El 6 de junio, en Pressenza estrenamos nuestro último documental, «El principio del fin de las armas nucleares». Para este largometraje, entrevistamos a 14 personas, expertos en sus campos, que pudieron darnos perspectivas sobre la historia del tema, el proceso que llevó al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares y los esfuerzos actuales para estigmatizar y convertir la prohibición en eliminación. Como parte de nuestro compromiso de hacer que esta información esté disponible para todo el mundo, publicamos las versiones completas de esas entrevistas, junto con sus transcripciones, con la esperanza de que esta información sea útil para los futuros cineastas de documentales, activistas e historiadores a quienes les gustaría escuchar los testimonios grabados en nuestras entrevistas.

Esta entrevista es con Alice Slater, asesora de la Fundación por la Paz en la Era Nuclear (NAPF), en su casa de Nueva York, el 29 de septiembre de 2018.

En esta entrevista de 44 minutos, le preguntamos a Alice sobre sus primeros días como activista, el trabajo y el impacto de Abolición 2000, el TNP, el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, Mundo más allá de la Guerra, qué puede hacer la gente para ayudar a eliminar las armas nucleares y su motivación.

Preguntas: Tony Robinson, Camarógrafo: Álvaro Orús.

Transcripción

Hola. Soy Alice Slater. Vivo aquí, en las entrañas de la bestia, en Nueva York, en Manhattan.

Cuéntanos sobre tus inicios como activista antinuclear

He sido activista antinuclear desde 1987, pero empecé como activista en 1968, como un ama de casa viviendo en Massapequa con mis dos hijos; y estaba viendo la televisión y vi una vieja película de noticias de Ho Chi Minh acudiendo a Woodrow Wilson en 1919, después de la Primera Guerra Mundial, rogándonos que le ayudáramos a sacar a los franceses de Vietnam, y lo rechazamos, y los soviéticos estaban más que contentos de ayudar y así fue como se convirtió en comunista.

Demostraron que incluso modeló su Constitución a partir de la nuestra, y fue entonces cuando las noticias te mostraron noticias reales. Y la misma noche, los chicos de la Universidad de Columbia se amotinaron en Manhattan. Habían encerrado al presidente en su oficina. No querían entrar en esta terrible guerra de Vietnam, y yo estaba aterrorizada.

Pensé que era como el fin del mundo, en América, en Nueva York y en mi ciudad. Estos chicos están obrando mal, será mejor que haga algo. Acababa de cumplir 30 años, y decían no confiar en nadie mayor de 30. Ese era su lema, y esa semana fui a un Club Demócrata y me uní a él. Ellos estaban teniendo un debate entre los Halcones (Hawks) y las Palomas (Doves), y yo me uní a las Palomas, y me volví activa en la campaña de Eugene McCarthy para desafiar la guerra en el Partido Demócrata, y nunca me detuve.  Eso fue todo, y cuando McCarthy perdió, nos hicimos cargo de todo el Partido Demócrata. Nos llevó cuatro años. Nominamos a George McGovern y luego los medios de comunicación acabaron con nosotros. No escribieron ni una palabra honesta sobre McGovern. No hablaron de la guerra, la pobreza o los derechos civiles, los derechos de las mujeres. Todo giraba en torno a que el candidato para vicepresidente de McGovern había sido hospitalizado 20 años antes por depresión maníaca. Fue como OJ, Mónica. Fue como esa basura y perdió de muy mala forma.

Y es interesante porque este mismo mes los demócratas han dicho que se van a deshacer de los superdelegados. Bueno, pusieron a los superdelegados después de que McGovern obtuviera la nominación, porque estaban tan sorprendidos de que la gente común y corriente que iba de puerta en puerta —y nosotros no teníamos internet, tocamos los timbres de las puertas y los hablábamos con las personas— pudiera capturar a todo el Partido Demócrata y nominar a un candidato en contra de la guerra.

Eso me dio la sensación de que, aunque no gané estas batallas, la democracia puede funcionar. Quiero decir, la posibilidad está allí para nosotros.

¿Y, cómo me convertí en un activista antinuclear?

En Massapequa era ama de casa. Las mujeres no iban a trabajar en ese entonces. En mi anuario de la escuela secundaria, donde ponías tu ambición en la vida, escribí «tareas del hogar». Esto es lo que creíamos en aquellos años. Y creo que sigo haciendo las tareas domésticas globales al querer decirles a los chicos que guarden sus juguetes y limpien el desastre que hicieron.

Así que fui a la escuela de derecho y eso fue todo un desafío, y estaba trabajando a tiempo completo en el litigio civil. Había abandonado todas mis buenas obras que había hecho todos esos años. Y vi en el Law Journal que habría un almuerzo para la Alianza de Abogados para el Control de Armas Nucleares, y dije: «Bueno, eso es interesante».

Así que voy al almuerzo y termino como vicepresidenta de la sección de Nueva York. Voy a la junta con McNamara, Colby y Stanley Resor, que era el Secretario de Defensa de Nixon, y cuando finalmente se aprobó el Tratado de Prohibición Completa de Pruebas, se acercó y dijo: «¿Ahora estás contenta, Alice?» ¡Porque yo era todo un fastidio!

Así que allí estaba yo con la Alianza de Abogados, y la Unión Soviética bajo Gorbachov había detenido las pruebas nucleares. Tuvieron una marcha en Kazajistán dirigida por el poeta kazajo Olzhas Suleimenov, porque el pueblo de la Unión Soviética estaba muy molesto en Kazajstán. Tenían tanto cáncer y defectos de nacimiento y desechos en su comunidad. Y marcharon y detuvieron las pruebas nucleares.

