los ámbitos de la vida, dado por contado que alguien quiere que sea así. Estos sentimientos te dan la oportunidad de gritar alto y claro que tienes la razón, sin hacer demasiado esfuerzo, pero por su propia naturaleza, se trata de una salida fácil, lo que inevitablemente significa que acabas explotando las experiencias.

En todo momento he evitado el espacio de explotación que el dolor y el sufrimiento me han ofrecido. Nunca se me ocurriría utilizar los supuestos derechos que el sufrimiento me ha otorgado. Me baso en la veracidad y en estar del lado de la verdad y del bien, más que en mi derecho a utilizar el lenguaje aplastante del sufrimiento. Mis poemas se construyen a partir de estas especifidades.

De hecho, hay muchas formas en las que el sufrimiento, o el estar injustamente encarcelado durante la mayor parte de tu vida como yo, puede reivindicar a una persona, pero muy pocas de estas formas son empoderadoras. Sería justo decir que mientras trabajaba en la poesía, también trabajaba en mí mismo.

No era para nada resistente ni tolerante, pero como siempre buscaba purgar y limpiar los sentimientos al escribir poesía, el tiempo me dio una madurez que nace de la paciencia. Al transportarme del mundo en que vivo a otro, la poesía me ha dado la oportunidad de vivir y de reconfigurar mi dolor sin olvidarlo. Esto no lo atribuyo únicamente al poder de la poesía. Así lo he querido; esa fue la elección que hice, y la poesía siempre me ha apoyado.

Creo que mi relación con la poesía, y con el arte y la literatura en general, tiene sentido porque desde el interior de esta celda me permito recordar la vida que me robaron, con todos sus elementos. Recuerdo la vida, no tal como es, sino después de haberla limpiado y despojado de sus excesos, una vida al lado de la gente y de la naturaleza, a veces triste, a veces feliz. La recuerdo de forma comedida, sincera y respetuosa, recordando las realidades que se quieren olvidar y reconociendo el poder constructivo del amor.

Este aprisionamiento, que parece no tener fin, es una gran causa de dolor, pero aquí hay que hacer una distinción: es el hecho de no estar fuera, de no poder vivir y divagar libremente, lo que me produce dolor y no este encarcelamiento totalmente inmerecido.

Sé que en este momento hay una vida que fluye fuera que es muy diferente a la mía: una vida expansiva, sin límites, rodeada de un millón de posibilidades cuya belleza soy incapaz de tocar. Sin embargo, sigue existiendo la cuestión de estar aislado de la belleza y las posibilidades ilimitadas de la vida de una manera tan amoral, contraria a la razón, a la justicia y a la ley. Estar consciente de todo esto es muy doloroso.

Susan Sontag dijo que la gente se gana el derecho a hablar a través del sufrimiento. Si es así, yo tengo derecho a hablar y debo hacer buen uso de él. Entonces, si el dolor es inconmensurable, ¿hasta dónde llega este derecho a hablar? No lo sé. Creo que eso lo deben responder quienes ven cómo he sufrido, no yo. Me he conformado con anhelos y deseos. Mientras captaba el susurro de la voz siempre lejana de la vida, por un lado trataba de entender lo que oía y, por otro, utilizaba mi imaginación para buscar todo lo que faltaba aquí y colocarlo en un mundo de poesía. Pero mi poesía nunca se conformó con la voz beligerante del dolor; al contrario de mis experiencias, los poemas que surgieron estaban llenos de auténtica alegría y no de desilusión con la vida.

En realidad, no disfruto hablando del dolor y la injusticia que he vivido. Más que conocer mis tormentos, quiero que la gente conozca la vida que he creado con la poesía. Quiero que vean la belleza de esta poesía que me ha dado resiliencia en condiciones tan duras, un poder que puede crecer en todas partes sean cuales sean las condiciones…. Dondequiera que estemos experimentando la vida es mejor si es a través de la poesía. Esto es lo que quiero que la gente escuche de la voz de mi poesía. ¡Estas son las cosas que son preciosas y en ellas esta mi gozo!

JS: En una entrevista para P24, usted dijo: «He experimentado y sigo experimentando la opresión más profunda y severa. Sí, la ira me ha visitado algunas veces, pero nunca he dejado que se convierta en un sentimiento constante». ¿Puede ser la ira también un sentimiento positivo? Ahora millones de personas están confinadas en sus casas por razones de salud pública. ¿Cuál es su mensaje a esas personas para ayudarles a controlar sus emociones negativas?

