Escrito por Jean Willoughby

Contra todo pronóstico, una movilización dirigida por jóvenes consiguió que la crisis climática se colocara en el primer plano de la temporada electoral de 2020. No conseguimos un debate climático completo, pero la CNN organizó y financió el Climate Crisis Town Hall. A pesar de este cálido y generoso abrazo del Comité Nacional Demócrata y de los medios de comunicación, en pocos años los esfuerzos comunitarios de grupos como el Movimiento Sunrise hicieron añicos a los grupos de reflexión establecidos y provocaron un resurgimiento del interés en la política climática. Jóvenes activistas del clima, catalizaron avalanchas de nuevos artículos, libros y videos, que han involucrado a millones de personas en la construcción de un futuro libre de combustibles fósiles.

Después de la salud, el cambio climático es la segunda prioridad para los demócratas. El clima sigue siendo una de las principales preocupaciones, incluso cuando en medio de la pandemia del coronavirus nos amenaza una recesión económica. Por primera vez en 20 años, la mayoría de los estadounidenses dicen que el cambio climático debería ser una prioridad nacional para el gobierno. Hubo un aumento de 14 puntos porcentuales con respecto a la respuesta de a la misma encuesta de hace cuatro años. Cerca de dos tercios, el 64% dice que la protección del medio ambiente debería ser una prioridad máxima, comparable al 67% que dice que el fortalecimiento de la economía debería ser primordial. La gente de color, cuya participación será decisiva para las futuras elecciones demócratas, apoya abrumadoramente la protección del medio ambiente y la acción del gobierno sobre el cambio climático (y lo hace en tasas significativamente más altas que los blancos). En 2020, un tercio de los votantes elegibles serán personas de color. Veamos lo que los principales demócratas tienen para ofrecer a los votantes del clima, es decir, la mayoría de los estadounidenses.

El año pasado, los candidatos presidenciales demócratas dieron a conocer planes climáticos que marcarían el comienzo de una actualización progresiva y científicamente merecida de la plataforma del Partido Demócrata. En el 2016, esta plataforma pidió: “obtener el 50% de nuestra electricidad de fuentes de energía limpia en una década”. Después de meses de debate, en marzo quedaban dos candidatos en el escenario: Joe Biden y Bernie Sanders, quienes representaban visiones profundamente diferentes de cómo el gobierno de los EE.UU. debería decidir sobre los asuntos más importantes de nuestro tiempo. Sanders, que anunció el 8 de abril que suspende su campaña pero que permanecerá en la boleta para ganar delegados, seguirá siendo una figura poderosa en la conformación de la dirección general del partido. Tal vez también de la plataforma de Biden en la elección. A pesar de su obvia división ideológica, Biden y Sanders están de acuerdo en algunas cosas.

Biden y Sanders están de acuerdo en volver a comprometerse con los acuerdos de París, que tienen como objetivo mantener los aumentos de la temperatura global de 1,5 grados centígrados o menos. (Aunque es un objetivo crítico, el periodista climático Bill McKibben señala que es una meta bastante modesta, considerando la rapidez con la que el cambio climático está alterando nuestro mundo). Dos áreas más en las que ambos coinciden fuertemente son: eliminar los subsidios a los combustibles fósiles y ayudar a los antiguos trabajadores de la industria, así como a sus comunidades en la transición a una economía de energía renovable. Biden y Sanders ofrecen un conjunto de propuestas progresistas junto con presupuestos que llaman mucho la atención, aunque sea por razones diferentes.

El plan climático de Biden invertiría 1,7 billones de dólares en un plazo de 10 años para alcanzar una emisión neta de carbono cero en los Estados Unidos a más tardar en el 2050. Afirma que el desembolso estimularía “inversiones adicionales del sector privado y del estado y locales para totalizar más de 5 billones de dólares”. Biden dice que su plan se pagará “revirtiendo los excesos de los recortes de impuestos de Trump para las corporaciones”, luchando contra la evasión de impuestos y terminando con los subsidios a los combustibles fósiles. No significa que este plan no tenga importancia para él, pero con o sin la ayuda extra, este nivel de inversión es probablemente demasiado pequeño para alcanzar las grandes metas prometidas en el plan de Biden. Biden quiere que los votantes sepan que el cambio climático es una “amenaza existencial” y también que él tiene algo de historial en el tema.

Sanders lanzó un plan de 16, 3 billones de dólares para alcanzar el cero neto para 2030 y descarbonizar completamente la economía para 2050. De acuerdo con el espíritu de su campaña, que buscaba lograr un reordenamiento fundamental de nuestras prioridades nacionales, Sanders adoptó el título de la resolución original del Green New Deal. Incluso si se reduce, el plan busca revisar la forma en que se genera e intercambia la energía en el país. Sanders ha declarado que su plan se pagaría a través de al menos seis fuentes principales: proyectos federales que obtienen ingresos mediante la generación de electricidad asequible para millones de personas, el fin de los recortes fiscales a la industria de los combustibles fósiles, la creación de unos 20 millones de nuevos puestos de trabajo que contribuyen con impuestos, el recorte de 1,215 billones de dólares al “gasto militar en la protección del suministro mundial de petróleo”, el fin de los recortes fiscales para los ultra-ricos y el establecimiento de un sistema fiscal progresista. Sanders también afirma que su plan se pagará a sí mismo dentro de 15 años.

