Mientras el ministro emitía una nota oficial invitando a la población a denunciar a los profesores, alumnos e incluso padres que participaron en las manifestaciones previstas y las divulgaron, millones de estudiantes ocuparon las calles y plazas de 153 ciudades de todo el país. Esta es la segunda ola de protestas tras la decisión del gobierno de recortar drásticamente los fondos destinados a las universidades públicas.

Los programas de investigación científica y las becas estudiantiles clasificadas como «ideológicamente inspiradas por el marxismo cultural» han sido brevemente suprimidas.

El presidente Bolsonaro, tras la primera gran manifestación, convocó a sus partidarios para una «gran manifestación espontánea de apoyo al gobierno». En su exhortación declaro claramente que le era imposible gobernar debido a un Parlamento corrupto y a una Corte Constitucional confabulada con poderes «fuertes y ocultos».

Era básicamente una llamada pública a un golpe de estado. El ala militar del gobierno no se unió, al igual que los principales gobernadores aliados. Esperó a las asambleas marítimas, pero tuvo que conformarse con mucho menos. De todos modos, las intenciones de sus partidarios eran claras y pedían el cierre, sea del Parlamento como la abolición de la Corte Suprema.

Las manifestaciones de ayer son la respuesta popular a la deriva autoritaria. Se está preparando una huelga general para los próximos días con todas las centrales sindicales unidas, estudiantes de todos los niveles, gente común.


Traducción: Ana Gabriela Velásquez Proaño