Por Isa Ferrero/El Salto diario

Yemen afronta una crisis humanitaria descomunal mientras la comunidad internacional está de brazos cruzados. El denominado gobierno más progresista de la historia ha decidido olvidar este conflicto.

Helen Lackner está siempre muy ocupada. Pasa la mayoría de su tiempo siguiendo la actualidad política en Yemen. Es de las voces extranjeras que mejor conoce el país. Ha vivido en Yemen más de 15 años y es investigadora independiente asociada al London Middle East Institute (SOAS) y miembra invitada del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR). También, es una de las voces más activas. Su libro Yemen in crisis es, sin ningún tipo de dudas, una obra monumental para entender lo que ocurre en el país y cómo se ha llegado hasta aquí. Desde el año 2015 no ha parado de escribir artículos arrojando luz a una guerra que el público general ni conoce, como tampoco conoce el rol en ella que han desempeñado sus propios gobiernos.

Lackner atiende por videollamada para hablar de la enorme crisis humanitaria que vive el pueblo yemení. En primer lugar, la situación es especialmente crítica en este año 2021 porque la comunidad internacional no está destinando los suficientes fondos a los programas humanitarios de las Naciones Unidas. La investigadora nos recuerda que “en el año 2020 solo se entregó la mitad de los fondos requeridos”. Esto contrasta con el año 2019, cuando se cubrió plenamente el plan humanitario. La “razón de este gran aumento no se debió a la solidaridad de los países occidentales, sino a que Arabia Saudí y Emiratos Árabe Unidos destinaron 1.311 millones de dólares y 488,9 millones respectivamente” (el 44% del total). Sobre este punto hay que decir que es bastante triste pensar que, durante estos años de guerra, los dos países que más han enviado ayuda humanitaria son los dos países que más lo han destrozado, sin que nadie en Occidente se haya echado las manos a la cabeza. Esto ha motivado que la propia ONU haya quitado a Arabia Saudí de listas negras que matan a la infancia.

Sin embargo, esto cambiaría el año pasado, “la caída tan dramática en la ayuda humanitaria en el año 2020 —explica Lackner— se debe a que EAU no ha hecho casi nada, y a que Arabia Saudí envió mucha menos ayuda humanitaria de lo esperado”. Lo que ha ocurrido después era perfectamente previsible, ya que, en la conferencia humanitaria del 2020, los países donantes solo se comprometieron a destinar la mitad de los fondos requeridos. A pesar de las advertencias de estos meses pasados, la comunidad internacional siguió abandonando a Yemen.

De igual manera, hemos podido comprobar que esta misma actitud por parte de los líderes mundiales continúa en el año 2021. Hace tres semanas tuvo lugar otra conferencia humanitaria para destinar fondos humanitarios a Yemen. A pesar de que António Guterres, el Secretario General de Naciones Unidas, haya advertido de que “Yemen corre el peligro de vivir la peor hambruna en cuatro décadas”, el encuentro tuvo ciertamente resultados decepcionantes. Tal como señala la investigadora británica, los donantes solo se han comprometido con destinar 1.700 millones de los 3.850 millones de dólares que pide la ONU. De poco sirvió que Naciones Unidas insistiese en que “el riesgo de una hambruna a gran escala nunca ha sido más grave”. Para el lector familiarizado con la crisis humanitaria vivida en Yemen, ni siquiera hace falta explicar lo que significan estas palabras.

Lackner insiste constantemente en las cifras. Es muy importante atender cuidadosamente a ellas para tomar conciencia de la situación. De los 1.700 millones prometidos, aproximadamente 430 corresponden a Arabia Saudí. Es bastante ilustrativo que, pese a que Arabia Saudí ha reducido drásticamente su aportación, sigue siendo el país que más ayuda humanitaria promete. Por otro lado, hay que resaltar que el gobierno de España ni siquiera ha participado en la conferencia. Tal como ocurrió el año pasado, España no ha prometido enviar ni un euro de ayuda humanitaria. Esto es especialmente grave, ya que en diciembre del 2020 se aprobó una Proposición no de Ley donde se instaba al gobierno a que considerara enviar ayuda humanitaria. Es bastante frustrante ver que las alarmantes declaraciones de las Naciones Unidas no han tenido ningún impacto en el Gobierno de España.

La investigadora también hace un apunte muy interesante, las Naciones Unidas piden este año 2021 menos ayuda que en el año 2019, a pesar de que la situación humanitaria es bastante peor ahora mismo. Este cambio de criterio se debe también a que los hutíes están sacando provecho de esta crisis humanitaria y ponen las cosas aún más difíciles. Esto conlleva a que el desastre humanitario sea de proporciones aún mayores si la comunidad internacional sigue sin estar dispuesta a enviar los fondos requeridos.

