La derecha más conservadora junto a la extrema derecha -Partido Popular más VOX- consiguen 78 diputados, frente a los 58 que han sumado entre Más Madrid, PSOE y Unidas Podemos.

Ganó la derecha más conservadora al mejor estilo trumpista y de trolls de redes, con un discurso cargado de mentiras, insultos y vacío de contenido. Y todo ello, en nombre de la libertad. Mientras, la izquierda ha reaccionado de manera un poco variopinta, pero sin dar con la clave que conectara con el electorado, excepto -quizás- Más Madrid.

Avanzan las listas encabezadas por mujeres, mientras caen las figuras masculinas, llevando incluso a la retirada de la escena política al líder de Podemos, Pablo Iglesias, aunque su coalición haya subido de 7 a 10 diputados.

 

Resultados electorales

Ayer, 4 de mayo, hubo elecciones regionales en Madrid (España). Ganó la actual presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso del Partido Popular (PP) que se ha escorado hacia la derecha más radical, pasando de 30 a 65 diputados en dos años. El crecimiento espectacular se debe a varios factores, hablando en términos numéricos: la desaparición de Ciudadanos (todos sus votos han ido al PP), la gran caída del Partido Socialista (PSOE), y la mayor participación de votantes en las urnas, algo que la izquierda creía le iba a beneficiar pero que se ha traducido en crecimiento de la derecha fundamentalmente.

Al PP le ha seguido en numero de votos, Más Madrid, con Mónica García, que pasa de 20 a 24 diputados y que ha sido la figura que ha ejercido de verdadera oposición en los dos últimos años. El PSOE ha quedado por detrás en número de votos, aunque con el mismo número de diputados, pero su caída ha sido notable, bajando de 37 a 24 parlamentarios.  Ciudadanos, un partido que ha gobernado con el PP de Ayuso, pero de la cual ha querido desligarse para ubicarse en el centro, desaparece de la Asamblea madrileña, y suben en número de votos y diputados, por una parte, VOX, de extrema derecha -pasa de 12 a 13- y Unidas Podemos, con Pablo Iglesias como cabeza de lista, que pasa de 7 a 10 diputados.

En resumen, la derecha ha ganado con 78 diputados, mientras que la izquierda suma 58 en total. Entendiendo derecha e izquierda desde una concepción tradicional que cada vez responde menos a la realidad social.

Si hablamos de cabezas de listas, avanzan las mujeres claramente, Isabel Díaz Ayuso PP), Mónica García (Más Madrid) y Rocío Monasterio (VOX), mientras cae Ángel Gabilondo (PSOE), Edmundo Bal desaparece (Ciudadanos) y Pablo Iglesias (UP) se ve obligado a salir de la escena política. Ha sido, en todo caso, una campaña muy personalista, en la que ha tenido mucho peso el perfil de los cabezas de lista.

Para ver al detalle datos electorales, pueden entrar en este enlace:

https://resultados2021.comunidad.madrid/Resultados/Comunidad-Madrid/0/es

 

Algunos elementos para el análisis

En las elecciones que tuvimos ayer en Madrid, se repitió el fenómeno que estamos viviendo en otras partes del mundo y que pareciera necesitamos experimentar en carne propia para vacunarnos contra él. La mayoría ha elegido, -para ser gobernados todos- a los mismos verdugos que nos maltratan, explotan y desprecian a diario.

El discurso de Ayuso, a lo largo de su mandato y reforzado durante la campaña electoral, al más estilo “troll” y «trumpista», le ha funcionado muy bien. Cargado de mentiras, insultos y vacío de contenidos, se ha basado en una sola palabra: libertad. Rescatamos los significados que para la presidenta tiene el término: libertad para ir a trabajar, libertad para tomar cerveza en una cafetería, libertad para separarte de tu pareja y no volver a cruzarte con ella, libertad para bajar impuestos, libertad para apoyar a la educación y a los centros sanitarios privados….