ISC: Tenemos que ser cautelosos con la idea de que la ira puede ser una emoción positiva. Creo que sólo se puede ver de forma positiva en el sentido de que estimula a la gente a actuar como advertencia en contra de la maldad. Siempre que nos mantengamos dentro de estos límites, podemos dar un giro positivo a la ira porque funciona como un mecanismo de defensa. Por lo tanto, debemos valorarla como un escudo de protección contra el abuso mental y físico. Pero está claro que no se puede mantener durante mucho tiempo, porque mantiene a las personas en tensión constante.

Sabemos que las personas tienen tendencia a justificar, racionalizar y legitimar sus sentimientos negativos, sin tener en cuenta el impacto destructivo que estos sentimientos tienen, tanto en ellos mismos como en las personas con las que interactúan. Esto puede tener consecuencias increíblemente dañinas y es quizás una de las principales fuentes de maldad.

La ira provocada por una injusticia real puede convertirse en una demoledora vara de hierro por una rectitud moralista en manos de la víctima tal vara rara vez es una fuerza para el bien, y la mayoría de las veces conduce a nuevas injusticias y agravios. La ira debe tener un propósito, pero en este caso, a medida que pasa el tiempo, la ira pierde el contacto con la realidad y con su propósito, y al final sólo se alimenta de sí misma.

Los poderosos no tienen ninguna justificación para defender su riqueza y las circunstancias de su existencia, pero crean la ilusión de que esa justificación existe construyendo una narrativa y esgrimiéndola con poder. Sin embargo, las grandes y válidas justificaciones de los oprimidos, de los desvalidos, de los perseguidos y de los explotados se abandonan en su mayoría porque carecen de voz; se sustituyen por una rabia sin rumbo, con la que las víctimas se refugian en su condición de víctima que no tiene base de poder. Saber transformar la condición de víctima, la legitimidad que derivan de ella y la rabia es fundamental.

Covid cambió nuestros hábitos, nuestros estilos de vida y el telón de fondo construido a partir del lenguaje de nuestras relaciones, es decir, todo el paradigma. Eso es cierto, sin duda habrá tiempo para ponerse al día con este nuevo desarrollo porque no desaparecerá de repente. Adquirir nuevos hábitos, sustituir los patrones de vida y comportamiento con los que nos sentimos cómodos no es algo que pueda ocurrir de la noche a la mañana. Tampoco debemos suponer que la gente estará dispuesta a hacerlo. Los humanos siempre buscamos la comodidad, tal vez esté en nuestra naturaleza: comodidad en las relaciones, comodidad en el amor, comodidad en la amistad… y es una comodidad en su mayor parte protegida por lo que llamamos costumbre: un espacio seguro en el que actuamos casi sin pensar. Covid ha cambiado eso, mientras luchamos, nuestros ojos y oídos están siempre en los puertos seguros del pasado.

Se dice que, entre otras cosas negativas, se están disparando las agresiones a las mujeres, la violencia doméstica, la intolerancia y las tasas de divorcio. Puede que hayamos entrado en una nueva era sin darnos cuenta todavía. Es posible que requiera una definición—una nueva definicion—, nuevo nombre y una conciencia que dé forma a la vida en consecuencia.

Es evidente que nos hemos alejado mucho de nuestra propia naturaleza. Como creemos en nuestra propia omnipotencia en todos los ámbitos hemos dejado la naturaleza y las relaciones interhumanas horriblemente magulladas y destrozadas, por lo tanto, una solución podría ser volver a nuestra verdadera esencia. Es urgente que recordemos que no podemos separarnos de la naturaleza y de los demás seres humanos, que construir una jerarquía entre la naturaleza y en los seres humanos es innecesario.

Desgraciadamente, no tengo una sugerencia global para controlar las emociones negativas, pero como he vivido en un confinamiento similar durante muchos años puedo compartir las cosas que he aprendido de mis experiencias como una posible solución. Sugiero que la gente vea este confinamiento como la consecuencia inevitable de la necesidad y se escuche profundamente a sí misma. Siempre tendemos a la extroversión. En cierta medida, esto se debe a la necesidad de probar y medir nuestra existencia junto a los demás. Es una consecuencia del hecho de que somos seres sociales, productos del conjunto de relaciones que surgen del marco de la costumbre; así que podemos ver esta experiencia como una oportunidad para obtener un respiro, para reevaluar escuchando nuestra voz interior, una oportunidad para reequilibrarnos, libres de intervenciones externas.

