Al recordar los horrores sin precedentes que los ciudadanos de Hiroshima y Nagasaki experimentaron el 6 y 9 de agosto de 1945, reafirmamos la determinación de nuestras organizaciones para garantizar que las armas nucleares nunca más se vuelvan a usar.

En solo dos días, las dos primitivas bombas atómicas lanzadas sobre Japón mataron a un cuarto de millón de mujeres, niños y hombres. Sin embargo, desde las ruinas atómicas, ha sobrevivido una determinación inquebrantable para dar testimonio de la tragedia humana personal. Durante 75 años, los Hibakusha (personas bombardeadas) se han pronunciado como la voz de la experiencia y la esperanza del imperativo urgente de eliminar todas las armas nucleares.

Esta inspiración es ahora el tema de un nuevo documental, The Vow From Hiroshima (El voto de Hiroshima). Invitamos a familias y amigos a unirse a nosotros el 9 de agosto para honrar a los Hibakusha con una proyección especial de 24 horas de este documental inspirador, contado a través de la lente de la creciente relación entre Setsuko Thurlow, sobreviviente de Hiroshima y activista a favor del desarme nuclear de toda la vida, y Mitchie Takeuchi , cineasta e hija de un sobreviviente de Hiroshima. Es a través de esta amistad que la película crea la historia de la era post-nuclear y el creciente movimiento por el desarme, incluida la adopción histórica del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares por parte de las Naciones Unidas. Únase a nosotros y forme parte del Voto para ayudarnos a preservar la memoria de los sobrevivientes de la bomba atómica para las generaciones futuras. La proyección está patrocinada por La Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear (AIMPGN), La Oficina Internacional por la Paz (IPB), la organización Hibakusha Stories y la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN, por sus siglas en inglés). Para mantenerse actualizado sobre El Voto y el enlace de la transmisión, únase a nuestro evento en Facebook.

Hoy en día, nueve naciones han almacenado suficientes armas termonucleares para terminar con la civilización humana y se encuentran en una ola de gastos masivos para modernizar y expandir sus arsenales. En el 2019, el gasto militar global experimentó el mayor aumento anual en una década, llegando a $1 917 mil millones, lo que equivale a $249 por persona en la Tierra. Estados Unidos está presionando a los estados de la OTAN para que desplieguen una nueva generación de aviones de combate con capacidad nuclear para entregar armas nucleares de rendimiento variable más «utilizables» contra las poblaciones humanas.

En lugar de invertir en el diseño de catástrofes humanitarias, los gobiernos deberían destinar los escasos recursos a programas que preserven y protejan la salud y el bienestar humanos. La IPB ha estado luchando a través de la Campaña Global sobre el Gasto Militar para una reducción drástica y la reasignación de recursos a los desafíos globales que la humanidad enfrenta.

Los expertos en salud nos han advertido durante años sobre la posibilidad de pandemias mortales, como ahora estamos experimentando con el nuevo coronavirus. La respuesta mundial, aunque ha sido mejor en algunos países, claramente no ha sido igual ante la amenaza. Los científicos del clima han advertido de manera similar durante décadas sobre la amenaza existencial planteada por el «invierno nuclear». La investigación contemporánea ha demostrado que los efectos atmosféricos incluso de una guerra nuclear limitada causarían un colapso en los cultivos de granos y pondrían a dos mil millones de personas en riesgo de morir de hambre, además de provocar 20 millones de muertes en la primera semana como resultado de los incendios, explosiones y efectos radioactivos.

Ignoramos a estos expertos en enfermedades infecciosas, ciencia climática y los efectos de la guerra nuclear en la salud bajo nuestro propio riesgo. No existe una vacuna contra la amenaza mortal de la guerra nuclear, que podría ser la «epidemia final» de la humanidad. Como han dicho durante décadas los profesionales médicos de la AIMPGN y otras organizaciones importantes de salud mundial, la prevención de la guerra nuclear es la única cura y, por lo tanto, se deben abolir las armas nucleares.

Por lo tanto, pedimos a todas las naciones que se unan al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN) del 2017, aprobado por un voto de 122 a favor, 1 en contra y 1 abstención en las Naciones Unidas. 39 naciones han firmado y ratificado, dejando solo 11 más hasta que el tratado de prohibición nuclear entre en vigor, estableciendo una norma internacional que condena y prohíbe estas armas de destrucción masiva indiscriminada, como se ha hecho anteriormente con las armas químicas y biológicas. La pandemia nos ha enseñado que todas las grandes necesidades y amenazas del mundo están vinculadas. Al reasignar el gasto militar inflado y reorientar a las naciones para resolver conflictos a través de negociaciones pacíficas, las personas y los gobiernos de todo el mundo pueden abordar más fácilmente las enormes injusticias económicas y civiles que provocan conflictos y alimentan el fuego del cambio climático. Cada victoria en cada ruedo debe usarse para alimentar el progreso en otros lugares si la humanidad quiere sobrevivir este siglo.

Cuando recordamos a las víctimas de los bombardeos atómicos de hace 75 años y escuchamos las historias de los sobrevivientes, nos damos cuenta más que nunca que: estamos todos juntos en esto.

Michael Christ – Director Ejecutivo de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear.

Reiner Braun – Director Ejecutivo de la Oficina Internacional de la Paz.


Traducción del inglés por Nicole Mosquera