Garfield Benjamin, Universidad Solent para The Conversation

Gwyneth Paltrow, quien tiene 5,3 millones de seguidores en Instagram, recientemente se encontró a sí misma metida en un gran problema con su hija, Apple Martin, debido a que la niña de 14 años le reclamó el haber publicado una foto de ella en sus redes sociales sin su consentimiento. Sin importar de parte de quién decidamos estar, el incidente desencadena una discusión bastante amplia sobre lo que deben o no compartir los padres sobre sus hijos en redes sociales.

Se suele pensar erróneamente que a los adolescentes no les importa la privacidad, incluso, cuando recibimos recomendaciones, siempre se menciona que los adolescentes pueden exagerar o que no comprenden realmente de lo que se trata. Pero, como he mencionado anteriormente, puede que los padres en realidad tengan menos de qué preocuparse de lo que creen. Los adolescentes tienden a manejar la privacidad de manera muy responsable, de hecho, a menudo son los padres quienes deberían ser más cuidadosos con su actividad en las redes.

Las redes sociales están diseñadas para promover la participación, y a medida que más y más aspectos de nuestras vidas diarias circulan en línea, es casi imposible escapar, sobre todo porque la desconexión puede conducir a la exclusión social.

Inclusive las escuelas están impulsando cada vez con mayor fuerza la información personal de los estudiantes en la red. Es fácil aceptar la idea de que el software de reconocimiento facial se utilice en las escuelas con el fin de proteger a los niños, supervisar su progreso o mejorar las experiencias de los estudiantes, pero cada vez se capturan y almacenan más y más datos sin el consentimiento adecuado.

Si tenemos en cuenta el reciente informe del Comisionado de la Infancia del Reino Unido, que trata sobre la enorme cantidad de datos sobre las personas recopilados durante la infancia y el papel de los padres en ello, es totalmente injusto culpar a los niños y jóvenes por «compartir en exceso». Toda la sociedad digital del mundo está diseñada para obtener consentimiento y participación, y los jóvenes (y muchos otros grupos excluidos) muchas veces no tienen más remedio que involucrarse.

Ciudadanos Particulares

En este escenario de instituciones y padres que recopilan y comparten datos sobre los adolescentes, tal vez no resulte sorprendente que ellos manifiesten su preocupación por la privacidad. Sólo que ellos tienen preocupaciones diferentes. Mientras que los adultos pueden centrarse en mantener sus datos fuera del alcance de las compañías, los gobiernos, los hackers o los acosadores virtuales, los niños y jóvenes tienen otras preocupaciones.

Ellos están particularmente preocupados por mantener sus publicaciones lejos de sus escuelas y de sus familiares. A su vez, los jóvenes están encontrando formas innovadoras de obtener la privacidad específica que desean.

Han tomado la iniciativa de mejorar el manejo de múltiples identidades y de camuflar sus conversaciones. Aunque todos tenemos diferentes versiones de nosotros mismos que presentamos a los demás en el trabajo, en casa, o con los amigos, la tecnología permite a los usuarios ocultar sus actividades con perfiles falsos o con mensajes ocultos. Pueden utilizar cuentas alternativas, como los perfiles de «finstagram» (Perfil falso de Instagram), para separar las imágenes destinadas a sus grupos de amigos de confianza de las destinadas a sus familiares. Naturalmente, los jóvenes están demostrando ser adaptables e innovadores en el uso de la tecnología.

Con frecuencia, las compañías intentan impulsar la información como el nuevo petróleo, un producto que se comercializa. Pero cuando se piensa en grupos poco influyentes en la sociedad, incluidos los niños y los jóvenes, al igual que otros grupos minoritarios marginados por su raza, edad o sexualidad, este modelo parece absurdo. En vez de esto, deberíamos procurar ver la información como base de la identidad. Se debe buscar obtener el consentimiento adecuado y que las infracciones sean consideradas como robo de identidad. En virtud de esta concepción, Apple Martin tendría razón al criticar el post de su madre.

La ley también está comenzando lentamente a apoyar esta forma de pensar. Por ejemplo, la legislación de la UE en materia de derechos de P.I.B.R. contribuye en cierta medida a devolver el consentimiento y el control a los usuarios sobre cómo y cuándo se recogen y utilizan sus datos personales.

¿Pero qué pasa cuando los padres violan la privacidad? Es fácil de hacer. Muchas personas quieren compartir fotos de sus hijos con familiares y amigos. Pero enseñar a nuestros hijos sobre la actividad en línea, los datos y la privacidad es importante. Y los padres deben predicar con el ejemplo.

El querer presumir de nuestros hijos, no debería contribuir a un sistema que normalice la vigilancia y la falta de privacidad. Ya tendrán suficiente de eso de todas formas. Los padres no deberían dar la impresión de que incluso la gente más cercana a ellos puede explotar los datos o la identidad de un joven. Eso sólo hará que esperen a ser comprados y vendidos en línea como parte de una gran base de datos. Si algo deben hacer los padres, es darles a sus hijos las herramientas adecuadas para protegerse a sí mismos.

¿Qué se puede hacer?

Nunca se es demasiado joven para empezar. Los padres primerizos deben pensar cuidadosamente cuánto contenido compartirán sobre sus hijos en la red. Esto no significa que todo se debe mantener en privado, simplemente hay que sentarse y establecer lo que está bien y lo que no, cuándo y con quién compartir las cosas, y transmitir estas decisiones a los miembros de la familia y a otras personas que sin querer puedan «filtrar» las imágenes a la web.

La educación también puede empezar de forma temprana. Recientemente empecé a preguntarle a mi hijo de tres años si puedo compartir fotos de él con familiares o amigos, y sí, también le pregunté si estaba contento de ser mencionado en este artículo. Cada pequeño detalle cuenta.

El Comisionado para la Infancia también ha publicado diez consejos importantes para minimizar el impacto de la información de los niños, entre los que se destaca la necesidad de evitar publicaciones que permitan conocer el cumpleaños o el lugar de nacimiento de su hijo. Asimismo, se recomienda pedir a las organizaciones que nos faciliten la información que recopilan sobre los niños y el motivo por el que lo hacen. Existen algunas grandes organizaciones, como Doteveryone, Carnegie UK Trust y Electronic Frontier Foundation, que ofrecen información y consejos útiles para cualquiera que desee mejorar sus hábitos virtuales.

El enseñar a nuestros hijos sobre la importancia del consentimiento es fundamental desde cualquier punto de vista, y el derecho a la privacidad en la web no debe ser una excepción.

Garfield Benjamin, Investigador Postdoctoral, School of Media Arts and Technology, Solent University

Este artículo fue re-publicado de The Conversation con una licencia de Creative Commons. Lea el artículo original.


Traducido del inglés por Nicole Salas