Ayuso ha sabido conectar con un porcentaje alto de la población que lo único que quiere es tener un empleo y subsistir y que teme le quiten lo que tiene o que aspira a tener. Esa mayoría que ha creído el discurso de una Ayuso que falta a la verdad, cuando repite machaconamente -hasta instalar como cierto- que el responsable de la crisis que estamos viviendo en Madrid es el presidente del Gobierno estatal, Pedro Sánchez (PSOE): responsable de la falta de empleo, responsable de los confinamientos obligatorios frente al Covid, responsable de los miles de muertos mayores en residencias… Todo ello, pese a que la gestión de las residencias o de la sanidad pública son responsabilidad del Gobierno madrileño, a que se ha hecho pública la orden que la misma Ayuso firmó de que los mayores infectados por el coronavirus no fueran trasladados a hospitales, o que no se sepa dónde han ido los millones entregados por el Gobierno nacional a Ayuso para paliar la pandemia…

Esto sin hablar de que gran parte de la población también se ha creído que la bajada de impuestos era buena para todos, sin comprender que tal medida beneficia únicamente a las grandes fortunas, que pagarán menos, lo que se traducirá en una peor enseñanza y sanidad públicas, por ejemplo. Para quien no lo conoce, Madrid se ha ido convirtiendo en un paraíso fiscal para las grandes empresas, que han ido trasladando sus sedes a la capital por tener que pagar menos impuestos.

A todo ello, hay que sumar el tono cargado de odio, empleado por el PP y VOX durante la campaña electoral. Odio hacia los diferentes, odio hacia los migrantes, odio hacia quienes se ven obligados a ir cada día a las “colas del hambre” para poder comer (a quienes han llamado “mantenidos). Odio y polarización vomitados por personas como la primera de lista de VOX, Rocío Monasterio, quien curiosamente es de origen cubano pero que carga contra los niños migrantes que llegan solos huyendo del hambre y la violencia, y que -paradógicamente- es votada por no pocos migrantes que también seguramente vinieron buscando una vida mejor.

Ello nos lleva a comprender, una vez más, que ante la polarización y alimentar la política de bandos, siempre gana el más violento. En este caso, quien tiene más capacidad de mentir sin pudor y el más inmoral, lo que suele estar acompañado de mayor capacidad de influir en los medios de comunicación y de pagar a todo aquel que esté dispuesto a ser comprado.

 

Otras consecuencias

Una inmediata, ha sido la retirada de la escena política del dirigente de Podemos, Pablo Iglesias, que ha terminado siendo el centro de todos los ataques de la derecha, dejándose llevar por la polarización y convirtiéndose en su propia víctima. Iglesias anunció su dimisión ante los medios en el mismo estilo que le ha caracterizado durante toda su trayectoria política: jugándosela a todo o nada, presentándose como víctima del odio y el fascismo (es cierto que ha recibido amenazas de muerte como también el Ministro de Interior y la Directora de la Guardia Civil), pero sin un ápice de análisis de todo el proceso que le ha conducido hasta aquí. Dando la razón, por otra parte, a la invitación de las lideresas de la derecha a que se marchara.

Dejó la vicepresidencia del Gobierno estatal para sacar a la derecha del gobierno madrileño, intentando -con ello- salvar su figura y el proyecto que tantas similitudes tiene con Izquierda Unida, pero a falta de resultados suficientes, se retira. El modelo de mesías o nada ya no va más.

Ojalá lo aprendamos todos, que, frente a los populismos, frente a los trumpismos, si queremos construir otro sistema en el que pongamos la vida en el centro, ello pasa por ser parte de los constructores y alejarnos de potenciar y venerar los liderazgos. Hemos de apostar por modelos horizontales. Y esto es una carencia generalizada, no solo de Unidas Podemos.

Por otro lado, el cándido y dialogante candidato del PSOE, Ángel Gabilondo, no ha sabido moverse en estas aguas turbulentas, y cae víctima de propios y extraños.

Ni hablar de Ciudadanos que ha estado dos años gobernando con Ayuso, formando parte de las decisiones que tanto desastre nos han traído, y que -de pronto- ha querido aparecer centrado.

