Libia se halla envuelta en violentas luchas de poder y gobiernos que rivalizan, y a ello se suman las naciones extranjeras que se involucran en esta pugna.

Tras nueve años de guerra y caos, Libia todavía está lejos de la paz. El conflicto ha dividido a la comunidad internacional. Por un lado, se encuentra Turquía, que apoya al Gobierno de Unidad Nacional, reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU); y, por el otro, están Rusia, Egipto y Emiratos Árabes Unidos, que apoyan al Ejército Nacional Libio, liderado por el mariscal Jalifa Haftar.

Hasta el momento, los esfuerzos realizados por las distintas partes no han dado fruto alguno de cara a un alto el fuego en Libia. Este sábado, Egipto anunció una nueva iniciativa encaminada a resolver la crisis en Libia.

La iniciativa recibió el apoyo de Rusia. La Cancillería rusa reiteró que este proyecto debe ser el foro principal para decidir el futuro del país.

La propuesta egipcia llega después de que Turquía abogara por aumentar su respaldo a las fuerzas que apoyan al Gobierno de Fayez al-Sarraj y cuando las fuerzas de Haftar han perdido terreno frente al avance de las fuerzas del Gobierno libio, que el sábado retomó el control de la estratégica localidad de Al-Wishka y llegó al corazón de la costera ciudad de Sirte, en el centro de Libia.

La reconquista de Al-Wishka y Sirte suponen el éxito más reciente de las fuerzas del Gobierno libio, que, en los últimos días, ha logrado hacerse con el control del oeste del país tras expulsar a las fuerzas de Haftar de Tarhuna, su último feudo en esta región. También consiguieron recuperar el dominio de toda la capital, Trípoli.

Sin embargo, la ONU advierte que los recientes enfrentamientos en Trípoli y Tarhuna han provocado nuevas oleadas de desplazados libios; más de 16 000 en los últimos días.

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