Hoy en día primera economía de África por su PIB, Nigeria es también el estado más poblado del continente. Su independencia es contemporánea con la de las antiguas colonias francesas y del antiguo Congo Belga. Su historia ha estado marcada por episodios de violencia política, una alternancia entre regímenes civiles y militares, todo ello en un contexto de desarrollo de la economía petrolera y de un fuerte aumento de las desigualdades sociales y territoriales.

Pressenza entrevistó a Amzat Boukari-Yabara, Doctor en historia del EHESS y activista panafricanista, para hacer un balance de esta evolución. Hoy nos presenta la sociedad y la cultura del país.

La sociedad.

La gran diversidad cultural, lingüística, religiosa, es mostrada a veces como una fuente de conflictos. ¿Esta idea le parece correcta, y de lo contrario, esta diversidad no representa también una ventaja?

Nigeria es simplemente una gran potencia multicultural, presente en todos los ámbitos de la creación, de la producción y de la industria artística. Esto no es reciente. Ya en los primeros siglos, la civilización de Nok había producido una tecnología y práctica de la metalurgia orientada hacia la producción de artes con una duración excepcional. Basta con ver la cantidad de objetos y máscaras de bronce o de barro provenientes del antiguo reino de Benin (situado en los alrededores de la ciudad nigeriana de Benin City) los que constituyen piezas inestimables en los museos occidentales. Los pueblos indígenas produjeron un arte, una cultura y unas civilizaciones ricas y complejas.

El auge cultural de Nigeria se basa pues, en gran parte, en su historia precolonial. También encontramos variadas influencias yoruba en la música y la danza afrocubana, los idiomas y cultos, en muchas partes de América y el Caribe. Esto está relacionado con el hecho de que las costas de Nigeria fueron marcadas por el flujo y reflujo de cautivos y de libres que construyeron un espacio llamado « afro-brasileño », pero que es mucho más complejo en realidad. Existían prácticas comerciales de cabotaje en la región del delta de Níger, en los llamados « ríos de aceite » (haciendo referencia principalmente al aceite de palma), que muestran que también dominaban ciertas técnicas de preservación del ecosistema ligadas al culto de los antepasados.

Más allá de esta historia precolonial, el periodo colonial llevó justamente a las culturas africanas a adaptarse a las prácticas impuestas por los colonos europeos. Música y danzas nuevas, como también nuevas costumbres, fueron introducidas por la colonización, especialmente en el sur cristianizado del país. Así, podemos pensar en el papel de las iglesias Protestantes, Metodistas o Evangélicas, que tendrán una influencia en las prácticas musicales. En el norte predominó la influencia musulmana, especialmente en los antiguos califatos de Borno y Sokoto. Nigeria posee un calendario particularmente rico  en fiestas tradicionales, religiosas, regionales o nacionales. Lo  interesante es que el sistema federal permite que las diferencias culturales existan, pero al mismo tiempo, el poder central debe asegurar el equilibrio, incluso en la repartición de cargos de poder y representativos.

Hay que recordar que la guerra de Biafra no fue una guerra étnica sino una guerra política. No se trataba de una guerra de un pueblo contra otro, sino de una comunidad contra el conjunto federal. No obstante, el país enfrenta regularmente tensiones y conflictos interculturales, interétnicos o interreligiosos. Estos se presentan generalmente en periodos electorales o de crisis económica. Es el elemento político el que tiende a fomentar las diferencias étnicas, y no las diferencias étnicas las que producen los conflictos políticos. Los tres principales grupos étnicos tienen también divisiones internas, a veces muy ramificadas, como en el caso de los Ibo. El poder central se ve obligado a respetar esta diversidad cultural, aunque puede que todavía se produzcan abusos. El país sigue siendo un mosaico, cuando las cosas van bien, es una ventaja, pero es también un verdadero desafío político el mantener el equilibrio.

