La Copa Africana de Naciones de Fútbol Sala 2020 se ha convertido en un escenario político de primer orden, con una fuerte desestabilización en el país anfitrión, Marruecos.

De hecho, justamente, la decisión de Marruecos de realizar el torneo en la ciudad de El Aaiún fue el desencadenante de la disputa. Al tratarse de una ciudad situada en el territorio que reconocen los saharauis como propio y que vienen reclamando la independencia desde 1976 cuando se retiraron las tropas españolas.

Sudáfrica fue el primer país en solidarizarse con el pueblo saharaui y se negaron a viajar a El Aaiún, luego de Marruecos se negara a realizar el torneo en otra sede. Pese a las sanciones, el equipo sudafricano se expresó políticamente.

El equipo que lo reemplazó en el torneo, Mauricio, también quiso volverse, luego de descubrir en el territorio los fuertes enfrentamientos que existen entre la sociedad saharaui y el gobierno marroquí. Sin embargo sin apoyo de la FIFA, ni de otros organismos, el equipo ha quedado varado y Marruecos presiona a la Federación para que terminen de disputar el torneo. Una situación similar viven los combinados de Angola y Mozambique, quienes también recibieron órdenes de sus respectivos gobiernos de boicotear el torneo.

Argelia ya había condenado a Marruecos por la elección de la sede del torneo y calificaron el hecho de un desafío total a las Naciones Unidas, entidad que desde 1988 reconoce el derecho de independencia de los saharauis.