Con la reforma aprobada por casi todas las fuerzas políticas, hemos llegado al tercer intento de atacar la representatividad democrática y la centralidad que la Constitución asigna al Parlamento. Ya en 2006 y 2016 se decidió limitar las funciones del Parlamento con reformas que posteriormente fueron rechazadas en los referendos de confirmación, lo que demuestra que el pueblo italiano tiene muy presente la defensa de nuestra democracia. Una vez más debemos confiar en la sabiduría de los votantes y esperar que, a pesar del silencio culpable de los medios de comunicación y la ausencia de oposición a nivel político, este enésimo ataque a la Constitución fracase como los anteriores.

La campaña del referéndum es inexistente: las fuerzas políticas favorables a la reforma guardan silencio y no promueven el debate, dan por sentada la victoria apoyándose en el odio popular hacia la «casta» (odio promovido y cultivado intencionadamente desde hace muchos años) y en la presunta adhesión de los ciudadanos a la perspectiva de ahorrar una ridícula suma de dinero; los medios de comunicación no dan espacio a la discusión y la comparación entre las diferentes posiciones, como si ni siquiera existiera un frente del NO. Es difícil para los comités del NO divulgar sus razones y hacerlas llegar a los votantes, debido a la imposibilidad de encontrar un espacio en los medios de comunicación.

¿Pero por qué es importante votar NO?

  • Porque los parlamentarios son los representantes del pueblo y reducir su número significa limitar la representatividad popular que es la base del orden democrático. El poder se centralizaría cada vez en menos manos, exactamente lo contrario de lo que los Padres Constituyentes se encargaron de establecer en la Constitución, para asegurar que nunca más, en una Italia recién salida de la dictadura, se pudiera afirmar una forma autoritaria de gobierno y dar vida a una sólida democracia representativa de la soberanía popular. Como escribieron entonces: «cuando se quiere disminuir la importancia de un organismo representativo se empieza por limitar el número de sus componentes, así como sus funciones».
  • Porque la drástica reducción del número de parlamentarios llevaría a un debilitamiento del papel del Parlamento, ya agotado por el abuso de la actividad legislativa por parte del poder ejecutivo, que lleva años legislando mediante Decretos-Ley, limitando seriamente el papel de los representantes electos del pueblo.
  • Porque llevaría a una ralentización del proceso legislativo. La labor parlamentaria se realiza principalmente en las Comisiones; por lo tanto, con menos parlamentarios sería necesario reducir el número de Comisiones permanentes o aumentar el número de Comisiones de las que cada parlamentario puede ser miembro, con el inevitable aumento del volumen de trabajo de cada Comisión y el alargamiento del tiempo legislativo.
  • Porque la reducción del número de miembros del Parlamento aumentaría el número de votos necesarios para ser elegido, lo que haría que el Parlamento fuera inaccesible para las fuerzas políticas más pequeñas, que carecen de visibilidad en los medios de comunicación y de fuerza económica.
  • Porque la reducción de parlamentarios no mejora la calidad de los representantes elegidos. Para lograrlo, necesitamos una nueva ley electoral, proporcional y sin barreras, que permita a los votantes escoger a los candidatos a elegir, en lugar de que los partidos los escojan a través del mecanismo de listas bloqueadas.

A pesar del boicot de los medios de comunicación y la falta de información adecuada, confiamos en que el pueblo será capaz de defender la Constitución, como siempre ha sido el caso hasta ahora.


Traducido del italiano por Estefany Zaldumbide