La Asamblea General de las Naciones Unidas ha convocado una sesión especial sobre la pandemia de Covid-19 a nivel de Jefes de Estado y de Gobierno los días 3 y 4 de diciembre. Se necesitó más de un año de discusión para superar la oposición de algunos estados, en particular los Estados Unidos del ex presidente Donald Trump.

1.Una oportunidad única

La realización de este período extraordinario de sesiones (el 37º en la historia de las Naciones Unidas) es de considerable importancia. Se trata de una oportunidad única para definir y poner en práctica acciones conjuntas a nivel mundial para combatir la pandemia a fin de garantizar el derecho a la vida y a la salud de todos los habitantes de la Tierra. Como el presidente de la Asamblea General de la ONU escribió en su carta de convocatoria: «No olvidemos que ninguno de nosotros está a salvo, hasta que todos estemos a salvo».

Este es un momento histórico. Está en juego el futuro de la ONU y, sobre todo, la capacidad de nuestras sociedades para dar a la vida un valor universal, libre de toda subordinación a las «lógicas» de mercado, económicas y de poder. La salud, la vida, no es una cuestión de negocios, beneficios, poder nacional, dominación o supervivencia del más fuerte. El derecho a la salud para todos no es sólo una cuestión de acceso al tratamiento (medicamentos, vacunas…).

Esta sesión especial también es muy importante porque representa una gran oportunidad para nosotros los ciudadanos. Nos alienta a expresar nuestras prioridades y deseos, a presionar a nuestros líderes electos para asegurar que sus decisiones estén de acuerdo con los principios constitucionales de nuestros Estados y la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Declaración de los Derechos de los Pueblos.

Como Ágora de los Habitantes de la Tierra, ya hemos intervenido en septiembre ante el Secretario General de las Naciones Unidas en defensa de una política de salud privada, con fines de lucro y gratuita (bajo la responsabilidad financiera colectiva), no patentada (ver https://www.pressenza.com/fr/2020/09/lettre-ouverte-au-secretaire-general-de-lonu-sur-le-vaccin-covid-19/).

El 23 de octubre, a nivel de la OMC (Organización Mundial del Comercio), los países «ricos» del «Norte» (Estados Unidos, Unión Europea, Noruega, Suiza, Reino Unido, Australia, Japón…) rechazaron la solicitud presentada por Sudáfrica y la India, apoyada por la OMS (Organización Mundial de la Salud) y otros países del Sur, de suspender temporalmente la aplicación de los reglamentos sobre patentes en la lucha contra el Covid-19. La suspensión tenía por objeto permitir que las personas de los países pobres tuvieran un acceso justo y efectivo al tratamiento contra el coronavirus. Con esta negativa, estos países se burlaron de la primacía política y jurídica del derecho a la salud según las normas y objetivos fijados a nivel internacional por la OMS sobre la «lógica» e intereses de mercado promovidos por la OMC. Esto es inaceptable.

  1. ¿Está la humanidad en el principio del fin de cualquier política de salud mundial común inspirada en la justicia, la responsabilidad y la solidaridad?

Las desigualdades en el derecho a la salud han empeorado como parte de un aumento general del empobrecimiento. Según el Informe Bienal sobre la Pobreza y la Prosperidad Compartida del Banco Mundial, se estima que la pandemia COVID-19 contribuirá a que entre 88 y 115 millones de personas más se encuentren en situación de extrema pobreza este año, lo que supone un total de 150 millones para 2021(1). 2) El sector se caracteriza por un alto grado de concentración: en 2019 predominaban cuatro grandes grupos farmacéuticos en lo que respecta al volumen de negocios generado por la comercialización de vacunas. A la cabeza está la británica GlaxoSmthKline, seguida por las empresas americanas Merck y Pfizer, con 7,3 y 5,9 mil millones de euros respectivamente, y luego la francesa Sanofi con más de 5,8 mil millones de euros. (3)