Gorbachov dijo: «Está bien, ya no vamos a hacer esto».

Y era subterráneo en ese punto, porque Kennedy quería terminar las pruebas nucleares y no se lo permitieron. Así que solo terminaron con las pruebas en la atmósfera, pero se empezaron a hacer bajo tierra, y practicamos mil pruebas después de haberlo hecho bajo la tierra sagrada de los Shoshone Occidentales en Nevada, lo que estaba filtrándose y envenenando el agua. Es decir, no estábamos haciendo lo correcto.

Así que fuimos al Congreso y dijimos: «Escuchen. Rusia…», —nuestra Alianza de abogados, teníamos conexiones allí— «Rusia se detuvo», (ya sabes, la Unión Soviética). «Deberíamos parar».

Y ellos dijeron: «Oh, no puedes confiar en los rusos».

Así que Bill de Wind —que fue el fundador de la Alianza de Abogados para el Control de Armas Nucleares, presidente de la Asociación de Abogados de la Ciudad de Nueva York, y miembro de la familia holandesa, los de Wind, que contaban con la mitad del rio Hudson, ya sabes, los primeros colonos, verdadero americano amante del vino añejo— recaudó ocho millones de dólares de parte de sus amigos y reunió un equipo de sismólogos. Nos fuimos a la Unión Soviética —una delegación—  y nos reunimos con la Asociación de Abogados Soviéticos y el gobierno soviético. Ellos acordaron permitir que nuestros sismólogos norteamericanos fueran colocados en todo el Sitio de Pruebas de Kazajistán, de manera que pudiéramos verificar si hacían trampa y volvimos al Congreso y dijimos: «Está bien, no tienen que confiar en los rusos. Tenemos sismólogos allí».

Y el Congreso acordó detener las pruebas nucleares. Fue como una asombrosa victoria. Pero como cada victoria, tuvo un precio. Ellos se detendrían y esperarían 15 meses, y siempre y cuando midieran la seguridad y confiabilidad del arsenal y los costos y beneficios, podrían tener la opción de hacer otros 15 ensayos nucleares después de esta moratoria.

Y dijimos que teníamos que detener las 15 pruebas nucleares, porque sería de mala fe con la Unión Soviética que estaba dejando entrar a nuestros sismólogos. Yo estaba en una reunión —el grupo ahora se llama Alianza para la Responsabilidad Nuclear, pero entonces era la Red de Producción Militar, y eran todos los sitios en los EE.UU. como Oak Ridge, Livermore, Los Álamos, que estaban fabricando la bomba— y yo había dejado el derecho luego de la visita a la URSS. Un economista me preguntó si les ayudaría a crear el Against the Arms Race del Economista. Así que me convertí en directora ejecutiva.  Tuve 15 premios Nobel y Galbraith. Nos unimos a esta red para hacer un proyecto de conversión, como la conversión económica en la instalación de armas nucleares, y obtuve muchos fondos por parte de McArthur y Ploughshares —a ellos les encanta todo esto—  y… voy a la primera reunión y estamos allí diciendo que hay que detener las 15 pruebas de seguridad y Darryl Kimball, que entonces era el jefe de Médicos por la Responsabilidad Social, dice: «Oh, no Alice. Ese es el trato. Van a hacer las 15 pruebas de seguridad».

Y yo dije que no estaba de acuerdo con ese trato, y Steve Schwartz, que más tarde se convirtió en editor del Boletín de Científicos Atómicos, pero que en ese momento trabajaba para Greenpeace, dijo: «¿Por qué no sacamos un anuncio a toda página en el New York Times que diga: ‘Don’t Blow It, Bill‘ [blow, en español significa soplar y volar], con Bill Clinton con su saxofón? Mostrando una explosión nuclear saliendo de su saxo».  Así que vuelvo a Nueva York, y estoy con los economistas, y tenía espacio de oficina gratuito—solía llamar a estos tipos comunistas millonarios, eran muy izquierdistas, pero tenían mucho dinero y me daban espacio de oficina gratis— y voy a la oficina de Jack, y le dije: «Jack, tenemos la moratoria, pero Clinton va a hacer otras 15 pruebas de seguridad, y tenemos que detenerlo».

Y él dice: «¿Qué debemos hacer?»

Le dije: «Necesitamos un anuncio a página completa en el New York Times».

Él dijo: «¿Cuánto es?»

Dije: «75000 dólares».

Él dijo: «¿Quién va a pagar por ello?»

Le dije: «Tú, Murray y Bob».

Él dice: «Bien, llámalos. Si dicen que está bien, pondré 25».

Y en diez minutos lo logré, y tenemos el póster. Puedes ver, «Don’t Blow It, Bill» y apareció en camisetas, tazas y alfombrillas de ratón. Estaba en todo tipo de mercadeo. Y nunca hicieron las 15 pruebas adicionales. Los detuvimos. Se terminó.

Y luego, claro, cuando Clinton firmó el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, que fue una campaña enorme, tenían el chantaje donde él estaba proporcionando 6000 millones de dólares a los laboratorios para pruebas subcríticas y pruebas de laboratorio. Realmente nunca se detuvieron, ya sabes.

Él sostenía que las pruebas subcríticas no era pruebas porque se explota el plutonio con productos químicos, e hicieron como 30 de estas en Nevada, pero como no tenían ninguna reacción en cadena, decía que no eran pruebas. Como «No inhalé», «No tuve sexo» y «No estoy haciendo pruebas».

Así que como resultado de eso, la India también hizo pruebas, porque dijeron que no podíamos tener un Tratado de Prohibición Completa de Ensayos a menos que excluyamos las subcríticas y las pruebas de laboratorio, ya que ellos discretamente tenían su bomba en el sótano, pero no estaba a la altura de nosotros y no querían que los dejáramos atrás.

Y lo hicimos de todos modos a pesar de su objeción, a pesar de que se necesitaba el consentimiento unánime de la Comisión de Desarme en Ginebra, lo sacaron de la comisión y lo trajeron a la ONU. El TPCEN se abrió a la firma y la India dijo: «Si no lo cambian, no lo firmaremos».

Y seis meses después, más o menos, hicieron pruebas, seguidas por Pakistán. Así que fue otro arrogante, occidental, blanco colonial….

De hecho, te contaré una historia personal. Tuvimos una fiesta en el Comité de Desarme de las ONG, cócteles, para dar la bienvenida a Richard Butler, el embajador australiano que lo había sacado del Comité a pesar de la objeción de la India y lo trajo a las Naciones Unidas, y yo me paré a conversar con él. Todo el mundo se tomó unas copas. Y yo le dije: «¿Qué vas a hacer con respecto a la India?»

Dice: «Acabo de volver de Washington y estuve con Sandy Berger». El tipo de seguridad de Clinton. «Vamos a joder a la India. Vamos a joder a la India».

Él lo dijo así, dos veces, y yo le dije: «¿Qué quieres decir? O sea, la India no es…»

Y me besa en una mejilla y me besa en la otra. Ya sabes, un tipo alto y guapo y yo me echo para atrás y pienso que si yo fuera un chico él nunca me detendría de esa manera.  Me impidió discutir con él, pero esa era la mentalidad. Sigue siendo la mentalidad. Es esa actitud arrogante, occidental y colonial la que mantiene todo en su lugar.

Háblanos de la creación de Abolición 2000

Esto fue maravilloso. Todos llegamos al TNP en 1995. El tratado de no proliferación fue negociado en 1970, y cinco países, Estados Unidos, Rusia, China, Inglaterra y Francia, prometieron renunciar a sus armas nucleares si el resto del mundo no las adquiría, y todos firmaron este tratado, excepto India, Pakistán e Israel, y fueron a buscar sus propias bombas. Pero el tratado tenía el acuerdo fausto de que si lo firmaban les daríamos las llaves de la fábrica de bombas, porque les concedíamos la llamada «energía nuclear pacífica».

Eso fue lo que sucedió con Corea del Norte, obtuvieron su energía nuclear con fines pacíficos. Se marcharon, hicieron una bomba. Nos preocupaba que Irán pudiera estar haciendo lo mismo porque de todos modos estaban enriqueciendo su uranio.

Entonces, el tratado estaba a punto de expirar, y todos vinimos a la ONU; mi primera vez en la ONU. No sabía nada de la ONU, estaba conociendo gente de todo el mundo y a muchos de los fundadores de la abolición del año 2000. Y hubo una persona muy experimentada de la Unión de Científicos Preocupados, Jonathan Dean, que fue un ex-embajador. Y todos tuvimos una reunión, las ONG. Nos llamaban ONG, organizaciones no gubernamentales, ese es nuestro título. No somos una organización, tenemos un «no» antes, ya sabes.

Así que ahí estábamos con Jonathan Dean, y dice: «Sabes, nosotros, las ONG, debemos redactar una declaración».

Y nosotros le dijimos: «Oh, sí».

Él dice: «Tengo un borrador». Y él lo reparte y es US Uber Alles, control de armas para siempre. No pedía la abolición, y nosotros dijimos: «No, no podemos firmar esto».

Y nos reunimos y redactamos nuestra propia declaración, unos diez de nosotros, Jacqui Cabasso, David Krieger, yo misma, Alyn Ware…

Éramos todos los veteranos, y ni siquiera teníamos internet entonces. Lo enviamos por fax y al final de la reunión de cuatro semanas, seiscientas organizaciones lo habían firmado. Y en la declaración, pedimos un tratado para eliminar las armas nucleares para el año 2000. Reconocimos el vínculo inextricable entre las armas nucleares y la energía nuclear, y pedimos la eliminación gradual de la energía nuclear y el establecimiento de un Organismo Internacional de Energía Renovable.

Y luego nos organizamos. Yo dirigía una organización sin fines de lucro, había dejado The Economist. Tenía a GRACE, el Centro de Acción de Recursos Globales para el Medio Ambiente. David Krieger fue el primer secretariado de la Fundación para la Paz en la Era Nuclear (NAPF), y luego vino a mí, en GRACE. Lo mantuvimos durante cinco años. No creo que David tuviera cinco años, pero era un período de cinco años que movimos, ya sabes, lo intentamos, no queríamos hacerlo….

Y cuando estaba en GRACE, conseguimos salir adelante con la agencia de energía sostenible. Éramos parte de la…

Nos unimos a la Comisión sobre el Desarrollo Sostenible y en 2006 presionamos y produjimos este hermoso informe con 188 notas a pie de página que decía: «La energía sostenible es posible ahora», y sigue siendo cierto, y estoy pensando en hacer circular ese informe de nuevo porque en realidad no es tan antiguo. Creo que tenemos que hablar sobre el medio ambiente, el clima y la energía sostenible, junto con las armas nucleares, porque estamos en este punto de crisis. Podemos destruir todo nuestro planeta ya sea con armas nucleares o con desastres climáticos catastróficos. Así que ahora estoy muy involucrada en diferentes grupos que están tratando de articular el mensaje.

