Publicamos acá la carta pública que nos hiciera llegar el Sr. Guillermo A. Karamanian, Cónsul de la República de Armenia Occidental en la República Argentina como derecho a réplica:

«No conozco al Secretario de Cultura del Centro Islámico de la República Argentina pero tampoco tengo el gusto de conocer a gente que escribe acomodando circunstancias aviesamente, tergiversando hechos históricos y presentando a victimarios como víctimas.

El firmante de la nota titulada «Un país del Cáucaso, modelo de libertad y convivencia religiosa», publicada en Clarín el 14 de julio del corriente, lejos de honrar su cargo, se encarga de confundir en su buena fe al público lector que en su gran mayoría desconoce la realidad de un lejano país llamado Azerbaiyán, utilizando hábilmente su prosa con la clara intención de blanquear la imagen para el “público occidental” de lo que en verdad es un nefasto régimen dictatorial que asola hace décadas a ese país.

Azerbaiyán está cooptado por la dinastía Aliev hace casi 30 años. La presidencia parece heredarse de padre a hijo, como si se tratara de una lógica monárquica en las antípodas de la democracia. ¿Puede un país con estos antecedentes presentarse como modelo de algo a imitar?

Sin pudor alguno, el articulista presenta al presidente de Azerbaiyán como modelo de tolerancia y respeto por las minorías cuando tanto Aliev ahora, como su padre antes, han destruido el patrimonio histórico-cultural de un pueblo originario como el armenio, tanto en Artsaj (Nagorno Karabagh) como en Najicheván, intentando apropiarse de territorio ajeno, asesinando a su población y borrando las huellas culturales de un verdadero pasado ancestral de más de 5000 años. Ejemplo concreto y documentado de ello, es la destrucción de miles de cruces armenias de piedra (Jachkar) del cementerio de Najicheván en 2005, como el reciente bombardeo de la Catedral de Ghazanchetzots en Shushí en 2020.

Ilham Aliev, con detalladas pruebas objetivas en su contra, está acusado por la Nación Armenia de haber cometido crímenes de guerra flagrantes y repetidos durante los meses de septiembre, octubre y noviembre de 2020 contra la indefensa población civil de Nagorno Karabagh, que los armenios llamamos Artsaj y que pertenece al Estado de Armenia reconocido internacionalmente en 1920 y cuyo estado continuador hoy, en 2021, es la República de Armenia Occidental.

El actual presidente de Azerbaiyán inculca activamente el odio hacia los armenios y ha declarado recientemente en forma irrespetuosa que la capital armenia de Erevan le pertenece a su país, marcando nuevamente en los hechos su carácter déspota y bélico. Recientemente ha inaugurado un museo “del horror” en Bakú que puede visitarse en la actualidad, en el cual se exhiben muñecos de cera vestidos con el uniforme de soldados armenios de Artsaj que han muerto en defensa de su Patria, con el único fin inmoral de ridiculizar a los armenios originarios del lugar atacado, que solo demostraron inusual valentía dada la asimetría armamentística.

En estrictos términos historiográficos, Azerbaiyán es el prototipo perfecto de lo que podríamos denominar un país sin historia, 30 años de soberanía, 70 de dependencia soviética, y un pasado que deriva de tribus nómadas turcas originarias del Asia Central que aparecieron por el Cáucaso hace aproximadamente 1000 años, sin embargo el ensayista afirma que tiene un pasado de 2500 años, desconociendo adrede el Reino de Armenia que por esa época reinaba en toda la Mesopotamia. Efectivamente, todos los límites territoriales de ese país, con Bakú incluída, su capital, son parte de la milenaria historia Armenia, una realidad distinta de las falsedades que se narran en la nota y que solo salen de la fantasía del autor de la misma.

En la época soviética, la República Socialista de Azerbaiyán contaba con un gran número de armenios que vivían dentro de sus límites, rémora del histórico Reino de Armenia que incluía a esa zona en el pasado. En el año 1988, ya en las postrimerías del fin de la URSS, los azeríes se alzaron contra los armenios que habitaban en Bakú, con el fin de asesinarlos mediante recordados pogroms que se iniciaron en Sumgait. En esos ataques fueron masacrados cientos de armenios y casi muere el entonces campeón mundial de ajedrez Garry Kasparov junto a toda su familia, por el solo hecho de ser armenios.

¿Cuáles serán los intereses reales que tiene el secretario de cultura de CIRA para escribir un artículo pretendiendo ensalzar con falsedades a un país como a un régimen político que no lo merecen, agraviando de ese modo a los 100.000 armenios que vivimos en nuestra República Argentina?

Finalmente conviene remarcar que involucrar al Papa Francisco, utilizando para ello fotos de archivo de una simple visita protocolar que el dictador Aliev realizó en el Vaticano, no significa que el presidente de Azerbaiyán sea ecuménico ni que el Santo Padre avale las atrocidades cometidas por su régimen.

Los petrodólares que Ilham Aliev cuenta por millones, consecuencia del gas y del petróleo, compran voluntades que acceden a tergiversar la historia y los hechos pasados como recientes. Hemos detectado que últimamente, esta actividad se realiza con especial énfasis en Argentina y Uruguay.

Los armenios con los árabes, principales exponentes del CIRA, tenemos una excelente relación nacida en el agradecimiento que profesamos por la mano tendida que nos brindaron a la salida del genocidio cometido por Turquía contra nuestro pueblo. Tanto en el Líbano como en Siria, habitamos barrios enteros en absoluta convivencia real y fraternal, y no puedo permitir que ningún funcionario, cualquiera sea su cargo, venga a romper esa armonía natural que existe desde que el profeta Mahoma nos pidió personalmente a los armenios que cuidemos algunos de los lugares santos del Cristianismo en Jerusalém.

No permita el pueblo árabe y/o musulmán de nuestra República Argentina que las autoridades de CIRA nos enfrenten, exíjanle explicaciones a este hombre por su agresión gratuita al pueblo armenio.»

Dr. Guillermo A. Karamanian
Cónsul de la República de Armenia Occidental en la República Argentina