En todas las culturas desde los orígenes existió una concepción del fin y del comienzo de un nuevo tiempo, basado en las observaciones de los ritmos biocósmicos, al inicio era la fase lunar y luego fue el tiempo solar, esto acompañado de los mitos que surgían de la comprensión de los procesos, que correspondía al nivel de la conciencia y a sus registros. Desde esos orígenes la mujer tuvo un desarrollo parejo con su par masculino, tanto en la caza como en el tiempo de la agricultura, al observar fenómenos de no comprensión, fueron desarrollando imágenes e interpretaciones, al mirar el cielo notaron cambios en los movimientos de las estrellas y eso les permitió predecir cambios en las tierras, lo cual les permitió sobrevivir. La observación fue la guía que mantuvo la especie humana en su evolución, el relacionar nuevos fenómenos ampliaban su nivel de conciencia pero también la falta, le hacía crear nuevos actos para compensar lo que no-se comprendía, el entender el nacimiento produce nuevos mitos y se revaloriza a la mujer como generadora de vida “la madre”, y de ahí a las diosas es un simple paso. El pensamiento mitológico es un proceso teogónico, en el cual se crea a dios, porque para el hombre primitivo la relación era real, pero el dios o diosa de la prehistoria se convierte en la actualidad en un dios actual y real, existe pero se desconoce cómo devino en dios, y cómo se manifiesta a través de sus representaciones.

Así la historia de la diosa o diosas, se sigue con la mirada hacia lo alto, que surgieron con la cosmogonía, al mirar al cielo nace la imagen del “padre” celestial, en esa relación vertical, si tengo una relación de pedidos, mis ojos se mueven hacia lo alto, en la medida que dios o las diosas se agrandan yo me achico, simple regla de tonicidad muscular y de ahí a los estamentos mentales donde se arma el escalafón hacia lo divino por sacerdotes-sacerdotisas, es el paso siguiente.

Con el tiempo para compensar situaciones se va formando la paridad en el mito dios-diosa, ejemplo de ello los temas de complemento, entre lo femenino y lo masculino, que ha llegado tan de moda en estos tiempos, sin entenderse que se referían a procedimientos que hacían ciertas religiones o ciertas escuelas, para elevar el nivel de conciencia en trabajos especializados, y se traducían con alegorías que relataban historias muy alejadas de la realidad.

Así los mitos son traducciones e interpretaciones ejemplo de ello Osiris-Isis, o Marduk e Isthar, son indicadores de pasos para los iniciados, no historias de amor, y se armaron en los templos de la antigua Babilonia, como en el Egipto antiguo.

Y desde los remotos tiempos hemos sumado nuevos mitos, en torno a lo femenino que lleva la carga de lo místico, lo mágico, e infinitas alegorías de heroínas y salvadoras, sin dejar de mencionar que en muchas de estas formas hay sufrimiento, dolor y también maltrato, esas alegorías que hoy se tiñen en luchas sociales, fórmulas mágicas y amuletos para la salud, el dinero y la felicidad.

Lo que nos indica la necesidad de tener imágenes movilizadoras en estos tiempos tan complejos, y si son tan fuertes las búsquedas en imágenes externas es que hay vacío interno y si no se tiene forma de llenar ese vacío con elementos unitivos se produce un “desaliento” que lleva a buscarle sentido a la vida, para ello se apela a todas las formas de fuga, llevando a un sin-sentido a la conciencia que busca escapar del sufrimiento, como hemos dicho anteriormente es la “etapa del alma desilusionada”, que lleva a nuevos mitos, y dependen de la dirección que se les dé darán sentido a las nuevas generaciones o no.

Si la dirección se vuelca al otro, puedo utilizar esa energía disponible para encauzarla y darle dirección a mi vida y a la vida de otros, puede ser en organizaciones juveniles, femeninas, sociales, barriales, políticas etc. O por trabajos internos que den respuestas a los temores más profundos y soledades, si se logra producir un trabajo de “conocimiento de sí mismo” o llamados de Autoliberación, no estamos hablando de un gurú que matizará sus explicaciones con el “prana” o con la energía, ni de un ocultista que hablará de medicinas alternativas o de un teórico de las teorías de moda, sólo se necesita superar el dolor, el sufrimiento y la soledad, atendiendo al conocerse a sí mismo.

En la actualidad lo monstruoso se ha expresado en muchas formas de violencia, no sólo contra lo femenino, es contra toda forma de expresar un punto de vista diferente, solidario, humanista, universalista.

No es sólo una lucha generacional es una lucha de supervivencia, donde los mitos modernos traducidos como “la mujer maravilla” no tienen espacio, los mitos tipo “comic” con toda su carga afectiva no funcionan frente al andamiaje violento de un sistema que atropella y justifica los “femicidios”, “el hambre, la masacre de pueblos», y toda forma de violencia.

Si hubiera nuevos mitos no serían antropomórficos (dioses o diosas) y no se basarían en mitos fundacionales donde el modelo fue o el pueblo elegido o la fuerza de las armas, se basarían en la unidad de los pueblos, en la diversidad, en la armonía en las relaciones y el crecimiento interno, y la mirada no estaría puesta en los cielos sino en el registro de lo humano.

No existirían razas ni géneros, sólo serían hombres y mujeres que unidos miran el futuro que quieren construir, una Nación Humana y Universal, sin dios ni dioses, sin amos, sin nadie por encima de otro ser humano.