¿Cuáles han sido las contribuciones positivas de Abolición 2000?

Bueno, lo más positivo fue que redactamos una convención modelo sobre armas nucleares con abogados, científicos, activistas y formuladores de políticas, y se convirtió en un documento oficial de la ONU, y tenía un tratado: esto es lo que ustedes tienen que firmar.

Por supuesto, podría negociarse, pero al menos ponemos el modelo a la vista de la gente. Se extendió por todo el mundo. Y el logro de la energía sostenible de otra manera….

Quiero decir, esos eran nuestros dos objetivos. Ahora lo que pasó en 1998. Todo el mundo dijo «bien, abolición 2000». Dijimos que deberíamos tener el tratado para el año 2000, en el 95. ¿Qué harán con el nombre? Entonces, dije que consigamos 2000 organizaciones y que digamos que somos 2000, así que pudimos mantener el nombre.  Creo que fue genial. Sería algo que interconectaría. Ocurrió en muchos países. No era muy jerárquico. El secretariado pasó de mí a Steve Staples en Canadá, y luego a Pax Christi en Pensilvania, David Robinson —ya no está entre nosotros—  y luego Susi lo recibió, y ahora está con IPB. Pero, mientras tanto, el enfoque de Abolición 2000 estaba tan orientado al TNP, y ahora esta nueva campaña de ICAN creció porque nunca cumplieron sus promesas.

Incluso Obama. Clinton debilitó el Tratado de Prohibición Completa de Pruebas Nucleares: no era exhaustivo, no prohibía las pruebas. Obama prometió, por su pequeño acuerdo que hizo donde se libró de 1500 armas, mil millones de dólares en los próximos diez años para dos nuevas fábricas de bombas en Kansas y Oak Ridge, y aviones, submarinos, misiles, bombas. Así que tiene un tremendo incentivo, los partidarios nucleares allí, y es una locura. No puedes usarlas. Solo las usamos dos veces.

¿Cuáles son los principales defectos del TNP?

Bueno, hay una vacío legal porque no promete nada. [Los tratados de] las armas químicas y biológicas dicen que están prohibidas, que son ilegales, que son ilícitas, que no se pueden tener, que no se pueden compartir, que no se pueden usar. El TNP solo dice que nosotros, los cinco países, haremos esfuerzos de buena fe —esos son los términos—  para el desarme nuclear. Bueno, yo estaba en otro grupo de abogados, el Comité de Abogados para la Política Nuclear, que desafió a los Estados poseedores de armas nucleares. Llevamos un caso a la Corte Mundial, y la Corte Mundial nos defraudó porque dejaron la laguna jurídica allí. Dijeron que las armas nucleares son, generalmente, ilegales —es como estar, generalmente, embarazada— y luego dijeron: «No podemos decir si son ilegales en el caso de que esté en juego la supervivencia misma de un estado».

Así que permitieron la disuasión, y fue entonces cuando surgió la idea del Tratado de Prohibición. «Escuchen. No son legales. Debemos tener un documento que diga que están prohibidas al igual que las químicas y biológicas».

Recibimos mucha ayuda de la Cruz Roja Internacional que le dio un giro a la conversación porque se estaba poniendo muy torcida. Fue disuasión y estrategia militar. Bueno, la llevaron de vuelta al nivel humano de las consecuencias catastróficas del uso de cualquier arma nuclear. Así que le recordaron a la gente de qué se tratan estas armas.  Olvidamos que la Guerra Fría ha terminado.

¡Eso es otra cosa! Pensé que el frío había pasado, Dios mío, ya sabes, ¿cuál es el problema? No podía creer lo atrincherados que estaban. Ese programa de administración de arsenales de Clinton llegó después de la caída del muro.

Y luego fueron un grupo de veteranos que se sintieron muy mal porque habían metido a la Corte Mundial [en ello]. Yo estaba en esa junta del Comité de Abogados, renuncié porque vine a hacer un argumento legal. No apoyaban el Tratado de Prohibición porque estaban tan inmersos en lo que habían hecho en la Corte Mundial que intentaban argumentar: «Bueno, ya son ilegales y no necesitamos un tratado para decir que están prohibidas».

Y pensé que no era una buena estrategia para cambiar la conversación y me despidieron. «No sabes de lo que estás hablando. Nunca oí nada tan estúpido».

Entonces dejé el Comité de Abogados sobre Política Nuclear porque era ridículo.

El TNP tiene fallas debido a los 5 estados con armas nucleares.

Cierto. Es como si el Consejo de Seguridad no funcionara bien. Son los mismos cinco estados del Consejo de Seguridad de la ONU. Ya sabes, estos son los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, y las cosas están cambiando. Lo que cambió, que me encanta, es que el Tratado de Prohibición se negoció a través de la Asamblea General. Pasamos por alto el Consejo de Seguridad, pasamos por alto los cinco vetos, y tuvimos una votación y 122 naciones votaron.

Ahora, muchos de los Estados poseedores de armas nucleares lo boicotearon. Lo hicieron, lo boicotearon, y el paraguas nuclear que es la alianza de la OTAN, y los tres países de Asia: Australia, Corea del Sur y Japón están bajo la disuasión nuclear de los Estados Unidos.

Nos apoyaron. Lo que era realmente inusual y que nunca se informó, y que creo que fue un presagio: cuando votaron por primera vez en la Asamblea General si debería haber negociaciones, Corea del Norte votó a favor. Nadie informó eso. Pensé que era significativo, estaban enviando una señal de que querían prohibir la bomba. Luego, más tarde…. Trump fue elegido, las cosas se pusieron locas.

