Por Bill Van Auken

Washington abandonó el viernes formalmente el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por sus siglas en inglés: Intermediate-Range Nuclear Forces), acercando cada vez más al mundo hacia la guerra nuclear.

El tratado, firmado hace más de 30 años por el presidente estadounidense Ronald Reagan y el líder soviético Mijaíl Gorbachov, prohibía toda una clase de armas que habían puesto al mundo en un aprieto desencadenante de un conflicto nuclear. Ambos países acordaron poner fin a todo uso y producción de misiles balísticos y de crucero lanzados desde tierra con un alcance de 500 a 5 500 kilómetros (310 a 3 417 millas).

CNN informó que El Pentágono (Departamento de Defensa de los Estados Unidos) probará dentro de unas semanas un nuevo misil de crucero diseñado bajo rangos previamente prohibidos por el acuerdo de la INF. Según lo informado, el ejército estadounidense ha estado trabajando en el arma durante los últimos dos años.

Un funcionario anónimo de EE.UU. dijo a la cadena de noticias de televisión que Washington pretende desplegar el arma en áreas de Europa donde podría dominar los sistemas de defensa aérea rusos y atacar «los puertos, las bases militares o las infraestructuras críticas del país».

A principios del decenio de 1980, los Estados Unidos desplegaron en Europa occidental misiles tierra-tierra de corto y mediano alcance, incluidos el Pershing II y el MGM Lance, mientras que la Unión Soviética había desplegado lanzamisiles móviles SS-20 en la URSS occidental. Estas armas tenían la capacidad de atacar la mayoría de las principales ciudades de Europa Occidental y la Unión Soviética en cuestión de minutos. La amenaza de un conflicto nuclear en el continente desencadenó manifestaciones masivas contra el despliegue de misiles estadounidenses, especialmente en Alemania Occidental.

La derogación del acuerdo está ligada al giro de Washington hacia un «conflicto de grandes potencias» con Rusia y China, en el que el imperialismo yanqui busca apalancar su poder militar como medio para contener a Rusia y contrarrestar el ascenso económico de China, junto con su desafío a la hegemonía global de Estados Unidos.

El Secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, hizo público el anuncio formal del repudio del tratado por parte de los Estados Unidos, echando toda la culpa de su fracaso a Rusia, incluso cuando fue este país el que rompió el acuerdo. «Rusia no llegó a cumplir plenamente y de manera verificable con la destrucción de su sistema de misiles que no seguían las normas», dijo.

Moscú ha negado repetidamente esta afirmación, insistiendo en que su misil de crucero SSC-8 lanzado desde tierra, que Washington dice que no cumple con el tratado, no está en violación. Mientras que ha invitado a Estados Unidos y a otras potencias, así como a periodistas extranjeros, a inspeccionar el sistema de armamento, Washington ha rechazado todos los llamamientos a la negociación, emitiendo ultimátums a Rusia que sabe que no serán aceptados.

Rusia, por su parte, ha insistido en que Estados Unidos está incumpliendo el acuerdo, al haber desplegado en Polonia y Rumanía sistemas de defensa antimisiles equipados con lanzadores idénticos a los utilizados por los buques de guerra estadounidenses capaces de disparar misiles de crucero Tomahawk de alcance medio. También se ha declarado que el despliegue de aviones teledirigidos armados en el continente constituye una violación más del acuerdo.

La determinación del gobierno de Estados Unidos de revocar el tratado y sus restricciones al desarrollo de misiles de mediano alcance tiene como objetivo no sólo intensificar su asedio militar contra Rusia, sino más fundamentalmente prepararse para un conflicto a «gran escala» con China.

En respuesta a la inclusión de China por parte de EE.UU. y al despliegue masivo de potencias navales y aéreas en la región del Pacífico como parte del «pivote hacia Asia», iniciado bajo la administración de Obama, Pekín, que no es signatario del tratado de la CNI, desarrolló sus propios misiles de medio alcance.

El Pentágono quiere responder a este desarrollo desplegando sus propios sistemas de misiles ofensivos en la región dirigidos a las principales ciudades de China. No es casualidad que la terminación del tratado que prohíbe tal despliegue coincida con la fuerte escalada de las medidas de guerra comercial de EE.UU. contra China.

Mientras que la decisión de derogar el tratado fue anunciada por la administración de Trump el pasado mes de febrero, el repudio formal del acuerdo provocó condenas tanto de Moscú como de Pekín.

«En el famoso reloj simbólico que muestra el tiempo que queda para el conflicto nuclear, desafortunadamente hemos pasado un minuto más hacia la medianoche», declaró el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Ryabkov, en una entrevista en inglés con la RT. Añade también que «aunque el presidente Trump diga que la carrera armamentista no tiene sentido, al igual que la inversión en equipamiento militar, esto continuará».

Por su parte, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Hua Chunying, mencionó que «China se opone a tales acciones», y añadió: «Pedimos a Estados Unidos que cumpla con sus obligaciones».

