Claire CorkhillUniversidad de Sheffield para The Conversation

El motor de un misil explotó en un campo de pruebas naval, al oeste de la ciudad de Severodvinsk, en la costa norte de Rusia, a las 9 de la mañana del 8 de agosto. Al menos cinco personas murieron y otras varias resultaron heridas. Al estar asociado con el programa de defensa de Rusia, el incidente está envuelto en misterio. Pero poco después de la explosión, la agencia estatal de vigilancia meteorológica, Roshydromet, informó de un aumento de la radiación a 40 km de distancia.

Al principio, las autoridades rusas negaron la fuga de radiación, sin embargo, más tarde la confirmaron. Hubo informes contradictorios sobre el origen de la explosión y una evacuación planificada, que posteriormente se canceló, de una aldea cercana. Como era de esperar, los medios de comunicación especularon que las autoridades rusas podrían estar ocultando un accidente similar al de Chernóbil.

Las pruebas de misiles no suelen incluir materiales radioactivos, a menos que el misil en cuestión lleve una ojiva nuclear (prohibida por el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares de la ONU). Entonces, ¿qué está pasando? Nadie fuera del gobierno y del ejército ruso puede estar completamente seguro, pero, como investigador académico en material nuclear, puedo hacer lo mejor posible para reunir las pruebas disponibles.

Severodvinsk (punto rojo) se encuentra en la costa del Mar Blanco, justo bajo del Círculo Ártico.

CIA/wiki

Las autoridades rusas han confirmado que la explosión involucró «una fuente de energía isotópica en un sistema de propulsión líquida». No hay nada particularmente nuevo en el sistema de propulsión; los primeros misiles balísticos utilizaban una corriente presurizada de combustible líquido y oxígeno que, al encenderse, se expandía y salía corriendo del fondo del misil, impulsándolo en la dirección opuesta.

La «fuente de energía isotópica» es nueva. Los isótopos radioactivos son átomos inestables que liberan el exceso de energía mediante la emisión de radiación. Por lo tanto, si el misil está propulsado por isótopos, esto indica que los rusos han desarrollado un minirreactor nuclear, capaz de encajar dentro de un misil, el cual puede utilizar la radiación para calentar el combustible líquido para su propulsión. Esto nunca se había logrado antes.

Esta admisión llevó a los expertos estadounidenses y británicos a concluir que la fuente de la fuga de radiación debe ser un tipo de misil de largo alcance el cual Rusia ha afirmado anteriormente sería propulsado por energía nuclear. Este misil es conocido por los rusos como 9M730 Burevestnik, y por la OTAN como el SCC-X-9 Skyfall.

Se desconocen los detalles exactos del minirreactor nuclear que puedo haber sido desarrollado para propulsar un misil ruso, pero existen algunos modelos potenciales que pueden ser utilizados. La diferencia clave entre un reactor nuclear utilizado para generar energía y uno que podría utilizarse para propulsar un misil es la cantidad de material necesario. El reactor RBMK que explotó en Chernóbil contenía 200 toneladas de combustible de dióxido de uranio. Se necesitaría una cantidad significativamente menor de combustible, quizás unos pocos kilos como máximo, para levantar un misil.

Una posibilidad es lo que se conoce como generador termoeléctrico de radioisótopos (RTG). Esto convierte el calor de la descomposición radioactiva en electricidad. Los candidatos potenciales para el combustible son el plutonio-238, de los cuales 4,8 kg alimentaron el Curiosity Rover en Marte, el americio-241, ampliamente utilizado para alimentar detectores de humo, y el polonio-210, infamemente utilizado en el envenenamiento del espía ruso Alexander Litvinenko. El Estroncio 90, que emite radiación beta y gamma en su desintegración radiactiva, ha sido utilizado en el pasado en aplicaciones tanto estadounidenses como rusas de RTGs, incluso dentro de faros rusos. Esta última es ciertamente plausible, debido el aumento medido de la actividad gamma en las cercanías de Severodvinsk.

La segunda posibilidad es que el misil fuera propulsado por un reactor nuclear térmico. Esto es quizás más probable si se tiene en cuenta la descripción del accidente hecha por las autoridades. Estos reactores podrían utilizar el calor generado por la desintegración radioactiva para calentar el combustible líquido de hidrógeno. Un sistema de este tipo podría teóricamente utilizar un núcleo de uranio sólido, un núcleo de radioisótopo líquido o incluso uranio gaseoso para propulsar un misil en vuelo durante largas distancias. Sin embargo, ninguna de estas tecnologías ha sido probada, al menos en lo que respecta a los misiles, y no es posible adivinar con certeza el tipo de combustible, lo que hace que la radiación en Severodvinsk sea difícil de explicar.

Cualquiera que sea la fuente de radiación, la liberación parece ser relativamente pequeña. Para el lego, 16 veces por encima de la tasa de fondo puede sonar como mucho, pero esa tasa de fondo es pequeña y relativamente inofensiva; por ejemplo, el condado inglés de Cornualles tiene tres veces la tasa de fondo gracias a las rocas que contienen uranio de forma natural en la tierra. Compárese con el accidente de Chernóbil, que liberó 7.000 veces la radiactividad antes mencionada.

Las autoridades noruegas y finlandesas están monitorizando el aire, pero aún no han reportado nada anormal. Los científicos occidentales incluso están pidiendo a los residentes de Severodvinsk que donen los filtros de aire de sus automóviles, de modo que, en algún momento, podamos entender mejor lo que fue liberado y cuan dañino podría ser. Ello debería dar algun signo de la amenaza que representan los ensayos de esas armas.

Claire Corkhill, investigadora en eliminación de residuos nucleares, Universidad de Sheffield

 

Este artículo ha sido reeditado de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.


Traducción del inglés por Armando Yánez