40 mil euros por cabeza: sería el peso de la deuda pública si se dividiera en partes iguales entre todos los ciudadanos italianos. El Banco de Italia ha anunciado los últimos datos sobre préstamos de la administración pública: 2 410 millones de euros (al 31 de julio de 2019). Teniendo en cuenta que los italianos son poco más de 60 millones, en promedio la deuda sería de 40 mil euros per cápita.

Para frenar el problema, generalmente se propone reducir la evasión fiscal, que elimina más de 100 mil millones de euros cada año del erario público. El objetivo podría lograrse con controles más efectivos. Desafortunadamente, el Tribunal de Cuentas en el último informe encontró que los ingresos por evaluaciones sustanciales disminuyeron en 32,8% en un año, pasando de 7 300 millones en 2017 a 5 600 millones en 2018.

El 90% de los recursos recuperados provienen de los grandes contribuyentes, que en Italia son 3 320. Más de la mitad de ellos se encuentran en Lombardía: para las auditorías de estos contribuyentes, el departamento regional de la Agencia Tributaria tiene 179 empleados disponibles, de los cuales solo 67 están a cargo de controles sustanciales.

Lo peor es precisamente lo relacionado con el personal dedicado a los controles. Según lo que informan Milena Gabanelli y Rita Querzé en el Corriere della Sera, la Agencia Tributaria actualmente cuenta con 36 000 empleados: 10 000 menos que hace 20 años. Particularmente, es ridículo que solo haya 8 personas a cargo de los bancos de cheques en toda Italia.

La mejor manera de evitar la evasión fiscal podría ser abolir el uso de efectivo. Si se rastrearan todas las transacciones, en la era digital y de la informática, los controles serían mucho más fáciles y más efectivos. También a este respecto, Italia está en déficit, ya que ocupa el último lugar en la clasificación de pagos electrónicos: solo el 13% de las transacciones.

En 2008, la facturación en efectivo ascendió a 128 mil millones de euros. Luego de 10 años, hemos alcanzado los 206 mil millones de euros. Para reducir el fenómeno, como mínimo debe bajar el límite máximo para el uso de efectivo. En realidad, con la última intervención reguladora, realizada por el gobierno de Renzi, el límite se elevó de 1000 a 3 000 euros. Está claro que esto, en lugar de oponerse a la evasión fiscal, la fomenta.

Las cifras de la «brecha fiscal» de los principales impuestos evadidos en Italia, proporcionadas por la Agencia Tributaria, no despiertan sorpresas, pero siguen resultando vergonzosas. En particular, es escandaloso que se evadiera el 64% del impuesto a la renta de los trabajadores independientes y profesionales en 2011 y que en 2016 se alcanzara el 68%.

Al final, Benedetto Croce tenía razón: «No necesitamos de quién sepa grandes cosas o quién conozca a grandes hombres. Solo necesitamos personas más honestas». Y tal vez aún más equidad y justicia, lo que ciertamente no se logrará con amnistías fiscales.

Si el nuevo Gobierno tiene la intención de cumplir las promesas de luchar contra la evasión fiscal, hay muchas áreas en las que intervenir con medidas útiles. A menudo se dice que no se pueden tomar algunas decisiones porque no hay dinero. Hasta ahora, no ha habido una voluntad política seria de cambio en este campo, que comprende el deber fiscal de cada contribuyente.


Traducción del  italiano por Melina Miketta