Tal vez sea una buena idea evaluar tranquilamente el presente y el pasado, porque además de revitalizar el pasado, el hecho de volver a la memoria nos da la oportunidad de buscar respuestas a preguntas de peso, no abiertas, como: «¿En qué me he equivocado? ¿Qué me he perdido en la vida? Tal vez encontrar respuestas genuinas a estas preguntas sea una forma de purgar y estar preparado para estas duras condiciones. Cuando digo que nos hemos alejado de la sencillez y la ingenuidad, de nuestra propia naturaleza, me refiero a las cosas que hemos perdido: Sencillez y la ingenuidad. La felicidad es un concepto poco sofisticado, al igual que el afecto, el amor, la lealtad, la bondad y la fidelidad. Debemos centrarnos en las cosas que necesitamos, deben constituir nuestras exigencias.

Nunca me permito caer en la ociosida, esa es una de las principales razones por las que sigo en pie y sigo creando, por las que puedo mantenerme alejado de las emociones negativas después de tantos años en el interior. Ciertamente las prohibiciones debidas a Covid, y a que la gente tenga que refugiarse en sus casas, son inconmensurablemente duras. La gente necesita tener un propósito para mantener su modo de vida. Con ello me refiero a alguna ocupación que ponga a prueba sus talentos y, por tanto, haga que su tiempo sea valioso. Quedarse sentado en casa y hundirse en la rutina, primero conduce a la inercia y a la complacencia—como aquí—y esto acaba convirtiéndose en una indiferencia profundamente arraigada a todas las convulsiones de la vida. La repetición, el tipo de repetición impuesta por las limitaciones del lugar, desencadena una presión aplastante que tritura primero el cuerpo y luego los lados bellos y alegres del espíritu, es decir, los valores mismos que nos hacen humanos.

Tal vez el secreto sea este… Un pasatiempo y una tarea que abran un paréntesis en los bloques de tiempo construidos por el aburrimiento de la rutina trabajando mano a mano con el entorno, con las mismas cuatro paredes; en otras palabras, un esfuerzo que te satisfaga mientras trabajas hacia un objetivo que puedes decorar con las cosas que amas…. A mí me funciona, y lo hace desde hace mucho tiempo. Teniendo en cuenta las enormes posibilidades de las redes de comunicación en estos tiempos de Covid, no debería ser demasiado difícil para la gente encontrar áreas en las que ponerse a prueba. Creo que deberíamos intentarlo.

«El hogar es oscuridad» este es el nombre de un documental de Füruh Ferruhzat sobre la vida de los enfermos de lepra aislados en el hospital y apartados de la sociedad. El hogar está encerrado, y si los muros impugnan todos los deseos que evoca la libertad, entonces el hogar es oscuridad. En este caso, ¡el hogar debe ser reconstruido y reinventado! Incluso el mero hecho de pensar en esa idea nos puede iluminar.

¿Podríamos tomar a Covid como una advertencia sobre el modo en que hemos magistralmente errado en en el modo en que hemos hecho la vida? ¿Por qué no? No se trata de devolver el pasado, de reinstalar la vida tal y como era antes de Covid… Ya que hemos conseguido construir una vida plagada de errores que nos dejan boquiabiertos, seguramente también es posible que construyamos una vida mejor y más feliz. Empecemos por nosotros mismos al emprender este nuevo camino. Empecemos desde la oscuridad de nuestras casas, desde la negrura de lo que es el hogar.


İlhan Sami Çomak (Nacido en 1973) Es un poeta Kurdo de Karlıova en la provincia de Bingöl Province en Turquía quien fue arrestado en 1994. Desde la prisión, Çomak ha publicado ocho libros de poesía y se ha convertido en uno los prisioneros politicos con una de las condenas más prolongadas de Turquía. Su libro Geldim Sana (I Came to You) ganó el premio Sennur en el 2018.

Paula Darwish es una poeta y traductora literaria del turco al inglés. (Pen Noruega)

Caroline Stockford es una traductora legal y literaria del turco al inglés. Actualmente es la consejera en asuntos turcos en PEN Noruega.