Esta es la carta de una maestra escrita a una semana de la entrada a clases, donde se puede notar la preocupación y humanidad.

El martes 12 de mayo, debería estar en la escuela… 8 semanas después de haberlos dejado de manera precipitada, sin saber lo que vendría.

Ya debería estar en la escuela y ahora no sé cómo esta será…

¿Habrá marcas blancas dibujadas en frente de cada clase, con 1m de separación para que todos hagan una sola fila? Ustedes que hasta hace poco entraban libremente en el aula cuando los llamaba al final del recreo.

¿Habrá alguna manera de volver a clases sin que se topen? Ustedes que solían ir a abrazarse unos a otros para saludarse y preguntarse como estaba su día.

¿Y cómo voy a hacer cuando tú, Léanna, corras hacia mí, gritando «¡Buenos días maestra!»? ¿Y Nesma o Yasmina? ¿Qué hay de Mehdi? ¿Y Dehya?… Algunos de ustedes incluso me abrazaban cada vez que nos volvíamos a ver… ¡3 o 4 veces al día!

Este año, debo enseñarles a leer… No puedo ni imaginar el privarles de los libros en el aula.

¿Cómo condenar a la biblioteca donde soñarán, buscarán, mirarán, leerán? ¿Cómo «leer» sin un libro? ¿Qué significado se puede dar a este importante aprendizaje si les prohíbo su mensajero más hermoso?

Claro que les explicaré los métodos de prevención y haré que se laven las manos las veces que sean necesarias. Claro que organizaré el aula de manera diferente, distribuiré a cada uno los materiales y les pediré que no los presten.

Agradezco a sus padres por tenerlos, ellos los conocen bien y los aman… y sé que muchos de ustedes a quienes recibiré en mi clase, me contarán sus miedos, con el mismo  amor pero de otras formas… y mi responsabilidad hacia ellos solo será aún mayor.

Pero, ¿cómo puedo respetar este frío protocolo y renunciar a todo lo que constituye la esencia y el valor de mi profesión?

Entonces….

Si corren hacia mí, los recibiré, si leen un libro los dejaré sumergirse en él, si prestan su lápiz a un compañero, incluso si está a 1 m de distancia, cerraré los ojos y si vienen a susurrarme un secreto, los escucharé …

De lo contrario, me desvaneceré al verlos perder su humanidad y con ella la mía.

Sabine Gessain, maestra, París distrito Nº 18.


Traducción del francés por Maria Paula Alvarez