En la conferencia del TNP de 2015, Sudáfrica hizo una declaración muy importante

El Tratado de Prohibición había comenzado. Tuvimos esta reunión en Oslo, y luego otra en México, y luego Sudáfrica pronunció ese discurso en el TNP, donde dijeron que esto es como el apartheid nuclear. No podemos seguir volviendo a esta reunión en la que nadie cumple sus promesas de desarme nuclear y en la que los Estados poseedores de armas nucleares mantienen al resto del mundo como rehén de sus bombas.

Y ese fue un tremendo impulso en la reunión de Austria, donde también recibimos una declaración del Papa Francisco. Quiero decir que eso realmente cambió la conversación. El Vaticano votó a favor durante las negociaciones y realizó grandes declaraciones, y el Papa hasta entonces siempre había apoyado la política de disuasión de los Estados Unidos. Ya sabes, ellos decían que la disuasión estaba bien, que estaba bien tener armas nucleares si se usaban en legítima defensa, cuando la supervivencia misma está en juego. Esa fue la excepción que hizo la Corte Mundial. Todo eso ya se acabó.

Ahora está teniendo lugar una nueva conversación. Ya tenemos 19 países que lo han ratificado, setenta o más lo han firmado y necesitamos que 50 lo ratifiquen antes de que entre en vigor.

La otra cosa que es interesante, cuando dices: «Estamos esperando a India y Pakistán». No esperamos a India y Pakistán. Al igual que con la India, sacamos el TPCE del Comité de Desarme a pesar de que lo vetaron. Ahora estamos tratando de hacer lo mismo con Pakistán.

Quieren este tratado para descontinuar el material fisible para armas, y Pakistán está diciendo: «Si no van a aplicarlo a todo, no vamos a quedarnos fuera de la carrera por el plutonio».

Y ahora están pensando en superar a Pakistán, pero China y Rusia propusieron en 2008 y en 2015 un tratado para prohibir las armas en el espacio, y Estados Unidos lo vetó en la Comisión de Desarme. No hay discusión. Ni siquiera permitiremos que se discuta. Nadie traerá el tratado a la ONU por sobre nuestra objeción.

Y creo que, mirando hacia el futuro, ¿cómo vamos a llegar realmente al desarme nuclear?  Si no podemos sanar la relación entre Estados Unidos y Rusia y decir la verdad al respecto, estamos condenados porque hay casi 15000 armas nucleares en el planeta y 14000 están Estados Unidos y Rusia. Quiero decir que todos los demás países tienen mil entre ellos: eso es China, Inglaterra, Francia, Israel, India, Pakistán, Corea del Norte, pero nosotros somos los grandes gorilas del bloque. Y he estado estudiando esta relación. Estoy asombrada.

En primer lugar, en 1917, Woodrow Wilson envió 30000 soldados a San Petersburgo para ayudar a los rusos blancos contra el levantamiento campesino. Quiero decir, ¿qué hacíamos allí en 1917? Esto es como si el capitalismo tuviera miedo. Ya sabes, no había ningún Stalin, solo campesinos tratando de deshacerse del Zar.

De todos modos, eso fue lo primero que consideré asombroso, que fuéramos tan hostiles a Rusia, y luego, después de la Segunda Guerra Mundial, cuando nosotros y la Unión Soviética derrotamos a la Alemania nazi y creamos las Naciones Unidas para acabar con el flagelo de la guerra, fue muy idealista. Stalin le dijo a Truman: «Entrega la bomba a la ONU», porque acabábamos de usarla, Hiroshima, Nagasaki, y era tecnología realmente aterradora. Truman dijo «no».

Así que Stalin consiguió su propia bomba. No iba a quedarse atrás, y cuando cayó el muro, Gorbachov y Reagan se reunieron y dijeron, «Deshagámonos de todas nuestras armas nucleares», y Reagan dijo: «Sí, buena idea».

Gorbachov dijo: «Pero no hagas la Guerra de las Galaxias».

Tenemos un documento que espero que en algún momento muestres «Visión 2020», que es el Comando Espacial de EE.UU.. Tiene su misión: dominar y controlar los intereses de EE.UU. en el espacio, para proteger los intereses e inversiones de EE.UU.. Quiero decir, no tienen vergüenza. Eso es lo que la declaración de misión dice básicamente de los Estados Unidos. Gorbachov dijo: «Sí, pero no hagas la Guerra de las Galaxias».

Y Reagan dijo: «No puedo renunciar a eso».

Gorbachov dijo: «Bueno, olvídate del desarme nuclear».

Y luego se preocuparon mucho por la Alemania del Este cuando cayó el muro, por estar unidos a la Alemania del Oeste y ser parte de la OTAN, porque Rusia perdió 29 millones de personas durante la Segunda Guerra Mundial a causa de la embestida nazi.

No puedo creerlo. Quiero decir, soy judía, hablamos de nosotros, seis millones de personas. Qué terrible. ¿Quién ha oído hablar de los veintinueve millones de personas?  Es decir, mira lo que pasó, perdimos 3000 en Nueva York con el World Trade Center, empezamos la 7ª Guerra Mundial.

De todos modos, Reagan le dijo a Gorbachov: «No te preocupes. Dejaremos que Alemania Oriental se una a Alemania Occidental y entre en la OTAN, y te prometemos que no ampliaremos la OTAN ni un centímetro más hacia el este».

Y Jack Matlock, que es el embajador de Reagan en Rusia, escribió un artículo de opinión en The Times repitiendo eso. No me lo estoy inventando. ¡Y ahora tenemos a la OTAN hasta la frontera con Rusia!