La cuestión de cómo ir más allá de los combustibles fósiles es emblemática del incrementalismo de Biden y el progresismo de Sanders. Biden fortificó su postura sobre la perforación de petróleo y gas, diciendo en el último debate que no permitiría “ningún otro fracking” para el gas natural, pero un plan de Sanders prohibiría la práctica. Aunque Biden se refiere al Green New Deal como un “marco crucial”, no se ha comprometido con varios de sus principales pilares, lo que le ha llevado a luchar con los votantes de mentalidad climática y los votantes más jóvenes que podrían desempeñar un papel decisivo en las próximas elecciones. El grupo activista U.S. Youth Climate Strike anunció recientemente que no apoyará a Biden. A partir del 12 de abril, más de 50 grupos estudiantiles y juveniles han seguido su ejemplo, y la mayoría ha anunciado la decisión en Twitter.

Una voz influyente entre los votantes progresistas, la representante Alexandria Ocasio-Cortez ha cuestionado repetidamente el plan de Biden, recientemente tuiteando que esto representa una” forma de negación”:

Biden tendrá que trabajar duro para hacerle frente al escepticismo de los votantes más jóvenes, pero le han ofrecido algunos consejos sobre cómo ganar sus votos. Por el contrario, Sanders fue capaz de construir la confianza con los votantes de todas las edades manteniendo el rumbo, subrayando una y otra vez que el cambio climático es tanto una crisis moral como una amenaza a la seguridad nacional que requiere la intervención sísmica del gobierno, hasta el punto de declararlo una emergencia nacional. La estrategia aquí es simple: Exigir lo mejor. En su búsqueda por establecer un estándar de oro, Sanders ya ha sido capaz de redefinir el campo de las posibilidades en otros temas, especialmente en el de la salud.

El clima lleva la cuenta, y los votantes también

Colocar dos propuestas tan extremadamente divergentes una al lado de la otra para compararlas casi parece una tontería, pero el futuro de nuestro planeta está en juego. Abajo están las tarjetas de puntuación climática de varias organizaciones ambientales sin fines de lucro y think tanks.

El Movimiento Sunrise califica a los candidatos en parte por cómo y cuánto hablan del cambio climático. El recuento de palabras puede ser tomado como una medida de preocupación, al igual que los minutos dedicados a un tema de debate. El plan de Biden tiene alrededor de 10.200 palabras. El de Sanders se acrca a los 14.000. Como demuestra el opus de 170 páginas sobre el clima del Gobernador de Washington y el ex candidato presidencial Jay Inslee, ambos podrían proporcionar más detalles. El enfoque de Elizabeth Warren de entretejer la política climática en toda su plataforma también demuestra cómo podríamos integrar mejor nuestras estrategias para abordar este desafío tan multifacético.

En este momento, otra crisis está causando estragos en las vidas de millones de personas en todo el mundo. Al igual que el cambio climático, la pandemia del coronavirus impone un efecto multiplicador punitivo en otros problemas sociales. A medida que se continúa revelando cuán vulnerable se ha vuelto la nación más rica del mundo, la determinación de los votantes demócratas se ha fortalecido. Ahora, la mayoría de los votantes apoya otra propuesta firmada por Sanders: Mediacare para todos. Ese cambio podría señalar una mayor apertura a la utilización del gobierno como herramienta para resolver los problemas del sistema y para innovar en la economía en general.

En marzo, más de 10 millones de estadounidenses solicitaron el desempleo, y en su mayoría, debido a la pandemia del coronavirus. La reserva Federal estima que 47 millones o más podrían perder sus empleos para fines de junio, lo que llevó a muchos a pedir una garantía federal de empleos y una legislación de empleos verdes como parte de las principales inversiones que probablemente serán necesarias para mantener la infraestructura de los Estados Unidos durante la crisis. Ambos candidatos apoyan la macroeconomía del Green New Deal, y ahora es el momento de traducirla en ‘políticas de mesa de cocina’ que desesperadamente necesitan las familias trabajadoras.

Biden, ¿Doble, o nada?

Biden afirma que su plan climático creará 10 millones de puestos de trabajo, pero Sanders dice que el suyo creará 20 millones. Los votantes en docenas de estados todavía tienen la oportunidad de mandar un mensaje sobre lo que prefieren. Con Sanders dejando el camino de la campaña, la antorcha pasa a los votantes del clima para abogar por lo mejor que su país puede hacer.


Jean Willoughby es escritora y organizadora. Sus artículos y ensayos han sido publicados en la revista Make, la revista Yes! Y en The New’s Farmer’s Almanac. Trabaja en la preservación de tierras de cultivo en Agrarian Trust y como entrenadora de antirracismo en el Instituto de Equidad Racial. Sígala en twitter  @jeansolidarity


Traducción del inglés por Alanissis Flores