Circuló una discreta convocatoria y algo muy importante resonó. Las mujeres se movilizaron a testimoniar que lo que está pasando con la represión en Chile no puede seguirse tolerando. Que detrás de las cifras de más de veinte muertos, hay nombres, hay caras, hay vidas. Por la acción de agentes del Estado murieron José Miguel Uribe, Álex Núñez, Patricio Gómez, Romario Veloz, Manuel Rebolledo. Bajo custodia del Estado, en la comisaria, murieron César Mallea y Germán Aburto. Y fallecieron también en medio de estos desbordes y presumiblemente al ser reprimidos por comenter delitos llamados «comunes», las siguientes personas: Paula Lorca, Alicia Cofré, José Arancibia, Eduardo Caro, Valeska Carmona, Agustín Coro, Renzo Barboza, Manuel Muga, Andrés Ponce, Yoshua Osorio, Julián Pérez, Mariana Díaz, Daniela Carrasco, Cardenio Prado, Joel Triviño y varios cuerpos que siguen sin haber sido identificados aún. Sin contar a los heridos, a los tuertos, a tantos otros…

Fueron vestidas de negro, de luto y marcharon en silencio. Un silencio que se transformó en reflexión, en tristeza, en sintonía, en energía, en dignidad. Que se tomó la calle. Fueron muchas, tantas mujeres, las que caminaron con sus manos en alto, limpias, honrando a los caídos desde el Parque Baquedano hasta llegar a La Moneda, donde ese sagrado silencio se transformó en voz, en canto, entonando la música que ha pasado a convertirse en estas manifestaciones en una suerte de himno de la aspiración común, la canción de Víctor Jara «El derecho de vivir en paz».

El foto-reportaje y el vídeo son de Daniela Contreras: