El 6 de junio, estrenamos nuestro último documental en Pressenza, «El principio del fin de las armas nucleares».  Para esta película, entrevistamos a 14 personas, expertas en sus áreas, que pudieron darnos una idea de la historia del tema, el proceso que condujo al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, y los esfuerzos actuales para estigmatizarlos y convertir a la prohibición en eliminación.  Como parte de nuestro compromiso de poner esta información a disposición de todo el mundo, publicamos las versiones completas de estas entrevistas, junto con sus transcripciones, con la esperanza de que esta información sea útil para los futuros realizadores de documentales, activistas e historiadores a quienes les gustaría escuchar los poderosos testimonios grabados en nuestras entrevistas.

Esta entrevista fue realizada el 8 de noviembre de 2018 con el Dr. Carlos Umaña, de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear, de Costa Rica, durante el Foro Mundial sobre Violencias Urbanas que tuvo lugar en Madrid.

Hablamos con Carlos sobre los efectos de las bombas nucleares en los seres humanos, el llamamiento de las ciudades de ICAN que se lanzó en ese foro y su motivación personal como activista.

Preguntas: Tony Robinson; Camarógrafo: Álvaro Orús.

Transcripción

Háblanos sobre los efectos de una bomba atómica

Bueno, una bomba nuclear es una es un arma bastante particular. No es como una bomba convencional y tiene efectos que se dan a corto plazo, a mediano plazo y a largo plazo. A corto plazo vamos a tener efectos por básicamente cuatro cosas:

La onda expansiva que, dependiendo del tamaño de la bomba, van a ser unos vientos huracanados que destruyen todo a su paso y que convierten a todo, incluso los mismos cuerpos humanos, en proyectiles. Entonces es una onda destructora masiva.

Luego se produce una onda de calor en el orden de millones de grados centígrados. Que lo que esté más cerca o dentro de las partes más calientes de esa onda se evapora, se vaporiza. Hay algo que se llama la sombra nuclear y que es lo único que quedó de algunas víctimas, es la sombra de cuando se la bomba los vaporizó. Pero luego también genera varios incendios, que ya sea por el incendio mismo o por el agotamiento del oxígeno que producen los incendios, acaban con toda la vida en un gran radio de acción. Es decir, en estas zonas incluso los albergues para protegerse de las armas, no servirían porque también todas esas zonas quedarían sin oxígeno. Y estas quemaduras que producen, la gente que sobrevive con esas quemaduras… son quemaduras insidiosas, muy difíciles de tratar, que no son como las quemaduras cualquiera, sino que son quemaduras que van a estar contaminadas por radiación también, que es el tercer efecto que causan estas bombas, la contaminación por la radiación.

El efecto sobre las personas, hay dos tipos de efectos. El efecto que depende de la dosis de la radiación y el que depende solamente de la exposición a la radiación gamma. Ante una exposición bastante grande, los efectos pueden durar horas o incluso días. Hay una destrucción masiva de los órganos internos, del tracto digestivo, del sistema nervioso, especialmente el central y del sistema sanguíneo.

Entonces contaba, por ejemplo, Setsuko T. que ella veía un desfile fantasmagórico de personas que andaban sosteniendo sus ojos. Que su propio sobrinito de cuatro años tuvo una muerte espantosa donde se le explotaba el abdomen y le salían los intestinos. Es una muerte muy dolorosa esa muerte con una dosis alta de radiación.

A las dosis medianas, esta enfermedad, si se recuperan, puede durar meses o años recuperándose de lesiones al tracto digestivo, al sistema hematológico, a la piel y al sistema nervioso central. Si es que se recuperan. Y si se logran recuperar, entonces hablamos de los efectos crónicos. Que sería una incidencia mucho más alta de varios tipos de cáncer, especialmente la leucemia, el cáncer de tiroides, cáncer de mama. Esas personas van a tener a lo largo de su vida un riesgo mayor de padecer de enfermedades en general, porque queda su sistema inmunológico debilitado, enfermedades infecciosas y obviamente padecer de cáncer. Una de las cosas que decía uno de los sobrevivientes es que, cada vez que él se enfermaba de algo, aunque fuera una simple gripe, él pensaba que esa esa enfermedad, ese episodio, era lo que lo iba a matar.

La otra cosa que producen también, bueno que ahora es mucho más relevante que hace 75 años, es una onda electromagnética. La bomba nuclear produce una onda electromagnética que interrumpiría la comunicación electrónica. Eso afectaría los viajes internacionales, afectaría a muchísimos aparatos de los cuales dependemos actualmente. Especialmente en los hospitales. Los hospitales que queden, esto hace falta decirlo también. En Hiroshima por ejemplo, un 90% de los médicos y trabajadores de la salud murieron o quedaron completamente inhabilitados tras la bomba. Lo que quede funcionando, los hospitales que queden y los médicos que queden no van a poder operar bien, precisamente porque no van a funcionar los equipos por la onda electromagnética. Porque tampoco los equipos de emergencia van a poder ingresar a las zonas de destrucción por la altísima contaminación radiactiva, sin poner ellos mismos su vida en peligro. Y luego toda la infraestructura de la ciudad se vería destruida o seriamente comprometida.

Por último, está el efecto también sobre las personas que sobreviven. Estas personas van a pasar lo que ahora se conoce como un síndrome postraumático. Ellos van a haber visto su patrimonio cultural y su patrimonio natural convertido en un desierto nuclear y van a pasar un estigma durante toda su vida. En Japón, hay un estigma social, en el sentido de que estas personas no las querían contratar porque, por su propensión a enfermarse. Les costaba mucho encontrar pareja también, por su propensión a engendrar hijos con deformidades.

Que estos son los grandes efectos que también tienen las armas nucleares y cabe decir que este efecto afecta proporcionalmente a las mujeres y los niños, pues los niños están en desarrollo y los órganos son más vulnerables. Y las mujeres, aparte de que tienen una proporción mayor de tejido graso y por otras cosas, las hacen especialmente vulnerables a los efectos de las armas nucleares. Y si hablamos del estigma social, es precisamente las mujeres las que sufren más ese estigma social porque, en las sociedades conservadoras, las mujeres dependen de su capacidad para casarse para poder hacer una vida. Y si tienen un estigma por el cual no se van a poder casar porque su capacidad de engendrar estaba afectada, de generar hijos sanos está afectada, pues entonces la pasa mal. Y son las mujeres también las que se encargan de cuidar a los familiares enfermos, son las madres también las que se han encargado precisamente de ser, de tener ese rol.

Actualmente, debido a los ensayos nucleares, también vemos muchísimos de estos efectos. Vemos muchísimas personas que nacen con malformaciones congénitas en las islas Marshall, por ejemplo, en Kazajistán. Personas que tienen una incidencia altísima de cáncer, la esperanza de vida baja muchísimo en estas zonas especialmente. Pero, precisamente, por la altísima incidencia de varios tipos de cáncer que no se ve en otras partes.

Cuéntanos sobre el Llamamiento a las Ciudades

Claro, la idea que hay detrás de la campaña es utilizar el movimiento civil a través de las municipalidades. Que las municipalidades tienen bastante poder y las armas nucleares, como son armas tan grandes y es algo tan político, es una decisión que casi siempre se le deja al gobierno. Entonces, las personas se sienten muy desconectadas de este tema, aunque muchas personas no están muy conscientes de la amenaza que representan, del riesgo que representan, y aun las que sí están conscientes muchas veces no se sienten empoderadas para actuar.

La idea de la campaña es darles herramientas a las personas para que, a través de sus municipalidades, puedan llegar a cambiar lo que sus países dicen. Y también que sus municipalidades, hay muchísimas cosas que se pueden hacer también y hay muchísimas formas en las cuales se puede debilitar esta hegemonía nuclear. No solamente a través de la decisión nacional, sino también a través de una decisión personal y una decisión del municipio.

El Tratado de Prohibición de Armas Nucleares, que se negoció el año pasado precisamente así es como funciona. Funciona para debilitar los mecanismos morales, legales, políticos y económicos que mantienen a las armas nucleares, que mantienen esta hegemonía nuclear.

Entonces una de las cosas se llama estigmatización y una de las formas en las que funcionó fue por ejemplo en el 2016 que EE.UU. cerró su última fábrica de municiones en racimo sin haber nunca firmado la convención en contra de las municiones en racimo.

¿Qué fue lo que pasó? Que el resto del mundo, muchos países, si lo firmaron. Entonces estas fábricas se quedan sin compradores, se quedan sin inversores y se genera una condena global hacia esas armas. Ese es el mismo mecanismo que está pasando actualmente con las armas nucleares.

Hay muchísimas personas que están invirtiendo sus fondos de pensiones personales en instituciones financieras, en bancos que invierten en armas nucleares. Entonces, lo que queremos es, por ejemplo, generar esa conciencia del vínculo personal que existe con esta hegemonía nuclear. El vínculo que las municipalidades tienen también con esto, porque los fondos públicos tienen que invertirse responsablemente, que las personas puedan exigirle sus municipios que actúen responsablemente.

La idea es que los municipios apoyen el tratado de prohibición de armas nucleares y que hagan todo lo posible en cuanto a la desinversión, en cuanto a educación para promover la firma de este tratado, para promover este cambio de paradigma que se está dando. Porque el desarme nuclear, el tratado, es una herramienta bastante potente, pero el desarme nuclear no va a llegar con la firma del tratado.

Para llegar a deshacernos de las armas nucleares y librarnos de esta amenaza de aniquilación nuclear, dicho sea de paso, estamos ahora muchísimo más cerca que hace muchísimos años. Para hacer eso, necesitamos de un movimiento global. Necesitamos que la gente entienda, generar conciencia a nivel de todo. Esto no se hace simplemente con la firma de tratados y las ciudades son importantísimas en general para apoyar este movimiento global. De eso trata esta campaña.

¿Cuál es tu motivación personal?

Sí, es cierto, porque a veces es muy frustrante, la verdad, y unas veces quiero decir ya porque, bueno, cuando hay que ponerse acuerdo con personas con las que hay que tocar puertas y te las cierran en la cara, eso es desmotivante, no va a decir que no.

Y muchas veces… yo llevo seis años en esto, desde el principio estoy diciendo, ¡ya! aquí termine, ya me voy… jajajaja..

Pero, no sé.  La esperanza para mí, lo que me motiva es la esperanza. La esperanza de que se puede hacer el cambio y la convicción de que hay que hacerlo, de que hay que hacer cosas, de que esto no está bien.

Inicialmente, lo que a mí me movía era un cierto sentimiento de culpa, te voy a decir claramente. Cuando me enteré de las consecuencias de las armas nucleares, yo me imaginé, alguna vez, que me despertaba en un mundo donde había pasado una catástrofe nuclear y que yo no había hecho nada al respecto para evitarla, pudiendo haber hecho algo respecto para evitarlo. Entonces, eso era mi motor, un poquito como la culpa de católica, jajajaja, pero, en realidad, lo que más me mueve no es tanto esto, obviamente, quiero evitar eso. Pero es la esperanza, la esperanza de poder lograr que todo el mundo se ponga de acuerdo, que todo el mundo quiera proteger al mundo, de eliminar las armas nucleares.

Es una de las cosas.  Se están invirtiendo miles de millones de dólares al año. Actualmente 120 mil millones de dólares al año. 120 mil millones de dólares es gran parte del presupuesto de la agenda 2030 de la ONU, es decir, estamos usando muchísima plata, la plata con la que podríamos estar librando al mundo enteramente de la hambruna, dándole educación primaria para absolutamente todo el mundo. Es decir, mejorar la vida de absolutamente todos los habitantes del planeta Tierra.

Esos recursos los estamos utilizando para amenazarnos todos con aniquilarnos y para elevar el riesgo de que eso pase. Que exista la posibilidad de que nos pongamos de acuerdo y las cosas se hagan bien, esto es en realidad lo que me motiva.