La concentración de la producción de vacunas también es impresionante. Europa representa actualmente las tres cuartas partes de la producción mundial de vacunas. El resto de la producción se divide principalmente entre América del Norte (13%) y Asia (8%). En Europa hay gigantes farmacéuticos como Roche, Novartis y Bayer. (4)

Las fracturas sociales resultantes de las tendencias mencionadas hacen más difícil la aplicación de medidas y acciones en consonancia con los objetivos comunes y compartidos en interés de todos, especialmente de los más débiles que están en peligro.  Se ha fortalecido el espíritu de supervivencia y las divisiones nacionalistas, racistas y de clase. Con pocas excepciones, la mercantilización y privatización de los sistemas de salud ha contribuido a la transferencia de los poderes de decisión a los agentes industriales, comerciales y financieros privados mundiales. Los poderes políticos nacionales, responsables de los procesos de mercantilización y privatización, son cada vez menos capaces de diseñar e imponer una política global y de salud pública en interés de la población mundial.

  1. Las narraciones, los valores, las elecciones y los sistemas de regulación deben cambiar.

La situación mundial es dramática. Esto no significa que sea imposible invertir las tendencias. Las siguientes son las soluciones que el Ágora de los Habitantes ha presentado a la atención del presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas con vistas a la Sesión Especial sobre Covid-19. Nuestras propuestas fueron objeto de consulta con asociaciones, grupos, movimientos y redes de ciudadanos durante el mes de noviembre. Recibimos 1.285 correos electrónicos de apoyo personal firmados de 53 países.

En primer lugar, la Sesión Especial debe reafirmar con fuerza el principio de que la salud de todos los habitantes de la Tierra es la mayor riqueza que poseemos. La salud es un derecho universal. No debe pertenecer sólo a quienes tienen el poder de adquirir los bienes y servicios necesarios e indispensables para la vida. Nuestros estados deben dejar de gastar cerca de 2 billones de dólares al año en armamento y guerras. La salud de 8 mil millones de seres humanos y otras especies vivas es más importante que el poder de conquista y exterminio.

Para ello es necesario cambiar las prioridades de las finanzas mundiales invirtiendo en la economía de los bienes públicos mundiales (salud, agua, conocimiento/educación). El período extraordinario de sesiones debería

  1. Proponer la creación de un fondo cooperativo de salud pública como parte integral de un Fondo Mundial de Depósitos y Préstamos para Bienes Públicos Mundiales;
  2. Encomendar al UNIDIR o a una comisión de expertos independientes que presente un informe de estudio sobre las reducciones inmediatas de los gastos militares y la reconversión de su asignación al desarrollo, la producción y la distribución de bienes y servicios públicos en los sectores de la salud y los sectores conexos del agua, los alimentos y el conocimiento.

En segundo lugar, el derecho universal a la vida implica que los bienes y servicios indispensables para la vida ya no deben ser objeto de apropiación privada o de apropiación colectiva exclusiva. Por lo tanto, es necesario construir el futuro común de todos los habitantes de la Tierra promoviendo y salvaguardando los bienes y servicios públicos comunes indispensables para la vida. El agua, la salud, las semillas, la vivienda y el conocimiento y la educación son los bienes públicos comunes más evidentes. No se pueden disociar de los derechos universales. Las patentes sobre la vida (y la inteligencia artificial) son un claro ejemplo de la disociación entre los bienes indispensables para la vida, como los bienes sanitarios (infraestructuras, medicamentos, etc.) y el derecho a la vida. Por lo tanto, proponemos