Finalmente, no podemos ignorar las iglesias de distintas confesiones, las cuales atraen decenas de millones de fieles, y que tienen ramificaciones en la diáspora nigeriana, en particular en Estados Unidos. Nigeria es una gran potencia cultural porque es capaz de exportar a través de su diáspora estructuras culturales. Nigeria también beneficia de un importante atractivo entre los afroamericanos, de los cuales varios buscan iniciarse en los cultos yoruba y reproducir la « Little Nigeria » en América. Carolina del Sur, Georgia, Alabama o Luisiana, ven aparecer localidades que se reivindican de la ciudad santa nigeriana de Oyo, dirigidas por personas iniciadas al culto de Fa y que llevan el título de Babalawo o de Mambo. Nigeria continúa siendo una fuente espiritual que inspira nuevas identidades, y la fiesta de Kwanzaa, considerada de manera un poco ligera como la « Navidad afroamericana », debe mucho a la cultura nigeriana.

La función cultural

La importancia cultural de Nigeria es innegable gracias a su industria cinematográfica, llamada « Nollywood », gracias a sus músicos, como Fela y Femi Kuti por citar un ejemplo, o sus escritores como Wole Soyinka, primer premio Nobel de literatura africana. ¿Cuál es la influencia de la cultura nigeriana en África y en el resto del mundo? ¿Cómo explicar este fenómeno?

En los años 50, Nigeria era un importante centro cultural y musical, vinculado a Ghana pero también al Caribe y por supuesto, a Inglaterra. Se trata de una cultura política, con Fela Kuti, sin duda el artista nigeriano más famoso de la historia. Como anécdota, Fela Kuti no era un desconocido, ya que su abuelo paterno, Josiah Jesse Ransome-Kuti fue el primer músico de góspel de Nigeria a principio del siglo XX. Incluso realizó el primer álbum musical grabado de la historia de lo que sería luego Nigeria. Usó la música como una manera de hacer venir la gente a la iglesia, y para lograrlo, rápidamente tradujo cantos cristianos a la lengua yoruba.

La madre de Fela, Funmilayo también fue una figura importante pan africanista y feminista que participó activamente en la independencia de su país y en las luchas internacionales. Era una mujer muy moderna y comprometida. Cuando Fela se fue a Inglaterra a principio de los años 60 para estudiar medicina, rápidamente se dedicó a la música, lo que era visto como un fracaso para un joven de la clase media o de la pequeña burguesía nigeriana.

En efecto, hablando de cultura, la pregunta que se hace rápidamente la elite nigeriana, y africana en general, es qué tipo de cultura produce ascenso social o qué enseñanza académica es el mejor vehículo para el éxito. Tras la independencia, había la idea de que era necesario dominar las herramientas culturales y educativas de los antiguos colonos para pretender existir en la sociedad, pero Fela propone una verdadera revolución musical, lingüística, estética y política. Aprovechó las influencias de la época (jazz, r’n’b, funk, rock, soul americano…) a su favor, plegando diferentes estilos al suyo, y aportó con su compatriota Tony Allen elementos rítmicos únicos e inéditos que dieron origen al afro beat. Estamos en una época en que Fela Kuti, Manu Dibango o Miriam Makeba están probablemente más adelantados que James Brown, Michael Jackson o Nina Simone.

Lo interesante de Fela es también la forma en que se vincula con el movimiento afroamericano Black Power y trae a Nigeria elementos del panafricanismo y del afrocentrismo a principios de los años 1970. Quiere resaltar todo lo africano. Va a cantar sobre Nigeria, África, el pueblo negro, bajo un enfoque antiimperialista y popular. La insumisión que encarna hacia el sistema, incluyendo hacia las grandes empresas de la industria musical, refleja la imagen de Nigeria, un país que quiere construir su dignidad y su autoridad a pesar de sus dificultades. Fela estaba convencido de que el oído occidental era incapaz de entender su música y algunas de sus obras fueron remezcladas mientras vivía, lo que tendía a darle la razón.

