Vivimos en un mundo que cambia a diario. La pandemia del nuevo coronavirus nos pone a prueba.

La rueda de la ciencia gira tan rápido como puede y nunca ha estado más cerca de nosotros. Invitándonos a comprender fenómenos tales como el funcionamiento de un virus, el uso de los equipos de protección personal, la discusión de los tipos de pruebas de diagnóstico, el funcionamiento de uno u otro medicamento, la aprobación de nuevos medicamentos y vacunas, o entender la profilaxis y la atención diaria, etc. En resumen, todo un universo que hasta entonces era casi exclusivo para científicos y profesionales de la salud.

Todo esto nos llega a través de las redes sociales y los medios de comunicación y, a menudo, nos sentimos obligados a expresar nuestras opiniones sobre estos asuntos.

En el ritmo frenético de la información, las noticias falsas y verdaderas se mezclan, lo que a menudo obliga a las organizaciones de salud a hacer declaraciones públicas y aclarar mentiras e inventos generalizados. En medio de este bombardeo de información, es esencial identificar que no todas las mentiras «inocentes» son tan inocentes.

El fenómeno del negacionismo

Negacionismo es un término que surge en la década de 1980 en Francia.

Lo introdujeron los historiadores para designar a un grupo de académicos que negaban la existencia de las cámaras de gas nazis. Desde entonces, este término ha trascendido la disciplina de la historia, y en la sociedad contemporánea se ha utilizado en varias áreas.

La característica básica común en el negacionismo es la actitud de una persona o grupo de negar eventos o hechos ya probados creando una nueva narrativa conveniente sin presentar nuevos datos o hechos que contradigan lo dicho anteriormente.

El negacionismo no debe confundirse con el revisionismo, que es la práctica de examinar los hechos a partir de nuevas pruebas o fuentes.

A veces el negacionismo comienza dentro de la comunidad académica, luego es defendido por grupos de la sociedad, incluso cuando esa «tesis inicial» ya ha sido refutada dentro de la propia academia.

Estas ideas se están infiltrando en los medios de comunicación, en las redes sociales, nunca con argumentos sólidos, sino siempre con un formato bien pensado para lograr su principal objetivo; confundir y manipular según los intereses. Las «teorías» negacionistas muestran una nueva verdad que es fácil, ligera y rápida de digerir, encontrando así adeptos en todo el mundo.

En relación con los hechos históricos, vemos el negacionismo aplicado al Holocausto y a las dictaduras latinoamericanas (refiriéndose a la muerte de miles de personas como «guerra contra el terrorismo marxista») y el genocidio armenio. Todos estos pasajes exigen la reparación histórica y la penalización de los implicados (cuando esto todavía es posible), por lo que los negacionistas cuando dicen que tales hechos no ocurrieron tratan de impedir que se hagan las reparaciones adecuadas además de permitir que los hechos brutales vuelvan a ocurrir.

Encontramos descripciones de un tipo de negacionismo climático que dice que el calentamiento global es una mentira o manipulación, a pesar de que los estudios muestran un registro de aumento de la temperatura en los últimos 20 años, y está comprobado el derretimiento de los casquetes polares.

En la ciencia una forma muy conocida de negacionismo son los terraplanistas, un movimiento que afirma que La Tierra es plana.

Es frecuente, más allá de la afirmaciones que hacen, que los negacionistas lleven consigo alguna teoría de conspiración que nos haga pensar que quieren engañarnos por alguna razón financiera, política, etc.

El negacionismo «infecta» como un virus

Es común entre los negacionistas promover la incredulidad en las ciencias, sobretodo en las humanas y biológicas.

La ciencia es esencialmente cambio. Algo que se demostró ayer, puede que no funcione mañana y, si es así, es precisamente porque la ciencia siempre está evolucionando, superándose y descubriendo nuevos pasos en una escalada de la construcción colectiva del conocimiento.

Los grupos negacionistas aprovechan esta situación dinámica e implantan la idea de que la ciencia no es confiable, que no vale la pena seguirla, porque hoy te dicen algo y mañana eso cambia.

Una visión a través del nuevo humanismo

El nuevo humanismo propone un principio fundamental relacionado con nuestro tema; la afirmación de la libertad de ideas y creencias.

Un negacionista podría argumentar que tiene el derecho de pensar de manera diferente a lo establecido. Es cierto, pero hay que mirar el amplio contexto que este «nuevo pensamiento» promueve. Si esta nueva versión oculta la violencia, promueve la violencia o perjudica a otros, entonces no debe ser aceptada porque otros dos principios fundamentales para una actitud humanista son promover la no violencia y la no discriminación.

En un momento tan intenso como el que vivimos, en el que está en juego la vida de miles de personas, debemos esforzarnos por promover y fomentar prácticas que protejan al mayor número de personas posible y no apoyar o difundir información que no esté a favor de lo que las organizaciones sanitarias consideran mejor. La ciencia debe ser un ejemplo para la sociedad, siendo transparente y ética en su accionar.

Ciertamente habrá errores pero éstos serán por las limitaciones del momento y no por improvisaciones o mentiras difundidas de mala fe, por quienes responden a intereses políticos y económicos por encima del bienestar social.

Fuentes:

Manual de formación personal para los miembros del Movimiento Humanista.

Rousso, Henry. «The Political and Cultural Roots of Negationism in France.» South Central Review, vol. 23 no. 1, 2006, p. 67-88. Project MUSE, doi:10.1353/scr.2006.0014.

Silo. “Contribuições ao Pensamento” disponível em www.silo.net

Pompei J. Teoria y Practica- Metodo estructural Dinâmica- Centro Mundial de Estudios Humanistas.

Wolf, Kenneth Baxter, «Negating Negationism» (2014). Pomona Faculty Publications and Research. 394.