Luego, después de que nos jactáramos de nuestro virus Stuxnet, Putin envió una carta, oh no, incluso antes de eso…

Putin le pidió a Clinton: «Reunámonos y reduzcamos nuestros arsenales a mil y llamemos a todos a la mesa para negociar el desarme nuclear, pero no pongas misiles en Europa del Este».

Porque ya estaban empezando a negociar con Rumania una base de misiles.

Clinton dijo: «No puedo prometer eso».

Así que ese fue el final de esa oferta. Entonces, Putin le pidió a Obama que negociara un tratado sobre el ciberespacio. «No tengamos una ciberguerra», y dijimos que no.

Y si miran lo que Estados Unidos está haciendo ahora, se están preparando para la guerra cibernética, para el arsenal nuclear de Rusia, y si puedo, me gustaría leer lo que dijo Putin durante su discurso sobre el Estado de la Unión en marzo.

Lo estamos demonizando, lo estamos culpando por la elección, lo cual es ridículo.  Quiero decir, es el Colegio Electoral. Gore ganó las elecciones, culpamos a Ralph Nader que era un santo norteamericano. Nos dio aire limpio, agua limpia. Entonces Hillary ganó las elecciones y estamos culpando a Rusia en lugar de arreglar nuestro Colegio Electoral, que es un remanente de la nobleza blanca y terrateniente que estaba tratando de controlar el poder popular. Así como nos deshicimos de la esclavitud y las mujeres obtuvieron el voto, también deberíamos deshacernos del Colegio Electoral.

De todos modos, en marzo, Putin dijo: «En el año 2000, los EE.UU. anunciaron su retirada del tratado de misiles antibalísticos». (Bush se marchó). «Rusia estaba categóricamente en contra de esto. Vimos que el Tratado ABM entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, firmado en 1972, era la piedra angular del sistema internacional, junto con el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, y que el Tratado ABM no solo creaba una atmósfera de confianza, sino que también impedía que cualquiera de las partes utilizara imprudentemente armas nucleares que habrían puesto en peligro a la humanidad. Hicimos todo lo que pudimos para disuadir a los estadounidenses de retirarse del tratado.  Todo en vano. Los Estados Unidos se retiraron del tratado en 2002, e incluso después de eso intentamos desarrollar un diálogo constructivo con los estadounidenses. Propusimos trabajar juntos en esta área para aliviar las preocupaciones y mantener la atmósfera de confianza. En un momento dado pensé que era posible llegar a un compromiso, pero no fue así. Todas nuestras propuestas, absolutamente todas ellas fueron rechazadas y luego dijimos que tendríamos que mejorar nuestro moderno sistema de ataque para proteger nuestra seguridad».

Y lo hicieron y estamos usando eso como una excusa para construir nuestro ejército, cuando tuvimos la oportunidad perfecta para detener la carrera armamentista. Cada vez nos lo ofrecieron y cada vez lo rechazamos.

¿Cuál es la importancia del Tratado de Prohibición?

Ahora podemos decir que son ilegales, que están fuera de la ley. No es una especie de lenguaje insípido. Así podremos hablar con más fuerza. Los Estados Unidos nunca firmaron el tratado sobre minas terrestres, pero ya no las fabricamos y no las utilizamos.

Así que vamos a estigmatizar las bombas. Hay algunas campañas maravillosas, especialmente la campaña de desinversión. Estamos aprendiendo de los amigos de los combustibles fósiles que decían que no se debe invertir en armas nucleares y atacar la estructura corporativa. Y tenemos un gran proyecto que salió de ICAN, Don’t Bank on the Bomb, que se está llevando a cabo desde Holanda, desde Pax Christi, y aquí en Nueva York, donde tuvimos una experiencia maravillosa.

Fuimos a nuestro ayuntamiento a desinvertir. Hablamos con el presidente de finanzas del consejo, y dijo que escribiría una carta al Contralor —que controla todas las inversiones para las pensiones de la ciudad, que ascienden a miles de millones de dólares— si conseguimos que diez miembros del consejo firmaran con él. Así que tuvimos un pequeño comité en ICAN, y no fue un gran trabajo, y empezamos a hacer llamadas telefónicas. Conseguimos que una mayoría, como 28 miembros del Consejo de la Ciudad, firmara esta carta.

Llamé a mi concejal y me dijeron que estaba de baja por paternidad. Había tenido su primer hijo. Así que le escribí una larga carta diciendo que sería un regalo maravilloso para su hijo tener un mundo libre de armas nucleares si usted firmaba esta carta, y él la firmó.

Fue fácil. Fue realmente genial que lo hiciéramos…

Y también en los Estados de la OTAN, no van a tolerar esto. No lo van a tolerar porque la gente ni siquiera sabe que tenemos armas nucleares estadounidenses en cinco estados de la OTAN: Italia, Bélgica, Holanda, Alemania y Turquía. Y la gente ni siquiera lo sabe, pero ahora estamos recibiendo manifestaciones, personas siendo arrestadas, las operaciones Plowshare, todas estas monjas y sacerdotes y jesuitas, el movimiento antibélico. Hubo una gran manifestación en la base alemana, que recibió publicidad, y creo que esa va a ser otra forma de despertar el interés de la gente. Porque el interés se perdió. No estaban pensando en ello. Ya sabes, la guerra había terminado y nadie sabía que estábamos viviendo con estas cosas apuntando unas a otras, y, ¿sabes?, ni siquiera es que se usarían deliberadamente, porque dudo que alguien lo hiciera, sino la posibilidad de que se produjeran accidentes. Podríamos perder esa suerte.