Fela no perdona a las juntas militares, no sólo las de Nigeria que lo persiguen sino también a las de toda África, especialmente los militares ghaneses que habían revocado el presidente Nkrumah en 1966.  Acusa Obasanjo, Abiola y a todos los demás políticos y empresarios de corruptos. Sus canciones cantadas en pidgin, el lenguaje de los humildes, y su música de protesta le valieron varios períodos en prisión. La dimensión política de su música toma sentido también cuando se negó a participar en el Festival de Artes y Cultura de Lagos de 1977, prefiriendo una vez más denunciar el régimen que le inflige represalias terribles poco tiempo después. El ejército atacó su residencia en Kalakuta y expulsó a su madre quien morirá poco tiempo después.

El poder nigeriano desconfía mucho de la música, especialmente de Fela, pero también de varios otros músicos como King Sunny Ade o Bala Miller. Femi y Seun, dos de los hijos de Fela, tomaron efectivamente el mismo camino. Hoy en día tenemos tres o cuatro generaciones de artistas nigerianos, o alemanes, americanos o británicos de origen nigeriano (Sade Adu, Keziah Jones, Asa, Ayo, Yemi Alade, Nneka, Burna Boy, Davido…) los cuales venden varios millones de álbumes, sin contar, por supuesto, toda la escena nacional y local cuyo mercado es enorme.

La industria musical nos lleva a la industria cinematográfica de Nollywood. Recuerdo, a comienzo de los años 2000, cuando miraba películas nigerianas de bajo presupuesto, la inventiva y la creatividad ya estaban presentes, pero hoy en día, los medios y la exposición los han multiplicado. Nollywood es efectivamente uno de los tres mercados cinematográficos más importantes del mundo, junto a Hollywood y Bollywood, y esto está ligado una vez más a la rica identidad e historia de Nigeria. Es un país donde siempre ocurren cosas, Lagos nunca duerme. Por supuesto, las producciones son desiguales, pero son locales, y han construido una verdadera audiencia africana.

Si los grandes realizadores africanos conocidos y premiados internacionalmente no son nigerianos, se debe en parte a que el mercado nigeriano es autosuficiente, y el hecho de ser premiado en Nigeria y ser desconocido en el resto de África es tal vez más interesante que lo contrario. También es Nigeria la que ha enseñado a los africanos a mirar de manera diferente lo que producen los africanos. La música y el cine representan una fuerza de Nigeria y de África, pero también son objetivos para los inversionistas extranjeros.

El tercer gran mercado cultural es el mercado del libro. El país cuenta con una antigua élite literaria y multilingüe: inglés, árabe, yoruba… Por ejemplo, existe un mercado literario yoruba que representa al menos cuarenta millones de hablantes, es decir, más que todo el mercado escandinavo. El mercado del libro se basa en autores de renombre internacional, clásicos como Chinua Achebe, Amos Tutuola, Ken Saro-Wiwa o efectivamente Wole Soyinka, quien es el primer nobel africano de la literatura. También encontramos escritores de primera categoría como Buchi Emecheta, Zaynab Alkali, Zulu Sofola, Chimananda Ngozi Adichie o Amina Mama, sin olvidar los numerosos críticos literarios, dramaturgos, universitarios, periodistas e investigadores nigerianos presentes en todo el mundo. Si miramos la producción local, Nigeria es un país de literatura, con una importante prensa, y conviene señalar también que esta literatura es al mismo tiempo una literatura oral ya que la mayor parte de los grandes clásicos literarios suelen incluir elementos de la tradición oral popular.

¿Cómo explicar la influencia de la cultura nigeriana? Una vez más, en la historia, esta región de África siempre ha sido un crisol cultural como también un espacio de movilidad, con una historia de resistencias que ha permitido constituir un reservorio de historia y referencias. La cultura ha permitido resistir a los periodos más oscuros de la historia del país, como la guerra de Biafra y los períodos militares. Por último, hay una elite que posee los medios, por medio del consumo o del patrocinio, para mantener una política económica cultural fuera de los límites del presupuesto estatal.

Ver también:

Hace 60 años, la independencia de un gigante africano, Nigeria – parte I

Hace 60 años, la independencia de un gigante africano, Nigeria – parte II

Hace 60 años, la independencia de un gigante africano, Nigeria – parte III

Hace 60 años, la independencia de un gigante africano, Nigeria – parte IV


Traducción del francés por Beatriz Barros