por Luis Soto para Nac&Pop

En 1996 Assange denunció el siniestro ensayo ilegal de medicamentos realizado por Pfizer, cuatro años antes, en Nigeria con un saldo de no menos de 11 niños muertos y más de 200 gravemente afectados por las secuelas de semejante ultraje colonialista.

En 2005 fue llevada al cine la novela de Le Carré titulada «El jardinero fiel», en la que muestra esos episodios trasladando la acción a Kenia.

A partir del 12 de diciembre hubo profundas y contradictorias novedades para los autores de tan duros y reveladores testimonios.

Ese día, a los 89 años, murió Le Carré, famoso novelista, diplomático oficial y agente de los servicios secretos británicos.

A fines del mes uno de los últimos gestos del gobierno de Donald Trump consistió en pedir a Inglaterra la extradición del atormentado cautivo Assange.

Se produjo una reacción casi inconcebible para el sólido apareo político-ideológico entre la madre patria y su mesiánico vástago.

La jueza Vanessa Baraitser rechazó el pedido argumentando que el sistema penitenciario de Estados Unidos no garantiza la seguridad de sus presos.

La extradición sería opresiva por el daño mental que causaría, afirma la jueza y va más allá: las condiciones carcelarias «no evitarían el suicidio de Assange».

El 4 de enero Andrés López Obrador, presidente de Méjico, país con generosa tradición en la materia – miles de compatriotas lo comprobaron desde 1975 -, coronó el fallo ofreciendo asilo a Assange.

Los yanquis apelarán la decisión de Baraitser y alguna voz mercenaria femenina: Carrió, Bullrich, gritará que Méjico va camino de convertirse en Venezuela.

Lo cierto es que el crimen de Nigeria recobra actualidad en momentos en que Pfizer muestra uñas y dientes presionando al gobierno argentino, en yunta con Clarín y La Nación, para que apruebe la compra de la vacuna producida por la corporación sin asumir riesgos, ni responsabilidades.

De ahí la oportunidad de reseñar aquel atentado.

A principios de la década de 1990 una epidemia de meningitis azotó a Kano,en el norte de Nigeria.

Prestamente Pfizer brindó sus humanitarios servicios aportando un fármaco: trovan, que le fue aplicado a los niños de la región.

Pero el producto no había sido objeto de suficientes pruebas, lo que infringía las normas de la Declaración de Helsinki.

Los resultados fueron fatales.

Murieron 11 niños – algunos medios extendieron la cifra a 18 – y alrededor de 210 fueron padeciendo serias deformaciones.

Acaso tan siniestra como la imposición del trovan fue la gestión de abogados y detectives que contrató Pfizer para no hacerse cargo de los perjuicios ocasionados.

No se equivocó, lector de Nac&Pop: una cuadrilla de detectives hurgó en la vida del fiscal Michael Aondoakaa, que encabezó el proyecto de investigación.

Se descubrieron antecedentes de corrupción, búsqueda en la que colaboró el ex presidente de Nigeria, Yakubu Gowon.

Del cierre de las causas se ocupó el primer mandatario en ejercicio, Yar A´Dua.

La justicia fijó en 2.700 millones de dólares el monto de la indemnización.

Los abogados de Pfizer pidieron rebaja y como en el caso de nuestros desaparecidos sostuvieron que sólo habían muerto 11 criaturas.

Las familias reclamaron 175.000 dólares por niño muerto, Pfizer respondió considerando que 75.000 era una suma atendible, posición respaldada por el embajador de EEUU, de apellido Spencer.

No se sabe exactamente cuánto terminaron pagando.

El escándalo de los sobornos a nivel presidencial se hizo público y provocó una crisis de gobierno.

Assange se erigió en denunciante del crimen y Le Carré se inspiró en su denuncia para escribir «El jardinero fiel».

Dirigió la película el brasiieño Fernando Mirelles y los actores centrales fueron Raquel Weis, que mereció un Oscar, y Ralph Fiennes.

Meirelles había dirigido «Ciudad de Dios», en la que daba crudo testimonio de la vida miserable y desesperada de los pobladores de las favelas, y sobre el texto de David John Moore Cornwell (nombre real de Le Carré) saltó a la denuncia de los ensayos ilegales y las maniobras delictivas de Pfizer.

Mención final para los simpatizantes de Pfizer infiltrados Spencer en google.

Buscábamos información sobre funcionarios de la embajada yanqui en Nigeria y nos daban nómina de funcionarios de la representación nigeriana en Washington.

Luis Soto es escritor y periodista, trabajó en medios como Tiempo Argentino (Primera etapa) y Telam.

El artículo original se puede leer aquí