Hemos estado viviendo bajo una estrella de la suerte. Hay tantas historias de cuasi accidentes y este Coronel Petrov de Rusia que fue un héroe. Estaba en el silo de misiles, y vio algo que indicaba que estaban siendo atacados por nosotros, y se suponía que iba a soltar todas sus bombas contra Nueva York, Boston y Washington, y esperó y fue un fallo de la computadora, e incluso fue reprendido por no seguir las órdenes.

En los Estados Unidos, hace apenas tres años, está la base Minot de la Fuerza Aérea, en Dakota del Norte, tuvimos un avión cargado con 6 misiles cargados con armas nucleares que fueron a Luisiana por accidente. Desapareció durante 36 horas, y ni siquiera sabían dónde estaba.

Solo somos afortunados. Vivimos en una fantasía. Son como cosas de niños. Es terrible. Es terrible. Deberíamos parar.

¿Qué puede hacer la gente común?  El Mundo más allá de la Guerra.

Creo que tenemos que esparcir la conversación. Por eso estoy trabajando en World beyond War (Mundo más allá de la guerra), porque es una nueva y maravillosa red que está tratando de hacer del fin de la guerra en el planeta una idea a la que le ha llegado la hora, y también hacen una campaña de desinversión, no solo nuclear sino de todo, y están trabajando con Code Pink (Código Rosa), que es maravilloso. Tienen una nueva campaña de desinversión a la que uno se puede unir.

(El entrevistador menciona a Medea Benjamin)

Conozco a Medea desde hace años. La conocí en Brasil. (En Porto Alegre)

La conocí allí, y me fui a Cuba, porque entonces ella estaba haciendo estos viajes a Cuba. Es una activista fabulosa.

Así que de todos modos, «World beyond war», es www.worldbeyondwar.org. Únanse. Inscríbanse.

Hay muchas cosas que pueden hacer por él, o con él. Pueden escribir para él, o hablar de él, o inscribir a más gente. Estuve en una organización llamada The Hunger Project en 1976 y eso también fue para hacer del fin del hambre en el planeta una idea cuya hora ha llegado, y seguimos inscribiendo gente y exponiendo hechos. Esto es lo que hace World beyond War, los mitos sobre la guerra: es inevitable, no hay manera de ponerle fin. Y luego, las soluciones.

Y lo hicimos con el hambre, y dijimos que el hambre no es inevitable. Hay suficiente comida, la población no es un problema porque las personas limitan automáticamente el tamaño de sus familias cuando saben que están siendo alimentadas. Así que teníamos todos estos hechos que seguíamos publicando por todo el mundo. Y ahora, no hemos puesto fin al hambre, pero forma parte de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Es una idea respetable. Cuando lo decíamos, era ridículo, y al decir que podíamos acabar con la guerra, la gente dice: «No seas ridículo. Siempre habrá guerra».

Bueno, el propósito es mostrar todas las soluciones, las posibilidades y los mitos sobre la guerra y cómo podemos acabar con ella. Y considerar la relación entre EE.UU. y Rusia es parte de ello. Tenemos que empezar a decir la verdad.

Entonces, está eso, y está la ICAN, porque están trabajando para difundir la historia sobre el Tratado de Prohibición de diferentes maneras. Así que, definitivamente, revisaría eso, www.icanw.org, la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares.

Trato de entrar en algún tipo de energía local, energía sostenible. Estoy haciendo mucho de eso ahora, porque es ridículo que dejemos que estas corporaciones nos envenenen con energía nuclear, fósil y biomasa. ¡Están quemando alimentos cuando tenemos toda la abundante energía del sol y del viento, y la energía geotérmica e hidráulica. ¡Y la eficiencia! ¡Su eficiencia misma!

Así que eso es lo que yo recomendaría para un activista.

¿Qué le dirías a la gente que está abrumada por la magnitud del problema?

Bueno, en primer lugar, decirles que se aseguren de que se registren para votar. No tienen que ocuparse de las armas nucleares, ¡sólo de ser ciudadanos! Inscríbase para votar y voten por las personas que quieren recortar los presupuestos militares y quieren limpiar el medio ambiente. Tuvimos unas elecciones fabulosas en Nueva York, esta Alexandria Cortés. Vivía en mi antiguo barrio del Bronx, donde crecí. Ahí es donde vive ahora y acaba de tener esta extraordinaria participación contra el verdadero político establecido, y es porque la gente votó. La gente se preocupaba.

Así que creo que, hablando como estadounidense, deberíamos tener Cívica como materia obligatoria para todos los alumnos de último curso de la escuela secundaria. Y deberíamos tener solo boletas de papel, y como estudiantes de último curso, ellos irían a las elecciones y contarían las boletas de papel, y luego se inscribirían para votar. Así pueden aprender aritmética, y pueden registrarse para votar, y nunca tendríamos que preocuparnos de que una computadora nos robe el voto.

Esto es una tontería cuando puedes contar las papeletas. Creo que la educación cívica es realmente importante, y tenemos que ver qué tipo de educación cívica. Escuché esta fabulosa conferencia de una mujer musulmana en Canadá. En World beyond War, acabamos de hacer una conferencia canadiense. Tenemos que repensar nuestra relación con el planeta.

Y ella hablaba del colonialismo que se remontaba hasta Europa cuando tenían la Inquisición, y nunca pensé que se remontaría tanto tiempo atrás. Pensaba que lo habíamos empezado en América, pero estaba sucediendo cuando echaron a los musulmanes y a los judíos de España. Lo estaban haciendo en ese momento y tenemos que replantearnos esto. Tenemos que ponernos en contacto con la tierra, con la gente, y empezar a decir la verdad sobre las cosas, porque si no somos honestos al respecto, no podremos arreglarlo.

