Texto y fotos: Josefina Dowbor-Muśnicka

A un año del apogeo de los Chalecos Amarillos, los franceses decidieron acudir a las calles y hacerse escuchar.

Este jueves cinco de diciembre, Francia vivió el comienzo de una huelga interprofesional ilimitada. Según el sindicato CGT, un millón y medio de personas se manifestaron contra la nueva reforma del sistema de pensiones, entre ellos trabajadores de las diferentes compañías de transporte público y centros de educación (France Info). En consecuencia, esto ha provocado un congelamiento casi total de la sociedad del país. Los huelguistas denuncian a Macron por querer disminuir sus derechos de jubilación, a través de la instalación de un nuevo sistema de pensión generalizado.

Los acontecimientos del cinco fueron planeados por meses, y la huelga anunciada hace semanas, pero estos no dejaron de sorprender al pueblo francés. Lo que es más, nadie parece saber cuándo terminará: En teoría, los sindicalistas votaron la reconducción de la huelga hasta el lunes nueve, pero al mismo tiempo, también anunciaron que “no se detendrían hasta tener una respuesta del presidente”. Esto fue dicho, por ejemplo, durante las asambleas generales organizas durante la mañana del jueves.

En el caso de París, una serie de asambleas se organizaron en diferentes localizaciones de la capital. A ellas acudieron desde unas pocas decenas hasta aproximadamente doscientas personas que votaron, entre otras decisiones, la reconducción de la huelga. A su vez, estos mismos, acompañados de un cortejo de estudiantes de universidades como La Sorbona, así como de jubilados, familias y organizaciones políticas, se dirigieron luego a Gare de l’Est, el punto de encuentro de la manifestación. Esta duraría todo un día, a pesar de las temperaturas casi invernales y la presión policial y militar.

Así, desde la una de la tarde hasta las ocho y media de la noche, cuarenta mil quinientos manifestantes se reunieron en las calles de la capital francesa (Le Parisien). Sin embargo, la tranquilidad no duró mucho pues, momentos más tarde, una serie de manifestantes provocaron el incendio de un edificio cercano a Plaza de la República. Esto incrementó la represión de las fuerzas de seguridad, que cortaron totalmente el paso a los parisinos, impidiéndoles continuar su recorrido. No obstante, estos últimos no se dieron por vencidos y, progresivamente, lograron llegar al punto final de la manifestación, al norte de la ciudad. Sin embargo, ello provocó que el evento durara hasta pasadas horas de la noche.

Al mismo tiempo, los manifestantes fueron fuertemente atacados por gases lacrimógenos y se hicieron al menos unas noventa interpelaciones, contando solo París. Según los diferentes medios de comunicación franceses, también parece que hubo grandes tensiones en otras ciudades, tales como Toulouse, Bordeaux y Nantes.

Según el testimonio de una estudiante de la Universidad de Descartes, los estudiantes, muchos no mayores de diecinueve años, vivieron “mucho miedo durante la protesta”, sobretodo a partir de las cuatro de la tarde, cuando las fuerzas de seguridad comenzaron a acorralarlos y lanzarles gases lacrimógenos, mientras intentaban avanzar en lo que se suponía era una manifestación declarada y, por lo tanto, legal.

Incluso, se vieron conflictos entre los bomberos que intentaban apagar el incendio y la Policía Nacional, pues estos últimos parecen haberse comportado violentamente contra los primeros y contra las personas presentes. Paralelamente, un cortejo de bomberos parisinos formó parte del acontecimiento. Este grupo, que encabezó en parte la protesta, también se vio involucrado en varios conflictos con la policía y seis de sus participantes fueron detenidos. (Le Parisien).

Por otro lado, este fin de semana, la situación parece haberse calmado. Sin embargo, la falta de transporte público fue incluso más fuerte que el cinco y este martes se prevén nuevas manifestaciones en la capital, probablemente igual de violentas. Por el momento, ni Macron, ni los huelguistas parecen ceder ante sus objetivos. Una vez más, la situación del país se encuentra inestable.