Por Radio Progreso

En el marco del bicentenario, el escritor hondureño Julio Escoto sostiene que el pueblo hondureño tiene una capacidad impresionante de resistencia, y la resistencia misma implica esperanza.

“Uno puede entrar a una etapa de ilusión con dos enfoques: la ilusión concreta, uno dice éste es mi proyecto y voy a trabajar duramente para cumplirlo, o la utopía que uno sabe que se desea, que se sueña pero no se alcanza porque ésa es la utopía, es algo que no se puede llegar a concreción. El pueblo hondureño es más pacífico de lo que se desea, debería ser un poco más agresivo, pero tiene esperanza, no se hunde, no se deprime”, sostuvo Escoto.

El escritor hondureño expresa su admiración por la sociedad hondureña que durante 200 años de supuesta independencia y más de 500 años de dominio externo e interno, ha demostrado su capacidad de resistir y sobrevivir.

Radio Progreso (RP) dialogó con el escritor Julio Escoto (JE) sobre el bicentenario y la soberanía nacional.

RP. ¿Cómo ha sobrevivido a la pandemia?

JE. Digamos que bien, el encierro para los escritores es positivo porque nos hace trabajar, escribir, pensar, meditar, reflexionar, para mí ha sido muy productivo, claro en lo personal porque en lo colectivo es doloroso tanta muerte, personas enfermas y desde luego, lo más terrible, tanto abandono, descuido y tanta corrupción dentro del manejo de la pandemia.

RP. En sus reflexiones que ha tenido, ¿a qué conclusiones ha llegado sobre la situación del país?

JE. Tengo que decir que tengo fortalecida mi admiración por la sociedad hondureña. Durante 200 años de supuesta independencia pero durante 500 años de dominio externo e interno, el pueblo ha probado que es capaz de resistir y sobrevivir.

RP. ¿Cómo analiza esa resistencia a nivel de Centroamérica?

JE. Eso ocurre en toda Centroamérica. Si nosotros vemos en el caso de Guatemala, las dictaduras que tuvo hasta de 30 años, si vemos en El Salvador a presidentes criminales como Maximiliano Hernández Martínez de quien no se sabe todavía cuántos indígenas mató. Si nos vamos a Nicaragua, que creo que es el pueblo más sufrido que ha tenido Centroamérica donde no solamente ha habido intento de vender al país y convertirlo en un Estado Asociado a Estados Unidos sino que además, fue gobernado por un norteamericano filibustero, tuvo dictadores y en este momento tiene una crisis política también.

Si nosotros vemos, toda Centroamérica es un pueblo de resistencia permanente, constante, día a día, eso es de admirar, es digno de meditarlo y decir que estamos hechos de alguna fibra que nos va a permitir llegar al siglo XXII.

RP. ¿En qué etapa de la historia estamos?

JE. Estamos entrando a la madurez. Ya dejamos atrás la infancia, de las creencias en inventos políticos y económicos, estamos empezando a reflexionar con seriedad y a darnos cuenta que todo lo que hemos intentado antes no funcionó, no porque los sistemas no funcionen en si sino, porque los hombres que nos han gobernado, los individuos que han estado al mando de la nación no han sido capaces, han sido infieles con la población, infieles con los credos del pueblo, con la libertad, la democracia y la razón, y que por lo tanto, hay que cambiarlos.

RP. ¿Qué piensa de los gobernantes que llegan al poder vía las urnas y luego acomodan las leyes para garantizar su continuidad tal como ocurre en Honduras, Nicaragua y ahora en El Salvador?

JE. La gente debe convencerse de que sólo la palabra no cambia la situación social, se necesita movimiento, se necesita protesta y se necesita acción. En estos tres países la gente ha intentado cambiar la situación por medio de la palabra y no lo ha logrado. En Honduras, con el movimiento de las antorchas, el gobierno corrió a integrar la Maccih pero una vez que todo bajó, decidió acabar con ella.

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