¿Cuál es tu motivación?

Bueno, creo que lo dije al principio. Cuando me convertí en activista, gané. ¡Capturé a todo el Partido Demócrata! Es cierto que los medios de comunicación nos derrotaron.  Pero fuimos al Congreso y ganamos. Hicimos que hicieran una moratoria, pero siempre perdemos mientras ganamos.

Quiero decir, son como 10 pasos adelante, un paso atrás. Así que eso es lo que me hace seguir adelante. No es que no haya tenido éxito, pero no he tenido el verdadero éxito de un mundo sin guerra. No son sólo las armas nucleares, las armas nucleares son la punta de la lanza.

Tenemos que deshacernos de todas las armas.

Fue muy alentador cuando estos muchachos marcharon contra la Asociación Nacional de Fusileros. Teníamos cien mil personas marchando en Nueva York, y todas eran jóvenes.  Muy pocos de mi edad. Y estaban registrando a la gente para votar en línea. Y en esta última primaria que tuvimos en Nueva York, había el doble de gente votando que el año anterior.

Pienso que hora es como en los 60, la gente se está volviendo activa. Saben que tienen que hacerlo. No es solo deshacernos de las armas nucleares, porque si nos deshacemos de la guerra, nos desharemos de las armas nucleares.

Tal vez las armas nucleares son muy especializadas. Realmente tienes que saber dónde están enterrados los cuerpos y seguir la campaña de ICAN, pero no tienes que ser un científico de cohetes para conocer que la guerra: ¡Es tan del siglo XX!

No hemos ganado una guerra desde la Segunda Guerra Mundial, ¿qué hacemos aquí?

¿Qué tiene que cambiar en Estados Unidos para avanzar contra la guerra?

El dinero. Tenemos que controlarlo. Solíamos tener una Doctrina de Equidad en la que no podías dominar las ondas solo porque tenías dinero. Tenemos que recuperar muchas de estas utilidades. Creo que tenemos que hacer pública nuestra compañía de electricidad en Nueva York. Boulder, Colorado hizo eso, porque estaban botando combustible nuclear y fósil por sus gargantas, y querían viento y sol, y creo que tenemos que organizarnos económica y socialmente. Y eso es lo que estás viendo de Bernie.

Está creciendo…. Hicimos encuestas de opinión pública. El 87% de los estadounidenses dijo que nos deshagamos de ellas, si todos los demás están de acuerdo. Así que tenemos a la opinión pública de nuestro lado. Solo tenemos que movilizarla a través de estos horribles bloques que han sido establecidos por lo que Eisenhower advirtió; el complejo militar-industrial, pero yo lo llamo complejo militar-industrial-congresional-mediático. Hay mucha concentración.

Ocupar Wall Street, sacaron este meme: el 1% contra el 99%. La gente no era consciente de lo mal distribuido que estaba todo.

FDR salvó a Estados Unidos del comunismo cuando implementó la Seguridad Social. Compartió parte de la riqueza, luego todo se tornó muy codicioso de nuevo, con Reagan pasando por Clinton y Obama, y por eso Trump fue elegido, porque tanta gente resultó herida.

Reflexiones finales

Hay una cosa que no te dije que podría ser interesante.

En los años 50 estábamos tan aterrorizados por el comunismo. Fui a Queens College.  Esa fue la Era de McCarthy, en América. Estaba en Queens College, en 1953, y mantenía una discusión con alguien, y ella dice, «Aquí. Deberías leer esto».

Y me da este folleto que dice «Partido Comunista de América», y mi corazón late con fuerza. Estaba aterrorizada. Lo puse en mi mochila. Tomé el autobús a casa. Fui directamente al octavo piso, camino al incinerador, y lo tiré sin siquiera mirar. Así de asustada.

Luego, en 1989 o lo que sea, después de que Gorbachov entró, yo estaba con la Alianza de Abogados y fui a la Unión Soviética por primera vez.

En primer lugar, todos los mayores de 60 años llevaban sus medallas de la Segunda Guerra Mundial, y cada esquina de la calle tenía un monumento de piedra a los muertos, los 29 millones. Luego, uno va al cementerio de Leningrado y hay fosas comunes, grandes montículos de gente; 400 000 personas. Así que miraba eso, y mi guía me dijo: «¿Por qué no confiáis en nosotros los americanos?»

Le dije: «¿Por qué no confiamos en ustedes?  ¿Qué hay de Hungría? ¿Qué hay de Checoslovaquia?»

Ya sabes, una americana arrogante. Me mira con lágrimas en los ojos. Él dice: «Pero teníamos que proteger a nuestro país de Alemania».

Y miré al tipo, y esa era su verdad. No es que lo que hicieron fuera bueno, pero quiero decir que estaban actuando por miedo a la invasión, y lo que habían sufrido, y no estábamos recibiendo la historia correcta.

Así que creo que si vamos a hacer las paces ahora, tenemos que empezar a decir la verdad sobre nuestra relación, y quién está haciendo qué a quién, y tenemos que ser más abiertos. Creo que eso está pasando con el #MeToo, con las estatuas de la Confederación, con Cristóbal Colón. Quiero decir que nadie pensó nunca en la verdad de eso, y lo hacemos ahora. Así que pienso que si empezamos a ver lo que realmente está sucediendo, podemos actuar apropiadamente.


Traducción del inglés por Melina Miketta