Cuando las violaciones a los derechos humanos en Chile se han tornado sistemáticas y el aparato estatal comete crímenes de lesa humanidad en el intento de criminalizar la protesta social de un pueblo que en masa y desde todos los sectores y colores despertó contra decenios de abusos y carencias, el mundo no puede quedar indiferente ni menos aún neutral, pues quien frente a los crímenes se declara neutral, se hace parte de ellos, cómplice del opresor.

Y han sido los propios chilenos y chilenas en el extranjero quienes desde los primeros tiempos del estallido social el pasado 18 de octubre de 2019, se han organizado para apoyar al pueblo desde variados frentes y formas.

Manifestaciones y demostraciones callejeras en plazas de todo el mundo en favor del pueblo de Chile y para denunciar los atropellos a los derechos humanos del régimen de Sebastián Piñera. Publicaciones y una horda imparable de almas que en redes sociales intentan develar la verdad de lo que ocurre, y así hacerle frente al bloqueo comunicacional y la manipulación mediática del gobierno chileno que pretende esconder bajo la alfombra a los miles de heridos, cientos de mutilados, decenas de muertos, miles de encarcelados y perseguidos., etc., en lo que se ha convertido en una dictadura encubierta.

Así también se han organizado, especialmente en Suecia, grupos de chilenos y chilenas que han hecho campañas para reunir fondos que vayan en apoyo a las brigadas voluntarias de salud que en las calles atienden a los heridos cada semana de estos últimos 4 meses y que lejos de disminuir, siguen creciendo y, como subrayó uno de los tantos organismos internacionales de derechos humanos que han constatado en terreno los hechos, ha aumentado también la crueldad de la represión contra la población civil que se manifiesta pacíficamente.

El auxilio al pueblo por parte de los hermanos y hermanas en el extranjero ha sido vital y seguirá siéndolo y esto debe ser conocido. Un ejemplo de aquello fue la hermosa jornada solidaria que el pasado viernes 28 de febrero se llevó a cabo en la biblioteca de Sollentuna, Estocolmo, en donde una larga tarde de encuentro, contó con actividades para niños, música y bailes en vivo, venta de comida típica chilena y de dulces y pasteles.

Muchos ahí no se veían hacía tiempo, entonces, el Chile que despertó en Chile mismo, se ha ido regando al otro lado del Atlántico para contagiar a quienes un día tuvieron que partir por diversas razones al exilio, y así también a sus descendencias.

Me tocaba otorgar una charla para todos, una suerte de exposición de lo que hemos vivido estos más de cuatro meses y el por qué. Quiénes, de qué forma, qué nos unió, en qué nos encontramos para no soltarnos nunca más. Y comencé mi exposición compartiendo una experiencia que no esperaba tener y que aconteció ese mismo día, unas horas antes.

Unas chicas jóvenes, nietas de exiliados, me invitaron a comprar claveles rojos y a visitar su tumba para rendir honores a Olof Palme en la conmemoración de su asesinato. Y ahí estuve. Junto con recoger los testimonios de estas jóvenes maravillosas, entregué mis claveles. No pude contener las lágrimas. Me sentí profundamente conmovida y en ese acto por su memoria, sentí que lo que estábamos honrado era esa palabra enorme que nos une, encuentra y salva vidas: honramos la solidaridad.

Es justamente la solidaridad, esa noción y fuerza arrolladora, uno de los primeros y más grandes triunfos del pueblo chileno contra el sistema neoliberal que combatimos y nos convoca hoy en las calles de todo el país, y que, al mismo tiempo, observo que convoca en una y otra medida, a millones en las calles de todo el planeta. Porque es un sistema egoísta, miserable, que divide, que enajena, que embrutece, esclaviza, condena la subsistencia de la especie humana en un mundo en crisis medioambiental severa, y que es en definitiva, un sistema que mata.

Esta es la lucha de fondo, que ha tomado y seguirá tomando mil formas. Es la madre de todas las batallas y nosotros sí que tenemos un enemigo poderoso: el individualismo, el no darnos cuenta de que si nos pensamos desde el “nosotros” y no desde el “yo”, todos estaremos mucho mejor y que aquello es bueno.

Nadie sobra en esta lucha, ni en las calles de ninguna parte. Todos podemos hacer algo al respecto, con respeto y a corazón abierto, tal como lo han hecho los integrantes de la agrupación “Chile Sin Colores” que organizó el evento en Sollentuna. Y es sin colores justamente porque no tiene color político, salvo el común denominador político y humano de que a este sistema y a los que luchan en su contra levantando la bandera de la Dignidad y en ello han entregado sus ojos para que tú puedas ver, se les debe apoyar con todas las fuerzas de la historia, del alma, de la convicción, de la humanidad. Porque eso, es también hacerse parte.

Olof Palme hizo carne el concepto de solidaridad entre los pueblos y en esta visita que he hecho a Suecia he visto a la descendencia de ese compromiso con la vida trabajar generando vida digna. Entonces, junto con agradecer, creo que no cabe otra cosa más que sumarse desde donde sea porque lo que nos convoca es la revolución humana que no hará otra cosa que salvar vidas y con ello, el único planeta que tenemos para pisar y en donde respirar, y todo parte por la solidaridad, que no es más que consciencia del otro, lo cual se define como Amor. Todo es parte de lo mismo. Hay que saber mirar más allá. Los invito. Otro futuro es posible.

https://youtu.be/Xo4Af06jZ5w