Asimismo, acusó a Washington de buscar «superioridad en armamento estratégico» y advirtió que esto «afectaría seriamente la estabilidad y socavaría el equilibrio global de poder», amenazando «la seguridad en muchas regiones».

Aunque la mayoría de los gobiernos de Europa Occidental y la OTAN se hicieron eco de las afirmaciones de Washington de que Rusia era responsable de la desaparición del tratado, hubo señales de preocupación. El Ministro de Asuntos Exteriores alemán Maas declaró que «con el fin del tratado de las INF, Europa está perdiendo parte de su seguridad». «Estoy convencido de que hoy debemos lograr de nuevo un acuerdo sobre desarme y control de armamentos para evitar una nueva carrera de armamentos nucleares», añadió.

Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores belga, Didier Reynders, escribió en Twitter: «Lamento el fin del Tratado INF, que ha servido a nuestra seguridad durante más de 30 años. Bélgica reafirma su compromiso con el control de las armas nucleares y el desarme nuclear y hace un llamamiento a los Estados Unidos y a Rusia para que entablen un diálogo constructivo y acuerden medidas estabilizadoras».

Bélgica, junto con los Países Bajos, Alemania, Italia y Turquía, es uno de los países donde se despliegan las bombas nucleares estadounidenses.

Ninguno de los aliados de Europa Occidental de Washington ha dado indicación alguna de que esté dispuesto a aceptar el despliegue de misiles de medio alcance en su territorio. Moscú ha dejado claro que cualquier instalación de misiles de este tipo se convertiría inmediatamente en un objetivo.

Detrás de las declaraciones sobre la derogación del Tratado INF que socava la seguridad de Europa, se esconde un giro hacia la escalada de las principales potencias europeas, y en particular de Alemania, de la remilitarización independiente de los Estados Unidos.

Se espera en general que la ruptura del Tratado INF vaya seguida de la terminación del acuerdo aún más importante del Nuevo START (Tratado de Reducción de Armas Estratégicas), que, si no se renueva, expirará en 2021. El pacto limita el número de ojivas nucleares estratégicas desplegadas tanto por Rusia como por Estados Unidos a 1 550 y limita de forma similar el número de misiles balísticos intercontinentales de los dos países.

Trump ha descrito el pacto como «uno de varios malos tratos negociados por la administración Obama», mientras que su asesor de seguridad nacional, John Bolton, ha estado diciendo a los medios de comunicación que probablemente no será renovado. Esto significaría que no quedaría ningún tratado que restringiera la acumulación hacia la guerra nuclear.

El Pentágono se está preparando abiertamente para tal conflicto. Una «doctrina conjunta» sobre las operaciones nucleares, publicada brevemente en Internet a mediados de junio, afirma lo siguiente «Las armas nucleares podrían crear las condiciones para obtener resultados decisivos y restaurar la estabilidad estratégica. Específicamente, el uso de armas nucleares cambiará fundamentalmente el alcance de una batalla y desarrollará situaciones que requieren que los comandantes ganen».

El Pentágono está trabajando para desarrollar un arsenal de armas nucleares «tácticas» «utilizables» y de bajo rendimiento que se utilizarán para cambiar el curso de la batalla en las confrontaciones con los rivales poderosos del imperialismo yanqui. El escenario subyacente y altamente improbable es que tales armas puedan ser utilizadas sin provocar un intercambio nuclear a gran escala que ponga fin a la vida en el planeta.

Los inmensos peligros planteados por la derogación del Tratado INF por parte de la administración de Trump y el significativo paso hacia la guerra nuclear no provocaron ninguna respuesta de su ostensible rival político, el Partido Demócrata.

Habiendo votado abrumadoramente tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado por un presupuesto militar récord de 738 000 millones de dólares, los demócratas están plenamente comprometidos con la marcha hacia una conflagración nuclear. Ni la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, que negoció el acuerdo sobre el presupuesto con la Casa Blanca de Trump, ni el líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer, dijeron algo sobre la eliminación del tratado sobre las INF. Por su parte, el candidato presidencial demócrata Joe Biden twiteó que Estados Unidos «debe liderar el mundo libre» junto con comentarios contra los chinos. Del mismo modo, Elizabeth Warren guardó silencio sobre la abrogación del tratado mientras twitteaba que EE.UU. tiene que «ponerse firme con China», mientras que Bernie Sanders no mencionó palabra.

Claramente no hay ninguna facción antibélica dentro del Establecimiento gobernante de los Estados Unidos, ni ningún interés por parte de los demócratas ni de los medios de comunicación corporativos en alertar al pueblo estadounidense sobre la creciente amenaza de una conflagración nuclear global.

Esta amenaza sólo puede ser respondida a través de la construcción de un nuevo movimiento antibélico de masas basado en la lucha por la unificación de la clase obrera internacional en la lucha contra el capitalismo.

Publicado originalmente en WSWS.org


Traducción del inglés por Sofía Yunga

El artículo original se puede leer aquí