Poema

 

Busca completarse el alma

perdida en su externidad,

esperando de las otras

que la vengan a calmar.

 

¡Cuánta mentira asumida,

qué alejada de tu centro,

cuánta desorientación,

desamor y desaliento!

 

Miras afuera y te escapas

y, cuánto más lejos llegas,

más pedregoso el camino,

más desesperos lamentas.

 

¡Cuántas luces apagadas,

cuánto cálculo vertido,

cuántos reclamos y celos,

cuánto amor desatendido!

 

¡Cuántas heridas sangrantes

en bandos que se reabrieron,

cuánta perdida de tiempo

cuando el futuro está en juego!

 

Y, mientras, tú acumulando

resentimientos, venganzas,

frustraciones y temores,

enemigos y fantasmas.

 

Y como un enfermo llenas

de desechos tus moradas,

mientras sigues buscando afuera

con la ilusión renovada.

 

¿Quién te ha dicho,

interesado,

que es un ejemplo a seguir,

modelo a ser imitado?

 

Vuelve los ojos a ti

y encontrarás la respuesta

para calmar esta sed,

que siente tu alma incompleta.

 

Sigues… y, cuando cae de golpe

el paisaje que anhelabas,

se te rompe en mil pedazos

la ilusión que te embargaba.

 

¡Qué duro es vivir errante,

sin rumbo, sin esperanza,

bajo un manto de tristeza

que tiñe toda tu alma!.

 

¡Detente por un momento,

deja de fugarte y para!

Hay una señal que alerta,

sólo tienes que escucharla.

 

Es la señal que guía al hombre

al llegar a encrucijadas,

cuando peligra su vida,

cuando una etapa se acaba.

 

No viene acompañada

de farolillos,

neones,

algarabía ni chanzas.

 

No promete la fortuna

ni la forma de alcanzarla.

Brota, rodeada de silencio…

cuando la conciencia calla.

 

Mira detrás de este espejo

de realidad deformada

y descubrirás respuestas

para completar tu alma.

 

Entra… entra y busca a la diosa,

que se encuentra encadenada,

y que espera a que decidas

para salir liberada.