También hay que incidir en las implicaciones que tiene que sean Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos los países que envíen más ayuda humanitaria. La investigadora señala que esta ayuda va en muchas ocasiones a sus propios mecanismos. No hay que ser muy “paranoico” para darse cuenta de que esa ayuda no va a ir a zonas controladas por los hutíes. Tal como repite constantemente Lackner, hay que entender que las dos terceras partes de la población están bajo control de los hutíes. Un control que podría ser mayor si consiguen tomar la región de Marib, clave por los recursos energéticos. Sobre esto último, cabe señalar que la alta violencia podría originar cientos de miles de refugiados más en la guerra.

Por otro lado, el sector privado está en una situación crítica. Para Lackner, esto se debe a dos factores principales. El primero, el deterioro que vive el Banco Central de Yemen donde prácticamente se han esfumado los 2.000 millones de dólares que puso Arabia Saudí de depósito. Nos recuerda también que prácticamente el 90% de los bienes básicos se importan y que, si no se puede acceder a crédito, es “muy complejo para los yemeníes acceder al mercado internacional”. Estos problemas son verdaderamente graves si tenemos en cuenta la grave depreciación del Riad yemení y la enorme crisis económica. El segundo factor es el bloqueo del puerto de Hodeida. Este aspecto es verdaderamente hiriente dado que las Naciones Unidas tienen el control del puerto por el Acuerdo de Estocolmo a finales del año 2018. De nuevo, las malas prácticas de Arabia Saudí provocan que prácticamente ningún barco entre al puerto, deteriorando la crisis humanitaria en Yemen. Este segundo factor también afecta de lleno a otro gran mal que vive Yemen y es su colapso sanitario. Lackner apunta a que solo “la mitad de los servicios médicos están operativos” y que hay grandes problemas de suministros y con el pago de los salarios.

El papel de Naciones Unidas

Criticar siempre el papel desempeñado por la comunidad internacional y por las potencias occidentales, no exime de culpa a las Naciones Unidas. No hace falta indagar demasiado para darse cuenta de que no han estado a la altura. Sobre este tema le hemos preguntado también. Es un tema interesante porque los gobiernos utilizan la famosa Resolución 2216 para seguir vendiendo armas a las monarquías del golfo pérsico.

La respuesta de Lackner es que mediante la resolución se ejecuta un embargo contra los hutíes, pero “legalmente no impide que se puedan entregar armas al Gobierno Internacionalmente Reconocido de Hadi”. Según Lackner, la resolución es “la principal razón por la que las Naciones Unidas no pueden hacer algo significativo en Yemen”, dado que se pide a través de ella que los hutíes “se retiren a posiciones antes de la guerra” y “básicamente les ordena que deben rendirse”. Es muy importante entender que, si en el 2015 “era improbable que los hutíes se rindieran, ahora en el 2021 lo es mucho más”. De igual forma, esta resolución no solo ha hecho muy difíciles las conversaciones de paz, sino que ha dado alas a Arabia Saudí para continuar con el actual bloqueo humanitario que tiene como objetivo matar de hambre a la población. Según ella, “los saudíes utilizan esta resolución para justificar su intervención militar en Yemen y también genera que “hasta que no se remplace la resolución, la Unión Europea será incapaz de hacer algo serio en términos de solucionar el problema”.

Le pedimos, por último, que mande un mensaje a la gente y al activismo. Aparte de todas las reivindicaciones que se han hecho en los últimos años, cree también que es una buena opción el involucrarse y pedir al gobierno de España, que, a través de la Asamblea General, impulse una nueva resolución que tenga en cuenta la nueva realidad yemení. Del mismo modo, subraya la necesidad de comprender que esta guerra “no se trata solo de las intervenciones de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos”, sino que hay que entender que cualquier iniciativa hacia la paz tiene que tener en cuenta todas las dimensiones de esta guerra y su complejidad. En este sentido, Lackner afirma que la finalización de la intervención extranjera es un paso adelante, pero no va a provocar que la guerra termine.

Después de que hayan pasado ya seis años de una de las guerras más cruentas de este siglo XXI, es más urgente que nunca recordar al público que España tiene una gran responsabilidad en lo que está ocurriendo. No olvidemos que todos los gobiernos desde el 26 de marzo de 2015 han vendido inmensas cantidades de armamento a países que han devastado Yemen, no han destinado apenas ayuda humanitaria y no han realizado apenas ningún esfuerzo diplomático para solucionar este desastre.

Seis años después, Yemen vive una crisis humanitaria como nunca se ha visto. Si no hay presión social, nada cambiará. Esta urgencia para presionar al gobierno es todavía más grande en tanto que sabemos que 400 mil niños están “en sus últimas semanas de vida” a menos que se haga algo rápido. España y este gobierno no pueden pasar a la historia por permitir de nuevo un genocidio.

 

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