Nadie puede negar que estudiar con la Educación a Distancia es difícil, casi imposible. Eso hace que el clima en el aula sea visual y emocionalmente plano, pues se han roto las relaciones de contacto, empatía y convivencia.

No obstante, en este mar didáctico virtual en el que todos estamos inmersos, quiero recalcar algo positivo que intenté hacer con mis pequeños alumnos: inducirlos hacia la lectura. Hoy, y durante la semana pasada, celebramos la llegada de la primavera en la EAD con las artes pictóricas, musicales y poéticas. Lo hemos hecho observando, cada día, cómo la semilla de un frijol, que fue plantada por todos, echaba raíces y cómo crecían sus delicados y tiernos brotes.

Entre una raíz y la primavera de Vivaldi, los estudiantes descubrieron —en el día nacional de Dante, el Dantedì— que el viaje de este gran poeta también es suyo porque ellos, al igual que él, enfrentarán infiernos, purgatorios y paraísos y que, quizá, no todos recordarán el sentido etimológico de la alegoría y la didascalia, sino que intentarán hacer del poema de sus vidas una aventura. En estas dos semanas revisamos un poco de la vida personal de cada uno de nosotros que, encerrados en nuestras propias casas, disfrutamos tardes de lecturas teatrales en donde han primado discursos pro-Pinocho o anti-Harry Potter y viceversa. Nos hemos convertido en ecodiseñadores porque, cada uno en su hogar potteriano, hemos creado nuevos dispensadores de agua potable para evitar su desperdicio y, asimismo, buscamos contribuir a un mundo con menos plástico.

Es así que, con la llama viva de la esperanza, esperamos volver a clases este siete de abril y, con un poco de dificultad, ahora entendemos lo que dijo Martin Luther King: «Sé siempre mejor de lo que ya eres», porque, a ciencia cierta, él no sabía nada sobre la EAD, pero tal vez hubiera dicho que, incluso, en la oscuridad y detrás de una pantalla, la única manera de ver una estrella es buscarla dónde no parece estar.

Nos vemos pronto, chicos.

 

Gabriella Mancini


Traducción del italiano por Gabriela Armas

El artículo original se puede leer aquí