  1. Reconocer que la salud (bienes y servicios) es un bien público común mundial que debe ser salvaguardado, protegido y valorado por la comunidad, bajo la responsabilidad de instituciones de autoridad pública elegidas democráticamente, en los diferentes niveles de la organización social de las comunidades humanas, desde la comunidad local hasta la comunidad mundial de la vida en la Tierra;
  2. Aprobar el abandono, para el período 2021-2023, de la aplicación de las normas sobre patentes de organismos vivos, en particular sobre todos los medios de lucha contra la pandemia de Covid-19 (diagnóstico, tratamiento, vacunas). Los monopolios que se dejan a los titulares de las patentes no tienen ningún valor social, ético, económico y político relevante. Para ello, los Estados Miembros de las Naciones Unidas y sus agencias especializadas, representantes de todos los pueblos y ciudadanos de la Tierra, se comprometen, a falta de algo mejor, a utilizar los instrumentos existentes del derecho internacional, como las licencias obligatorias.
  3. Decidir la creación de una Task Force global (Grupo de Tareas Mundial), bajo la dirección de las Naciones Unidas, para examinar el régimen jurídico-institucional de la propiedad intelectual en la era del Antropoceno, con el fin de abandonar el principio de la patentabilidad de los organismos vivos con fines privados y lucrativos y definir un nuevo régimen mundial de la propiedad intelectual a la luz también de la experiencia acumulada en los últimos años en el ámbito de la inteligencia artificial.

En tercer lugar, es de fundamental importancia abandonar la sumisión a los dictados de «En nombre del dinero». «¿No eres rentable? No eres indispensable. En cualquier caso, tu vida no es una prioridad».  No es porque una persona no sea rentable para el capital invertido que ya no sea indispensable.  Estar sin poder adquisitivo no significa quedarse sin derechos. La vida no es dinero. Los seres vivos no son bienes, recursos para el beneficio. Con este fin, la Sesión Especial debería…

  1. Destacar la necesidad de volver a publicar la investigación científica (básica y aplicada) y el desarrollo tecnológico. La puesta en común de conocimientos y protocolos de salud, medicamentos y vacunas debe formar parte de las medidas inmediatas que se adopten. En esta perspectiva
  2. Proponer la aprobación de un Pacto Mundial sobre la Ciencia para la Vida y la Seguridad para todos los habitantes de la Tierra;
  3. Proponer la organización en 2022 de una Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre Bienes y Servicios Públicos Mundiales. El actual uso desconcertante del concepto de «bienes públicos mundiales» en relación con las vacunas Covid-19 subraya la urgencia e importancia de la propuesta.

En cuarto lugar, una política de salud mundial requiere una arquitectura política mundial capaz, sobre todo, de proscribir las finanzas depredadoras. La «seguridad global» de los bienes públicos mundiales en interés de la vida de todos los habitantes de la Tierra puede lograrse mediante la creación de instituciones mundiales con las correspondientes competencias y poderes. Los habitantes de la Tierra no necesitan nuevos ganadores, nuevos conquistadores globales. Necesitan líderes mundiales y ciudadanos convencidos de que el futuro de la vida en la Tierra requiere un nuevo y urgente pacto social global para la vida. En 25 años, la ONU celebrará el centenario de su fundación. En el período extraordinario de sesiones se debe señalar que ya no se trata de debatir ajustes parciales y sectoriales del modelo de reglamentación mundial conocido como «multilateralismo».

El período extraordinario de sesiones debería

  1. Reconocer a la Humanidad como sujeto institucional y actor clave en la política mundial de la vida. La apertura de una Casa Común Mundial del Conocimiento, basada en la puesta en común de conocimientos, experiencias e instrumentos técnicos (el caso de Costa Rica sobre la salud…) será un importante paso adelante concreto,
  2. Proponer la creación urgente de un Consejo de Seguridad Mundial para los bienes y servicios públicos, empezando por la salud, el agua y el conocimiento. al tratamiento (fármacos)

Es hora de que los gobiernos y los ciudadanos obtengan o recuperen el control conjunto de la política sanitaria.  La Sesión Especial debe aclarar las cosas. El derecho a la salud para todos no es sólo una cuestión de acceso (económico) a los medicamentos, a las vacunas…) sino, más aún, una cuestión de construcción de las condiciones humanas, sociales, económicas (como el empleo…), ambientales y políticas que conforman un estado de salud individual y colectivo.

La pobreza extrema, menos de 1,90 dólares por día (según el Banco Mundial) está entre el 1% y el 9,4% de la población mundial en 2020(2)


Traducido del italiano por Estefany Zaldumbide.