En el 2 de mayo de 2970 en el calendario bereber, (2 de mayo de 2020 para el calendario cristiano), tiempo después del Yennayer, un héroe de nuestro tiempo voló a las estrellas… Idir, Hamid Cheriet, quien contempló infinitas veces la bóveda estrellada cuando era pastor en las montañas de Durdjura, de una profunda belleza, debía conocer el camino que lleva directamente hacia la luz…

Se le rinde un poderoso homenaje en el mundo francófono y más allá, pero no voy a contar su historia aquí. Usted puede leerla en este link: https://www.courrierinternational.com/article/vu-dalgerie-idir-lame-kabyle, en un precioso artículo de Djamel Alitat, quien conocía a Idir. Su carrera, su trabajo y el gran artista que fue.

Quería rendirle homenaje aclamando lo que siempre defendió en su vida: el amor, la paz, la convergencia cultural y su amada Cabilia.

Cuando fui a esa ciudad por primera vez, a principios de los 2000, iba a Argelia por primera vez… Y era una ignorante de la historia de los pueblos que conforman esta sociedad… Fue una grande y profunda experiencia, como amor a primera vista. Este amor me acompaña aún, porque sembró en mí una fe profunda en el alma humana, y una eterna gratitud también.

Estos pueblos bereberes, estos pueblos amazighs, envueltos en un velo cargado de siglos de silencio, luchan por el reconocimiento de su idioma y su cultura.

Me acogió una familia tan llena de gentileza, ternura, cariño, generosidad, una familia llena de profunda amabilidad… Era simplemente conmovedor. Sentí que estaba con mi familia durante toda mi estadía. Nunca sentí tanta paz como cuando estuve en esa terraza en Tizi Ouzou (en una Argelia que se decía en los medios en ese momento). Me conmovió tanto que deseé ofrecer algo a cambio, entonces le pregunté al hombre mayor de la casa si él había sido bien recibido cuando vivió en Francia.

“Sabes, llegas a Marsella porque tienes que hacerlo… Las condiciones son difíciles, pero no te quejas. Lo que es difícil, realmente difícil, es que inmediatamente te llaman ‘sucio árabe’…. Y es tan violento como falso. Porque nosotros, como ves, gente de Cabilia, hemos tenido que refugiarnos en nuestras montañas durante más de 500 años para proteger nuestra cultura bereber y a Cabilia de la invasión árabe, y luego, de la colonización francesa. Hemos luchado durante siglos para seguir existiendo… Y a veces, especialmente en Francia, hemos dejado de existir en los ojos, memoria y conciencia de la gente…”

¡Lloré! Y a menudo me preguntaba cómo podía reparar esas ofensas recibidas por personas con almas tan hermosas.

En las canciones y posicionamientos de Idir encontré todo lo que hallé en mi primera estadía: la poesía, profunda y simple, de estas personas arraigadas en las montañas de Durdjura; la belleza en todas partes, el espíritu de cuentos y vigilias, las flautas, lo ancestral transportado hacia nuestros tiempos, acompañados de guitarras y derbakes.

En las canciones de Idir, o en los poemas en prosa que solía relatar durante sus conciertos, antes o después de las canciones, encontré este amor indescriptible, rodeado de un inmenso respeto por las mujeres, madres, abuelas e hijas.

Redescubrí este cuestionamiento simple y auténtico: ¿Cómo dar vida a esta cultura y los valores humanistas que se encuentran en ella, cómo perpetuar la tradición, y aun así, adaptarse al mundo de hoy y mañana?

En Idir encontré una forma de lucha que no usaba gritos, ni armas, ni prestigio ni violencia, sino que era un forma suave y permanente de luchar por la paz, la libertad, la tolerancia y la diversidad cultural.

Gracias a él conocemos Cabilia, grcias a él la cultura bereber está viva en los corazones de más gentes, gracias a él, muchos de nosotros hemos abierto nuestras conciencias, derribando creencias, gracias a él estamos interesados en la historia de los pueblos. Gracias a él incluso intentamos pronunciar como podemos un “a vava inouva” (mi propio papi), en todo caso tarareamos, lo que en el caso de Idir suena como una canción de cuna… Para padres, madres, hijas, simplemente para la gente.

Querido Idir, el único propósito de este pequeño texto era unir nuestra voz humanista al gran coro multicultural que en estos días se levanta en tu memoria, y que intenta ofrecerte, para acompañar tu vuelo, una sinfonía de un GRACIAS profundo.


Traducción del inglés por Alanissis Flores