Los resultados de las elecciones del 14F sumen a Catalunya en una incertidumbre que la deja sin presidente y con tres posibles escenarios: coalición de independentistas, coalición de fuerzas de izquieras o repetición de elecciones.

El ganador en votos ha sido el PSC (Partit Socialista de Catalunya) pero con un escenario de difícil envestidura, con poca diferencia de votos y los mismos escaños que el partido de izquierdas independentista en Catalunya ERC (Esquerra Republicana de Catalunya).

La lluviosa y gris mañana del 14F movilizó a un escaso porcentaje de votantes (52,42%) en unas elecciones que se vivían con total incertidumbre y en plena ola de pandemia. Las franjas horarias permitieron discriminar a votantes mayores y vulnerables, que podían acudir a las urnas durante las dos primeras horas de la mañana, seguido del resto de ciudadanos y dejando la última hora para votantes infectados de COVID o con riesgo de padecerlo, hecho que convirtió los colegios electorales en una fotografía de ataviados con EPIS, como si se tratase de las salas UCI de un hospital. Aunque siendo sinceros quizá ese sea el mejor diagnóstico en un momento donde la política late a mínimos y merece el descrédito por gran parte de la población.

El resumen da al menos dos visiones sobre el ganador de las elecciones, por un lado, el conjunto del independentismo (formado por partidos de izquierdas y de derechas) se ha llevado más del 50 % de los votos (74 escaños de 68 que sería la mayoría absoluta de 135 escaños) , éxito contundente en un momento donde parecía que el sueño de la independencia se desvanecía tras las duras represiones que el gobierno español viene ejerciendo desde hace 3 años y 3 meses sobre los principales líderes que iniciaron una lucha pacífica por el derecho a la autodeterminación y que actualmente siguen en prisión o en el exilio. Por otro lado, las fuerzas de izquierdas (independentistas y no independentistas) también superan de largo el 50% de los votos (75 escaños). La posible coalición de alguno de estos escenarios daría como presidente a Pere Aragonés en ambos casos, con un gobierno independentista o con un gobierno de izquierdas. Si ninguna de las dos complejas situaciones llega a un acuerdo, Catalunya volvería a verse en unas futuras urnas.

Desde la mirada del independentismo, la presidencia de un partido republicano (ERC, 33 escaños), de izquierdas e independentista, es un hecho histórico que no se repetía en los últimos 80 años. El pueblo catalán se ha mantenido firme a sus raíces, a sus ideas y en momentos de crisis, el sentimiento de los orígenes renace con fuerza. Su presidente, Oriol Junqueras, hombre de apariencia sencilla, gran orador, cristiano en sus creencias espirituales, no podrá ejercer de presidente en el caso que se llegue a una coalición de fuerzas independentistas por hallarse preso tras el “referéndum ilegal” sobre la independencia en octubre del 2017, siendo su segundo, Pere Aragonés (actual presidente en funciones) quien sería investido. Esta investidura sólo sería posible con el apoyo de los otros dos partidos independentistas: Junts (derechas, 32 escaños) y la CUP (izquierda anticapitalista y asamblearia, 9 escaños).

En este escenario político independentista cabe destacar el incremento de votos de la CUP respecto a anteriores comicios. En su mayoría, la CUP está formada por votantes jóvenes con alto porcentaje de universitarios.

Desde la mirada de un posible escenario presidido por las izquierdas, igualmente con Pere Aragonés de Presidente, su investidura sólo es posible con el apoyo de En Comú Podem (los Comunes catalanes derivados del partido de Pablo Iglesias, que liderados por Jessica Albiach han conseguido mantenerse con 8 escaños) y PSC, ambos sus aliados en el Gobierno Central, pero con grandes diferencias respecto a la postura independentista.

El PSC (Partit Socialista Català), a pesar de ser ganador en votos (pero con los mismos escaños que ERC, no tendría casi ninguna opción de presidir el Parlament. Estas elecciones han  peritidi el resurgir del PSC de las cenizas de los últimos comicios, volviendo a situarse en el lado de la balanza donde históricamente siempre pugnó con la derecha nacionalista catalana. Salvador Illa ha sido la jugada de jaque mate del Partido Socialista Obrero Español, su papel como ministro de sanidad del gobierno central, lo ha convertido en la figura central y foco de atención de todas las cadenas televisivas. Su palabra en plena pandemia iba a misa, así que qué mejor candidato para un partido que colaba un gol con una figura de plomo, sin fisuras y voz de la pandemia. Hay que recordar que el PSC, apoyó al PP en la aplicación del artículo 155 en Catalunya, artículo por el cual el Gobierno central intervino la autonomía de Catalunya durante 7 meses.

Más allá de estos dos escenarios políticos, de compleja avenencia en sus compositivas, cabe destacar la entrada de VOX (la extrema derecha) al Parlament Català con la friolera cifra de 11 escaños; y la caída del resto de  fuerzas de derechas o de centro derechas como el PP (Partido Polular), Cs (Ciutadans) y finalmente la desaparición de PDCAT, antiguo aliado de Junts y que  durante años presidió la Generalitat.