Por otra parte, se ha reforzado la figura de Mónica García, la cabeza de lista de Más Madrid. Una doctora que ha seguido ejerciendo como tal en plena pandemia y que ha sido la verdadera oposición a Ayuso, en la Asamblea de Madrid. Ha sabido dejar la polarización a un lado y apoyarse en denuncias acompañadas de medidas propositivas en defensa de lo público, a través de un lenguaje más inclusivo.

Pero, también en Más Madrid, han de profundizar en democracia interna y dejar la justificación de ciertas decisiones cupulares por las prisas que imponen las agendas electorales… si no quieren terminar siendo un partido más en la escena política.

De cara a futuro

Algo a tener en cuenta de cara a futuro, es buscar lo que une más allá de las diferencias y los personalismos que tanta importancia han tenido en estas elecciones. En esto, han dado una lección las bases de izquierdas (tanto las de Unidas Podemos como las de Más Madrid al haber apostado -en ciertos momentos- por desarrollar una campaña conjunta para que la población votara por “lo público”, incluyendo la propuesta de votar socialismo, en un gesto de generosidad y de saltar por encima de traiciones históricas.

Ello debería comprometer al PSOE en trabajar por la derogación del Real Decreto 15/97 que introdujo la privatización de la sanidad pública española (universal y una de las mejores del mundo en su momento) de la mano del PP y cuyas consecuencias hoy estamos pagando, además del artículo 135 de la Constitución Española, propuesto y aprobado por el socialista Zapatero en 2011, por el cual se antepone en los Presupuestos del Estado el pago de la deuda externa (en buena parte ilegítima por ser privada) a cualquier política pública. El PSOE ha de reparar sus grandes errores históricos, y dejar de hacer política a favor de las élites económicas.

Pero estas elecciones nos han dejado otros aprendizajes. Si la población más desamparada, en un momento de gran hartazgo, ha votado a la derecha en buena medida porque, entre otras cosas, le ha prometido libertad para poderse mover para ir a trabajar, tal vez el PSOE y UP deberían plantearse que el Ingreso Mínimo Vital no ha dado la respuesta que buscaba. Hablamos de la ayuda para personas muy precarizadas, puesta en marcha por el Gobierno de Pedro Sánchez como respuesta a la pandemia y que solo ha llegado al 10% de los solicitantes, con la consiguiente frustración de una gran parte de los solicitantes.

¿Por qué no se platean, de una buena vez, implementar una Renta Básica Universal e Incondicional -como proponían algunos economistas ya en abril del 2020- que permita contar con una base económica suficiente a toda la población y hacer el ajuste fiscal necesario en el ejercicio siguiente? ¿No creen que toda esa población más desfavorecida tendría menos miedos y sería menos vulnerable a ser engañada y manipulada si tuviera la subsistencia asegurada? ¿Por qué, si no, tanta población de barrios del sur ha votado a la derecha más radical? Sin duda, cuando el futuro se cierra, la conciencia se ensombrece.

El gobierno español de PSOE y UP habrá de decidir posicionarse claramente con las poblaciones, yendo a la raíz del problema, exigiendo a quien más tiene que más aporte y dejando las políticas caritativas, además de renunciar a cálculos electorales que -por otro lado- no le salen bien.

Si como argumentan los más progresistas del Gobierno, las poblaciones no están preparadas para una renta básica porque no comprenden bien el concepto, que desarrollen una campaña de esclarecimiento a través de los grandes medios, acerca de razones y beneficios de la misma, igual que lo están haciendo -por ejemplo- con las vacunas. ¿No se trata de salvar vidas? ¡Hagámoslo!

Salvemos vidas también asegurando la subsistencia para todas y todos, junto a políticas públicas inclusivas, sustentadas sobre la denuncia de las distintas violencias, pero poniendo el acento en propuestas nuevas, en el diálogo y lo que nos une para defender a las mayorías.

Empecemos a construir otro futuro desde hoy, sin esperar a mañana, y avancemos hacia una verdadera democracia real y una sociedad más justa y posibilitaria.